Sequía

La histórica sequía en Cataluña: así se revirtió la situación crítica de los embalses

Las extraordinarias lluvias de la primavera de este año pusieron punto y final a un episodio crítico marcado por las restricciones de agua y la pérdida de vegetación

Imagen del eslgés de San Romano de Sau la noche de San Juan de 2025, celebrando el fin de la sequía.
19/08/2025
9 min

BarcelonaCatalunya ha dejado atrás por fin la histórica sequía que se ha arrastrado durante más de tres años, un período seco que ha sido excepcional e inédito desde que se tienen datos. Los embalses de las cuencas internas por fin superaron el 80% gracias a las extraordinarias lluvias de la primavera de este año, sobre todo las que cayeron en marzo. Pero la recuperación de las reservas no ha ido de la mano de la recuperación del déficit hídrico acumulado en los bosques y acuíferos que, según los expertos, difícilmente habrá tiempo de revertir antes de que llegue la próxima sequía. De hecho, se calcula que el 28% de los árboles de los bosques catalanes murieron durante esta larga y agónica sequía, pérdidas que ya no podrán recuperarse.

Y es que el calentamiento global y la crisis climática provocarán sequías cada vez más largas y extremas en nuestro país en las próximas décadas, y harán que nuestro clima sea más árido y semidesértico. Por ello, es muy importante seguir impulsando la regeneración de agua y la desalinización, medidas que durante estos últimos años tan críticos han garantizado el 50% del agua que se ha consumido en el país. A continuación, hacemos un repaso de los datos clave para entender la gravedad de la última sequía y la repentina recuperación de las reservas de agua.

Lluvia y nieve extraordinarias por fin

El mes de marzo de ese año fue excepcionalmente lluvioso con precipitaciones frecuentes, generales y abundantes que dispararon los embalses hasta cifras que hacía mucho tiempo que no se veían. Hay dos episodios que fueron clave para entender este ascenso y que pusieron punto y final de una vez por todas a la histórica sequía de más de tres años en nuestro país. El primero tuvo lugar entre el jueves 6 y el domingo 9 de marzo, con un levante y sobre todo con el paso de un frente activo asociado a la borrasca Jana que dejó más de 100 l/m² y 150 l/m² en algunos casos. Y el segundo fue el levante de los días 18 y 19 de marzo, que dejó entre 40 l/m² y 70 l/m² en el prelitoral y en el noreste del país, pero localmente hasta 100 l/m² o más en el área del Montseny. Hasta cuatro borrascas muy activas fueron aportando agua de forma consecutiva a nuestra casa durante ese mes, haciendo que éste haya sido el marzo más lluvioso de lo que llevamos de siglo.

Y durante toda la primavera fue lloviendo de forma irregular, con chubascos y tormentas aquí y allá. Unas de las zonas más regadas por estas lluvias o nevadas –según la cota– fueron las principales cabeceras de las cuencas internas, donde sólo en marzo se acumularon más de 300 l/m². En algunos puntos del país se superaron ampliamente estas cifras, como por ejemplo en Els Ports, con más de 500 l/m² entre el 1 y el 31 de marzo, o algún rincón del área del Montseny, como Santa Fe del Montseny, con más de 600 l/m² en el mismo período, o Arbúcies (Selva).

Agua a raudales hacia los principales ríos, pues, que aumentaron mucho sus caudales durante la primavera, haciendo que los embalses alcanzaran o superaran ligeramente el 80% entre mayo y la primera quincena de junio. Solo en marzo la subida de las reservas fue de cerca de 50 puntos, un escenario impensable a principios de año. No se veía un ascenso tan repentino desde el temporal Gloria, más de cinco años atrás. Y cabe destacar la gran nevada que sufrió todo el Pirineo, con más de 1,5 o 2 metros de nieve acumulada en las cotas altas, lo que permitió que, independientemente de las lluvias, las reservas fueran subiendo de forma constante a lo largo de la primavera gracias al deshielo de esa gran cantidad de nieve que hacía años que no se veía.

Los ríos y rieras han vuelto a llenarse con las lluvias de marzo.

Hacía casi cuatro años –desde julio del 2021– que los embalses no alcanzaban las cifras de la primavera del 2025. En definitiva, marzo fue un punto de inflexión que provocó la retirada de las restricciones de esta sequía –la peor desde que se tienen registros– que, por fin, acabó. Sin embargo, el consumo responsable de agua debe mantenerse más allá de la mejora de las reservas, ya que con la crisis climática llegarán más y peores episodios secos como éste.

Datos de los embalses hasta el final de la sequía

Los diferentes episodios de lluvias de marzo, deshielo y tongadas de chubascos del resto de la primavera hicieron que el conjunto de los embalses de las cuencas internas pasaran del 32% de principios de marzo al 81% durante la primera quincena del mes de junio, el mejor dato desde julio del 2021. Hay que recordar que el año 20 37,1%, ya mediados de octubre volvieron a descender antes de la DANA hasta el 27,26%. El mínimo histórico de esa larga y extraordinaria sequía se vivió a principios de marzo del 2024, con la preocupante cifra de 14,41%, un valor nunca alcanzado desde que se tienen registros. Por tanto, la situación cambió radicalmente en poco más de un año, pasando de un extremo a otro. Se pudo afrontar por fin un verano con garantías, ya que durante la época veraniega es cuando más agua se consume en nuestro país, lo que hace bajar las reservas.

Evolució del nivell dels embassaments de les conques internes

Si nos fijamos concretamente en la evolución de cada embalse, destaca el espectacular ascenso de Sau, que pasó de estar prácticamente vacío en febrero (6%) a más del 75% después de las abundantes lluvias. Posteriormente bajó, ya que se desembolsó agua al de Susqueda, que llegó a rondar el 90%. Todo ello hizo que la emblemática iglesia de Sant Romà de Sau –icono y termómetro de la sequía en nuestra casa– pasara de estar toda a la vista fuera del agua a sólo tener el techo del campanario al descubierto. Una imagen de mucha agua que llevaba mucho tiempo sin verse. Y el pantano de Darnius-Boadella también se disparó como hacía tiempo que no ocurría: pasó del 17% antes de las lluvias a más del 75%. Recordemos que a principios de marzo todavía había municipios del Alt Empordà que estaban en emergencia.

En cuanto al de la Baells, presentaba un estado excelente impensable en 2024, llegando al máximo de su capacidad e incluso desembalsando agua. El pequeño pantano de Foix también alcanzó su máximo y la Llosa del Cavall superó el 80%, mientras que el de Sant Ponç también rozó el pleno. Desde la histórica DANA, los embalses del sur del país también fueron mejorando, y las lluvias de marzo volvieron a impulsarlos, aunque no tanto como los demás. El de Riudecanyes estaba en el 1,6% antes de la DANA, y entre mayo y principios de junio superó el 61%. Y el de Siurana, que estaba vacío, llegó a superar el 26%. Una gran noticia para las zonas más castigadas por la sequía. Además, también destacan los grandes embalses de Rialb y Oliana, que quedaron llenos en primavera y nunca antes habían tenido tanta agua de reserva, aunque son de la Confederación Hidrográfica del Ebro. El de Rialb tuvo que abrir compuertas.

Aquí tiene un enlace para acceder a datos por embalses, en este caso también los de la cuenca del Ebro, que alcanzaron niveles más elevados de casi el 90%.

Evolución de un año de remontada de los embalses

Este marzo extraordinariamente lluvioso llegó después de un invierno en el que, aunque cayeron algunas precipitaciones con más cara y ojos en el noreste y en el Pirineo y Prepirineo de Lleida sobre todo en febrero, en el conjunto del territorio llovió poco y fue seco, también en las principales cabeceras de las cuencas internas. Esto situó los embalses en el 31% en febrero, acumulándose así un descenso continuado de cuatro puntos durante más de dos meses. A pesar de estos datos, cabe decir que son el doble de reservas que a finales del invierno de 2024; por tanto, la situación había mejorado claramente de un año para otro.

Antes el otoño concluyó con octubre más lluvioso en Catalunya desde el año 2018, y la guinda fue la histórica y trágica DANA que dejó auténticos chaparrones y mucha precipitación hasta principios de noviembre, sobre todo en el sur del país. No llovió por igual en todo el territorio, ya que las precipitaciones fueron más discretas en las cabeceras de los principales ríos pirenaicos de las cuencas internas. Pero el agua cayó con ganas en las comarcas del sur, donde se lograron registros de entre 100 l/m2 y 400 l/m2. Esto hizo disparar los embalses de la zona.

La tanda de lluvias de antes de la DANA también fue generosa y dejó cerca de 100 l/m² en algunos puntos del Prepirineo, mientras que en los principales ríos del norte del país, desde las cabeceras hasta los embalses, las cantidades se movieron entre los 50 l/m² y los 8. Un agua muy bienvenida que hizo crecer los caudales de los ríos e hizo aumentar claramente por primera vez desde el verano unas reservas muy estancadas. Durante septiembre las precipitaciones no habían sido muy generosas en las cuencas internas y se habían concentrado más bien en el oeste del país, beneficiando sobre todo a los ríos y embalses de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

Todo ello, en un 2024 marcado por un verano que se saldó con un descenso de casi 8 puntos de las reservas de agua de las cuencas internas, después del pico del 37,1% y 255 hm³ alcanzados a finales de junio (mucho más del doble que a principios de marzo). En ese momento fue la mejor cifra desde principios de octubre de 2022. Septiembre fue un mes bastante lluvioso en varias comarcas y con un ambiente claramente de otoño de forma repentina, pero la lluvia no cayó por igual en todas partes y esquivó las principales cuencas internas.

Todo empezó a mejorar la primavera del 2024, en la que por fin se abrió el grifo y las lluvias y la nieve no pararon de caer donde hacía más falta para ir llenando la mayoría de los embalses. Fue el principio de la mejora de una sequía que justo había tocado fondo a principios de marzo. A lo largo de esos tres meses primaverales se acumularon más de 400 l/m² en algunas cabeceras del sistema Ter-Llobregat y más de 300 l/m² en la cuenca de Darnius-Boadella. En las cabeceras de la cuenca del Ebro se acumularon entre 500 l/m² y 750 l/m², mientras que el agua pasó más de puntillas en el sur del país. Por tanto, en conjunto la primavera hizo, efectivamente, de primavera, y la guinda del pastel fue el temporal de lluvia general del lunes 29 de abril, el día más lluvioso en toda Cataluña en ese momento desde el 23 de noviembre del 2021. El problema es que tres años de sequía habían dejado una huella muy grande, y aquella agua fue insuficiente. hídrico.

Las fuertes tormentas y las lluvias de aquella primavera beneficiaron especialmente al sistema Ter-Llobregat, que se disparó. Incluso a mediados de junio el agua de Sau rodeó e inundó transitoriamente la emblemática iglesia de Sant Romà de Sau, cosa que hacía mucho tiempo que no se veía. Pero el agua no subió tanto como lo hizo en marzo del 2025, ni mucho menos.

Final definitivo de la sequía

Este gráfico muestra la evolución del conjunto de la sequía en los últimos cinco años. Sobrepone los datos diarios del nivel de los embalses de las cuencas internas de Cataluña y la lluvia diaria que cayó y fija como valor 100 el día más lluvioso del temporal Gloria. Como puede comprobarse, tras el fuerte batacazo de los últimos años, la situación mejoró claramente entre la primavera del 2024 y la del 2025.

Evolució de la sequera
La línia vermella correspon a acumulacions diàries de pluja en una escala en què 100 és el dia més plujós del temporal 'Gloria'

El 2023 fue el peor año de los tres de sequía. Según cálculos del ARA a partir de datos de 140 estaciones del Meteocat y tomando como referencia el período 2009-2020, en 2023 se cerró con un déficit de precipitación del 31% en Cataluña, un dato muy superior al 21% del año 2022 y al 21%. oficiales del Meteocat, que hace el cálculo con un número de estaciones diferente y utilizando un período de referencia mucho más largo.

A mediados de noviembre de aquel fatídico 2023 las reservas de las cuencas internas ya descendieron incluso por debajo del nivel más bajo de 1989, el mínimo histórico registrado hasta entonces. Cabe recordar que recursos actuales como las desalinizadoras y el agua regenerada no existían durante los años ochenta, lo que pone de manifiesto que la gravedad de esta sequía carece de precedentes. Un escenario que, por suerte, ya podemos verlo de lejos.

Mapes per entendre com ha plogut
L’índex de precipitació estàndard (IPE) en mapes amb IPE 9 (nou mesos), IPE 12 (un any) i IPE 24 (dos anys)

9 mesos

1 any

Humitat excepcional

Humitat extrema

Humitat forta

Humitat

Normalitat

Sequera

Sequera forta

2 anys

Sequera extrema

Sequera excepcional

Humitat excepcional

9 mesos

Humitat extrema

Humitat forta

Humitat

Normalitat

1 any

Sequera

Sequera forta

Sequera extrema

2 anys

Sequera excepcional

9 mesos

1 any

2 anys

Humitat excepcional

9 mesos

Humitat extrema

Humitat forta

Humitat

Normalitat

1 any

Sequera

Sequera forta

Sequera extrema

2 anys

Sequera excepcional

9 mesos

1 any

2 anys

Los mapas de índice de precipitación estándar (IPE) que elabora mensualmente el Servei Meteorològic de Catalunya indican por regiones si ha llovido más o menos de lo que tocaría a partir de la fecha y echando atrás nueve meses, un año o dos años. Aportan una visión de mirada larga por territorios sobre la sequía pluviométrica. Como puede verse, la situación mejoró de forma clara en la primavera del 2025. Todo ello nos indica que la sequía al fin se acabó después de más de tres años de duración.

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