¿Cómo se gestiona el turismo en... Madrid, Amsterdam y Berlín?
La capital holandesa se refleja en Barcelona a la hora de diseñar sus políticas públicas
Exploramos en una serie de cuatro artículos cómo se gestiona el turismo en las principales ciudades de todo el mundo
En un momento en que el turismo ha pasado a ser una de las actividades más relevantes en las grandes ciudades, los gobiernos están tomando medidas de gestión para que ésta sea una actividad positiva y de largo recorrido en un mundo donde se ha sustituido a la industria clásica por un tipo de industria más limpia que permita el desarrollo y asegure puestos de trabajo. Entre las acciones globales, se encuentra la limitación hotelera en la construcción de nuevos hoteles, el endurecimiento de la legislación de los pisos turísticos y el aumento de la fiscalidad en torno al impuesto turístico.
En 2003, pasear por las inmediaciones del Museo del Prado, del Centro de Arte Reina Sofía o del Palacio Real era muy diferente a hacerlo hoy en día. El turismo de masas todavía no se había desbocado. Ese año, en Madrid llegaron 4,5 millones de visitantes venidos de todo el mundo. De éstos, 2,3 decidieron entrar en el Prado a admirar de cerca las pinturas de Velázquez, Goya o El Greco. Dos décadas después, estas cifras parecían irrisorias. En 2023, la capital española recibió a 10,6 millones de turistas, un 135,5% más que veinte años atrás, y el museo más famoso de la ciudad acogió a casi 3,3 millones de visitantes, un 43,5% más, según datos oficiales. La situación se reproduce en casi todos los destinos turísticos de primera línea.
Ser atractivos y sostenibles
Si bien la pandemia interrumpió el crecimiento del turismo, ciudades como Barcelona, Amsterdam o Berlín se han recuperado de diferente forma pero con indicadores de signo positivo. En otros, como Madrid, en el 2023 llegaron ya un 1% más de turistas que antes de la pandemia. Todo ello ha abierto, de nuevo, el debate sobre cómo gestionar la llegada masiva de visitantes. "Si queremos seguir siendo atractivos y sostenibles, los cambios que apliquemos deben ser beneficiosos para la gente que vive en la ciudad", señala el consistorio de Ámsterdam, el principal destino turístico de los Países Bajos. Lo dice en un informe en el que reflexiona sobre cómo debería cambiar el turismo dentro de 2035. "Los visitantes vienen, se están unos días en la ciudad y se marchan, pero dejan un rastro permanente que va modificando la vida urbana", continúa.
Encontrar la fórmula de gestión turística que permita maximizar los beneficios que recibe la ciudadanía gracias a la visita de los turistas es también la piedra filosofal que busca Barcelona. De hecho, Amsterdam se ha reflejado en la capital catalana a la hora de diseñar sus políticas públicas. Hace tan sólo cuatro meses, el concejal de turismo holandés, Sofyan Mbarki se reunió con su homólogo barcelonés, Jordi Valls, para conocer de primera mano medidas que pueden contribuir a reconducir la situación. Encima de la mesa había dos carpetas: la decisión de Barcelona de no renovar ninguna licencia de piso turístico a partir de 2028 y las medidas de apoyo al comercio local ya los establecimientos emblemáticos de la ciudad, en forma de promoción, protección y ayudas económicas. Dos ciudades líderes en Europa en la búsqueda de soluciones a los retos globales.
Destinos más habitables
El objetivo de Ámsterdam es mantener una ciudad habitable para las 935.000 personas que viven en ella y, siguiendo los pasos de Barcelona, ya ha puesto manos a la obra. La administración local ha iniciado un paquete con medidas como la reducción de los cruceros fluviales que atracan a la ciudad. Si en el 2023 le anclaron 2.125, en el 2028 se detendrán 1.150. Los autobuses que vienen de fuera de la ciudad tampoco pueden circular por el centro y han subido la tasa turística hasta el 12,5% del precio de la habitación de hotel. Desde el 2016, abrir un hotel en la ciudad ya era complicado, pero ahora ya no es posible: la ciudad ha decidido poner techo a la capacidad para alojar a turistas: prefiere cuidar la calidad del turismo, que la cantidad. Según los últimos datos del organismo público de estadística CBS, en la ciudad había 41.991 habitaciones, sólo mil más que en Barcelona, pese a tener casi 700.000 habitantes menos.
Algo más al sur, en Berlín, la ciudad alemana también intenta aprovechar el turismo de masas para mejorar la vida en la capital. Concretamente, centra sus esfuerzos en la sostenibilidad. Con el objetivo de reducir las emisiones que generan los vuelos que aterrizan en el aeropuerto de la ciudad -y que anualmente arrastran a más de 23 millones de pasajeros-, hace apenas un par de meses ha puesto en marcha un tren de alta velocidad que une París y Berlín, pasando por Estrasburgo y Fráncfort. La medida se añade a la campaña de promoción que realiza la ciudad para atraer al turismo hacia prácticas verdes. Ha editado guías con restaurantes ecológicos y ha expedido certificados de sostenibilidad en 137 hoteles. Todo ello le ha valido escalar hasta la quinta posición en el ranking Global Destination Sustainability Index, que puntúa a las ciudades más sostenibles del mundo.
En Barcelona, más de 1.000 empresas del sector turístico (la mayoría hoteles) se han quitado la certificación del Compromiso por la Sostenibilidad Biosphere para adecuarse a las buenas prácticas sostenibles. También la Guía de restaurantes Sostenibles, en una acción conjunta con un operador privado como VISA, cuenta con 150 asociados.
En paralelo, en Madrid, una de las acciones que ha puesto en marcha la ciudad para regular el turismo es la prohibición de dar un uso turístico a viviendas que estén ubicadas dentro de comunidades de vecinos. La medida está contemplada en el Plan Reside y se pondrá en marcha en verano. La administración permitirá también abrir pisos turísticos en edificios residenciales que estén completamente deshabitados, pero con una licencia condicionada a rehabilitar el inmueble.
Hoy todavía hay más de 17.000 pisos turísticos en la ciudad, según datos de Segittur. En Amsterdam y Berlín, en cambio, el panorama ha cambiado: llevan tiempo en marcha regulaciones estrictas y ya han logrado disminuir la cifra de pisos turísticos hasta los 4.661 y 6.846 respectivamente, según Airbtics. Cuando Ámsterdam puso en marcha la nueva ley en el 2021, la cifra de pisos cayó de los 18.000 a los poco más de 4.000 actuales.
La voluntad de Madrid por avanzar hacia una mejor gestión del turismo también queda reflejada en el Plan Estratégico de Turismo 2024-2027, que el consistorio ha presentado este mismo mes de enero. "Nuestra meta debe ser impulsar la gestión sostenible del destino, descentralizar el turismo, atraer a visitantes de alto impacto y revalorizar la industria turística", asegura el Ayuntamiento de Madrid en un comunicado. "Hay que redefinir la política turística para convertir Madrid en una mejor ciudad en la que vivir, impulsando su esencia, estilo de vida, cultura, gastronomía, talento y diversidad", acaba.
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