Los enemigos de Francisco comienzan a movilizarse

Un cardenal al que el pontífice destituyó insiste en participar en el cónclave

El féretro del papa Francisco en la basílica de San Pedro del Vaticano
23/04/2025
4 min

RomaDurante los siete primeros años de pontificado, como número dos de la secretaría de estado, monseñor Angelo Becciu fue uno de los cardenales más cercanos al papa Francisco. Pero en el 2020 la luna de miel terminó. El pontífice forzó la dimisión del prelado como prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cargo que ocupaba en ese momento, y le obligó a renunciar a sus derechos cardenalicios. Un castigo ejemplar y hasta entonces inédito.

El cardenal italiano había sido salpicado en un escándalo de operaciones financieras poco transparentes con fondos de las donaciones de los fieles y de la secretaría de estado. Condenado a cinco años y seis meses de prisión en primer grado, su presencia es uno de los enigmas de la próxima asamblea de purpurados que elegirá el sucesor de Francisco.

"Tengo el derecho de participar en el cónclave", ha asegurado Becciu, de 76 años, en una entrevista en el diario La Unione Sarda. En su defensa, el cardenal sardo asegura que el papa Francisco le retiró sus privilegios como purpurado, pero no suspendió sus deberes como cardenal, entre ellos el de participar en la elección de un nuevo papa. "El Papa reconoció mis prerrogativas cardenalicias como intactas, puesto que no hubo voluntad explícita de excluirme del cónclave ni petición de mi renuncia explícita por escrito", aseguró.

La caída en los infiernos del cardenal sardo es la triste parábola de quien rozó con los dedos el Trono de San Pedro después de una carrera impecable dentro de la curia vaticana. Hasta su destitución, su nombre estaba en todas las quinielas para suceder al papa Francisco, de quien se convirtió en uno de los consejeros más fieles. Un apoyo nada evidente, ya que la irrupción en el 2013 del pontífice "llegado del fin del mundo" abrió una guerra fratricida en el Vaticano entre conservadores y progresistas que todavía no ha escrito su capítulo final.

Por eso consideró una auténtica puñalada la frialdad con la que el Papa le expulsó tras su imputación. "He sido tratado como el peor de los pedófilos, ridiculizado por los medios de comunicación de todo el mundo. Y la marca de la infamia permanecerá sobre mí", llegó a declarar el prelado.

Becciu no fue el único. A lo largo de su pontificado, a Francisco no le tembló la mano a la hora de cortar las cabezas necesarias para acabar con las intrigas vaticanas que habían propiciado la dimisión de su predecesor, Benedicto XVI Uno de los primeros fue. el controvertido cardenal Tarcisio Bertone, que llegó a manejar tanto poder como número dos del Vaticano en tiempos del papa alemán que se creyó invencible. Sin embargo, según sus críticos, la autoridad pontificia de Francisco acabó convirtiéndolo en un monarca absoluto que estaba lejos de la sinodalidad que predicaba.

Mano dura contra los críticos

La mano dura del papa argentino contra sus críticos acabó por convertirlos en una especie de contrapoder. No es casualidad que al frente de la corriente tradicionalista que podría influir en el próximo cónclave haya prelados que se enfrentaron al pontífice argentino antes de que les apartara de sus cargos o los obligara a jubilarse.

Uno de los más representativos es el caso del teólogo conservador Gerhard Müller, muy cercano a Benedicto XVI y conocido por su oposición a las reformas impulsadas por Francisco, que lo liquidó en el 2017 después de cinco años como prefecto de la Congregación de Doctrina para la Fe. "Al final de la breve conversación, me dijo brevemente: «Ha cumplido su mandato. Gracias por su trabajo», sin darme una razón, y tampoco me la dio después", relató el cardenal alemán sobre la frialdad con la que fue defenestrado.

El caso más reciente fue el del ultraconservador estadounidense Raymond Leo Burke, al que Francisco desahució de su apartamento vaticano de 400 metros cuadrados porque el pontífice consideró que estaba utilizando esos recursos contra la Iglesia. Burke había sido –junto con el alemán Walter Brandmüller, el mexicano Juan Sandoval, el arzobispo retirado de Hong Kong Joseph Zen y el guineano Robert Sarah– autor de un documento (dubia, en términos teológicos) en los que planteó al pontífice su inquietud ante el sínodo de los Obispos, que reflexionó sobre el acceso al sacerdocio de hombres casados, el diaconado femenino o la bendición a las parejas homosexuales.

El cardenal africano Sarah, ex prefecto para la Congregación del Culto Divino y una de las voces más autorizadas en cuestiones litúrgicas, fue más allá en su enfrentamiento con el pontífice tras publicar un libro en el que cargaba contra las reformas de Francisco y lo presentaba como "escrito a cuatro".

Este desafío no sólo originó el enfrentamiento más grave entre Francisco y el papa emérito durante su larga convivencia en el Vaticano, sino que también puso fin a la prometedora carrera del histórico secretario del papa alemán, el arzobispo Georg Gänswein, quien más tarde pasó cuentas con el papa argentino en otro polémico libro.

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