¿Cómo se financia el Vaticano?
Los únicos ingresos de la Santa Sede son las donaciones, las entradas para los museos vaticanos y los rendimientos de su patrimonio y activos
BarcelonaEntre las reformas que impulsó el papa Francisco destaca el cambio en la gestión económica de la Santa Sede, el cuerpo que gobierna la Iglesia católica. Tras años de opacidad, irregularidades y acusaciones de corrupción, el pontífice argentino creó mecanismos para poner orden en las finanzas, hacer públicas las cuentas y controlar los gastos de la institución.
El Vaticano no tiene impuestos ni política monetaria, por lo que los únicos ingresos que tiene la Santa Sede los obtiene a través de las donaciones, la venta de entradas para los museos vaticanos y los rendimientos de su patrimonio inmobiliario (más de 5.000 propiedades) y de las inversiones en varios mercados.
Las donaciones provienen de las Iglesias más ricas (Estados Unidos, Italia, Alemania, España y Corea del Sur) y de los fieles de todo el mundo, a través de lo que se llama el Óbolo de San Pedro. Se trata de una práctica cuyos orígenes datan de finales del siglo VIII y que en 1871 el papa Pío IX regularizó.
El papa Francisco promovió la creación de presupuestos anuales y en los últimos años la Santa Sede presentó balances financieros e hizo públicas sus cifras de déficit y deuda. Según el último balance, correspondiente a 2023, el déficit operativo fue de 83 millones de euros, cinco millones más que el año anterior.
En el 2023 entraron en las arcas del Òbol de Sant Pere 48,4 millones de euros (cinco millones más que el año anterior) ya los donativos se sumaron 3,6 millones de rentas de activos. Sin embargo, los gastos ascendieron a 109,4 millones de euros.
Desde el 2021 el papa argentino rebajó en varias ocasiones el salario de los cardenales y en septiembre del año pasado envió una carta dirigida al colegio cardenalicio en el que subrayaba la necesidad de alcanzar un "déficit cero". Pidió a los purpurados un mayor esfuerzo por parte de todos para que el déficit cero no fuera un objetivo teórico, sino una meta realmente alcanzable. "En cuestión de reducción de costes, debemos dar un ejemplo concreto para que nuestro servicio se haga con espíritu de esencialidad, evitando lo superfluo y seleccionando bien nuestras prioridades", decía. Y pedía a las organizaciones con superávit "que contribuyan a cubrir el déficit general".
Además, el 11 de febrero, tres días antes de ser ingresado por la neumonía bilateral, Francisco ordenó la creación de una nueva comisión para incentivar las donaciones a la Iglesia católica. En concreto, el objetivo será "fomentar las donaciones mediante campañas especiales entre los fieles, las conferencias episcopales y otros posibles benefactores [...], así como encontrar financiación de donantes dispuestos para proyectos específicos".
Reformas impulsadas por Francesc
Ya desde el comienzo de su papado, Francisco reformó las estructuras económicas del Vaticano. En el 2014, un año después de su nombramiento, creó la secretaría de economía, formada por cardenales y expertos laicos, para poner orden en las finanzas. Este organismo pasó a gestionar todo el patrimonio inmobiliario y los fondos, algo que antes recaía en la secretaría de estado.
Francisco también reforzó el control sobre el Instituto de Obras para la Religión, conocido como el Banco Vaticano, y ordenó que se hicieran auditorías internas y que se cerraran unas 5.000 cuentas sospechosas. Además, ordenó que fuese esta entidad la que administrara bienes financieros y líquidos de la Santa Sede, con el objetivo de asegurar la naturaleza ética de estas actividades.
En la lucha contra la evasión fiscal, reforzó el rol de la Autoridad de Supervisión e Información Financiera del Vaticano y creó la figura de un revisor general para supervisar la gestión de las instituciones y optimizar el uso de sus recursos. Francisco hizo evidente su voluntad de limpiar la Iglesia cuando forzó la dimisión del cardenal Angelo Becciu, que había sido número dos de la secretaría de estado del Vaticano, y que quedó salpicado en un escándalo de operaciones financieras poco transparentes con fondos de las donaciones de los fieles. Becciu se convirtió en el primer cardenal juzgado por un tribunal penal vaticano y fue condenado en el 2023 a cinco años y seis meses de cárcel por irregularidades contables.