El termómetro de la sequía en Cataluña: las lluvias no evitan la caída de los embalses de las cuencas internas
Las precipitaciones más abundantes de septiembre sortean las principales cabeceras
BarcelonaLa sequía se puede mirar desde muchos puntos de vista: reservas de agua en los embalses, déficit de lluvia, mirada larga oa corto plazo, futuro inmediato… En esta pieza encontrará indicadores climatológicos y sobre los embalses para tener una visión actualizada y tan completa como sea posible de la grave sequía que vive Cataluña.
El verano se ha saldado con un descenso de casi el 8% de las reservas de agua de las cuencas internas después del pico del 37,1% y 255 hm³ alcanzados a finales de junio (mucho más del doble que a principios de marzo). Estas cifras no se veían desde principios de octubre de 2022. Sin embargo, la canícula –período comprendido entre el 15 de julio y el 15 de agosto– fue seca y muy calurosa, con pocas excepciones en cuanto a las lluvias. En cambio, septiembre ha sido un mes bastante lluvioso en varias comarcas y con un ambiente claramente de otoño de forma repentina. Sin embargo, las precipitaciones no han afectado por igual a todo el territorio, y desgraciadamente las más abundantes han caído en la costa del Camp de Tarragona y del Ebro, donde se han acumulado más de 200 o de 300 l/ m² localmente en todo el mes. El agua ha sido más discreta en las principales cabeceras de las cuencas internas, por lo que las reservas mantienen el descenso del verano. Tan sólo ha llovido con ganas en la cara sur del Pirineo y del Prepirineo de Lleida, cabeceras de ríos que nutren los embalses de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Por tanto, hace falta aún mucha más agua para poder empezar a ver la luz al final del túnel de la histórica sequía que arrastramos.
Cabe destacar que durante toda la primavera meteorológica (marzo, abril y mayo) las lluvias y la nieve no pararon de caer donde hacían más falta para ir llenando la mayoría de los embalses. A lo largo de esos tres meses se acumularon más de 400 l/m² en algunas cabeceras del sistema Ter-Llobregat y más de 300 l/m² en la cuenca de Darnius-Boadella. En las cabeceras de la cuenca del Ebro se acumularon entre 500 y más de 750 l/m², mientras que el agua ha pasado más de puntillas todo el año en el sur del país, lo que hace que el sistema Siurana-Riudecañas continúe bajo mínimos y prácticamente vacío. Por tanto, en conjunto la primavera hizo de primavera y la guinda fue el temporal de lluvia general del lunes 29 de abril, el día más lluvioso en toda Cataluña desde el 23 de noviembre del 2021. Ahora necesitaríamos que el otoño nos llevara las esperadas lluvias de esta época para rematar el gran trabajo que empezó la primavera.
Las fuertes tormentas y las lluvias de la primavera beneficiaron especialmente al sistema Ter-Llobregat, que se disparó. Destaca la crecida del pantano de Sau, que pasó de estar vacío a principios de marzo a superar el 45% en junio, aunque ahora también ha retrocedido claramente por debajo del 19% debido a la sequía veraniega y por el trasvase de agua en Susqueda. A mediados de junio, el agua incluso rodeó e inundó la emblemática iglesia de Sant Romà de Sau, imagen y termómetro de la sequía en Catalunya, cosa que hacía mucho tiempo que no se veía. De hecho, Sau no alcanzaba estos niveles desde mediados de 2022.
Datos de los embalses
En el conjunto de las cuencas internas se ha pasado del 37,1% de finales de junio (el dato más alto de los últimos veinte meses) al 28,6% actualmente con menos de 200 hm³, los datos más bajos desde finales de mayo . Cabe destacar que los embalses vivieron una subida extraordinaria durante la primavera, después de que tocaran fondos con un histórico 14,41% a principios de marzo. Además, el conjunto del sistema Ter-Llobregat ha pasado de su máximo del 39,6% a principios de julio al 30,2% en la actualidad.
Si nos fijamos concretamente en el estado actual de los embalses, el de Sau ya ha bajado por debajo del 19% y el de Susqueda se mantiene en torno al 35%. Además, el pantano de Foix se sitúa en el 64% y el de la Llosa del Cavall en el 25%. El de la Baells es uno de los que más subió durante la primavera y ahora sigue en torno al 41%. El de Sant Ponç se sitúa en el 32% y el de Darnius-Boadella vuelta el 18%. Por su parte, los pantanos del sistema Siurana-Riudecanyes se mantienen bajo mínimos pese a las lluvias de principios de septiembre (por debajo del 2% o del 1%) porque la sequía territorial sigue viva en esta zona tres años después .
Este gráfico es una muestra del nivel de los embalses de las cuencas internas de Cataluña para poder ver con mayor detalle los cambios de las últimas semanas y meses. Como puede comprobarse, las lluvias abundantes y las nevadas de la primavera hicieron subir claramente los niveles de reservas, aunque ahora han retrocedido bastante. Sin embargo, todavía hacen falta más temporales durante el otoño para darle la vuelta del todo a la situación. Debajo tiene un enlace para acceder a datos por embalses, en este caso también los de la cuenca del Ebro, que se encuentran en mucho mejor estado.
Este gráfico muestra la evolución del conjunto de la sequía en los últimos dos años. Sobrepone los datos diarios del nivel de los embalses de las cuencas internas de Cataluña y la lluvia diaria que ha caído y fija como valor 100 el día más lluvioso del temporal Gloria.
Este otro gráfico es también una ampliación del primero, pero en este caso sobre cómo ha ido lloviendo día a día durante el año. La tanda de lluvias de principios de marzo fue la más importante desde las tormentas del 15 de septiembre de 2023. Además, el temporal de finales de abril fue el más importante desde el 23 de noviembre de 2021. Durante mayo y en junio del 2023 no hubo ningún temporal importante, pero llovió casi a diario en alguna comarca u otra.
Los mapas de índice de precipitación estándar que elabora mensualmente el Servei Meteorològic de Catalunya indican por regiones si ha llovido más o menos de lo que tocaría a partir de la fecha y echando atrás seis meses, un año o dos años. Aportan una visión de mirada larga por territorios sobre la sequía pluviométrica. La situación ha mejorado si se mira seis meses atrás.
¿Se hace más grande el agujero de la sequía o estamos saliendo de ella? En este gráfico, elaborado por el ARA a partir de datos de 86 estaciones del Meteocat, se puede observar mes a mes si ha llovido más o menos de lo que tocaría. Una barra roja significa que a finales del mes hemos sumado déficit de lluvia y una azul significa que ha llovido más de lo que tocaría y que, por tanto, la sequía se ha debilitado.
Las cifras en l/m² no son importantes, porque sólo dependen del número de estaciones que se utilicen, pero la comparación entre meses sí permite ver qué meses suelen aportar mucha lluvia y, por tanto, si el hecho de que hayan sido secos ha hecho acumular mayor déficit de precipitación. Los datos del mes en curso se basan en la lluvia que debería caer en todo el mes.
El 2023 fue el peor año de los tres de sequía. Según cálculos del ARA a partir de datos de 140 estaciones del Meteocat y tomando como referencia el período 2009-2020, en 2023 se cerró con un déficit de precipitación del 31% en Cataluña, un dato muy superior al 21% de en 2022 y al 15% de 2021. Hay que aclarar que estos datos no coincidirán con los oficiales del Meteocat, que hace el cálculo con un número de estaciones diferente y utilizando un período de referencia mucho más largo.
A mediados de noviembre las reservas de las cuencas internas ya descendieron incluso por debajo del nivel más bajo de 1989, el mínimo histórico registrado. Cabe recordar que recursos actuales como las desalinizadoras y el agua regenerada no existían en ese momento, lo que pone de manifiesto que la gravedad de esta sequía no tiene precedentes.
En el 2024 empezó con algunos tongadas de lluvia que, sin ser gran cosa, sí dejaron buenos registros en Ponent, donde enero fue el mes con más lluvia desde la pasada primavera. Pero la cosa se animó en marzo, con varias tongadas de lluvias y nevadas más generales. La guinda del pastel ha sido el episodio de lluvias de finales de abril, un buen golpe de efecto en la sequía, aunque todavía hay trabajo por hacer y mucha lluvia por caer porque el déficit hídrico que arrastramos es importante. Vamos por el buen camino.