Relevo en Downing Street

Una exliberal con familia de izquierdas, nueva líder 'tory'

Liz Truss se impone a Rishi Sunak en la carrera para sustituir a Boris Johnson

LondresSin sorpresas. La favorita Liz Truss, ministra de Exteriores británica, se ha impuesto a Rishi Sunak, exministro de Economía, la carrera para sustituir a Boris Johnson en Downing Street. La militancia tory le ha dado apoyo mayoritario. La votación entre los 160.000 militantes, aproximadamente, ha tenido como resultado 81.326 a 60.399, según ha comunicado en Westminster, poco antes de las 12.45 h (hora local), Graham Brady, el presidente de los diputados tories de segunda fila, y el encargado de presidir el proceso de selección, que se ha llevado a cabo en las últimas dos semanas, desde la forzada dimisión de Boris Johnson. La diferencia de sufragios entre una y el otro, sin embargo, es la menor que nunca haya obtenido un líder conservador.

En el breve discurso que ha pronunciado poco después de que se conociera el desenlace, sin desvelar nada en concreto de su acción futura, sí que ha prometido que presentará "un importante programa para recortar impuestos y hacer crecer la economía", para poner remedio a la crisis energética "haciendo frente al problema de las facturas" pero también "a los problemas estructurales de largo alcance sobre el abastecimiento "del Reino Unido, en referencia a promover nuevas alternativas a los combustibles fósiles, especialmente la energía nuclear y las renovables.

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Truss, como su admirada Margaret Thatcher, también ha hablado de "responsabilidad individual" durante la intervención, una fórmula muy preciada por la Dama de Hierro, vinculada a una idea de libertad en la que es el individuo quien prevalece por encima de la sociedad. Un rumbo muy ideológico que no es, precisamente, lo que la sociedad está pidiendo, es decir, medidas inmediatas ante problemas gravísimos. Sea como sea, falta de modestia, o muy desafiante, ha prometido bajo su liderazgo "una gran victoria" en las elecciones generales de 2024.

Con la victoria de este lunes, Truss culmina una carrera política que empezó como diputada en 2009. Entonces, sin embargo, la ahora ya nueva primera ministra del Reino Unido estuvo a punto de descarrilar de la vía que, entre titubeos, la ha llevado a convertirse en la tercera inquilina de Downing Street, todas conservadoras, después de Margaret Thatcher y Theresa May. Estaba a punto de ser candidata para los conservadores por un distrito en el que era segura su elección, pero una parte del comité local la quería vetar porque había tratado de ocultar un lío extramatrimonial. Protegida por el entonces líder David Cameron, salió de esa. Un testigo de la época que estos días ha recogido la prensa británica asegura que ganó porque convenció a la mayoría de que estaban ante una nueva Margaret Thatcher.

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Durante la campaña, tanto ella como su equipo han recorrido a menudo a las comparaciones con la Dama de Hierro. Y las imágenes que recordaban a Thatcher han proliferado a chorros: desde usar una blusa con un lacito hasta subirse encima de un tanque, como si lo condujera, o aparecer en la plaza Roja de Moscú con un sombrero de piel para protegerse del frío ruso, ahora mucho más intenso que cuando Margaret Thatcher decidió que podía “hacer negocios” con un tal Mijaíl Gorbachov, que murió la semana pasada en Moscú.

Mary Elizabeth Truss nació en Oxford el 26 de julio de 1975, la mayor de cuatro hermanos y la única chica. Su padre, John Kenneth Truss, era de izquierdas y fue profesor de ciencias exactas en la Universidad de Leeds. Y su madre, Priscilla Mary, era enfermera, profesora y fue una miembro destacada de la Campaña para el Desarme Nuclear en los ochenta, cuando la familia vivió en Escocia. Aunque sus padres la han apoyado en su cursa hacia Downing Street, en el fondo quizás ven el triunfo de la primera de cuatro hijos como un fracaso personal. Porque fue educada en los valores del laborismo de mediados de los setenta y principios de los ochenta, en la lucha contra la energía nuclear y las bases de los submarinos atómicos. Con este pasado familiar no resulta extraño que Truss, cuando era militante del Partido Liberaldemócrata, en el congreso de 1994, con 19 años, se pronunciara a favor de la abolición de la monarquía británica.

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Sus críticos, y tiene muchos dentro del propio partido conservador, dicen que le faltan muchas de las habilidades de Thatcher. No consigue mostrar su profundidad intelectual, dicen. En cualquier caso, Dominic Cummings, el archienemigo de Johnson que un día fue su máximo defensor y consejero político, ha afirmado públicamente que “será todavía una premier peor”.

Pero ¿quién es realmente Truss? Misterio. Anna Soubry, antigua diputada que ejerció como ministra junto con la nueva jefa de gobierno y que como ella defendió la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea en el referéndum de 2016, ha dicho: "Es la persona más ambiciosa con la que se ha encontrado nunca mucha gente. Sinceramente, creo que le dieron puestos de trabajo y promociones ministeriales solo para callarla. Su ambición es, sin duda, considerablemente mayor que su capacidad”.

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En 1996, solo dos años después de la invectiva contra la monarquía, Truss se unió a los conservadores, cuando el partido estaba siendo destrozado por las luchas fratricidas del último periodo de John Major en Downing Street. Al año siguiente conoció a su futuro marido, Hugh O'Leary, un contable. Un año después empezaría la carrera política oficial, con una primera candidatura en un distrito tradicional laborista. Imposible que ganara, menos todavía cuando Tony Blair todavía era un premier respetado. Aun así, su resultado no fue tan malo como se esperaba y esto le valió los primeros puntos en una carrera que siempre es de fondo.

Devota del liberalismo

Truss, que mientras estudiaba en Oxford formó parte de la Sociedad Hayek de Oxford, devota de la obra del filósofo político austríaco más conocido por su defensa del liberalismo clásico, es partidaria de la máxima desregulación de la economía y también de las máximas rebajas de impuestos. Su creencia, totalmente ideológica, es que, si los ricos tienen más dinero, se produce un goteo de la riqueza hacia las clases con menos recursos.

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Entre sus hitos más destacables, además de la victoria en la carrera por el liderazgo tory, hay un giro de 180 grados en relación con la Unión Europea. Ha pasado de tildar a los brexiters como “extremistas y pasados de moda” a ser una conversa radical, capaz de poner en tantas o más dificultades a la UE que el propio Johnson. También se ha recordado estos días que fue coautora del panfleto Britannia unchained, en el que se describía a los trabajadores del Reino Unido como "entre los más y peores ociosos del mundo”. Nada, sin embargo, ha impedido su coronación. Un reinado que, de acuerdo con las encuestas, se augura corto.

Porque este lunes YOU GOV asegura en un sondeo que solo el 12% de los ciudadanos cree en Truss. Qué cara mostrará a partir de ahora es una incógnita. Si podrá revigorizar a un partido agotado y dividido es otra. La tercera es si será capaz de enderezar a un Reino Unido inmerso en una crisis sin precedentes. Y la cuarta es cómo a pesar de todos sus pecados de juventud –e incluso ser una Remainer ya adulta– ha convencido a los militantes: probablemente, porque les ha dicho aquello que querían escuchar.

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