Keir Starmer, nuevo 'premier': "La reconstrucción del país es un trabajo urgente, y lo empezamos hoy"

El líder laborista nombra a los cargos más relevantes del gobierno, que se reunirá por primera vez este sábado

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El primer ministro entrante, Keir Starmer, junto a su esposa, Victoria Starmer, por primera vez en su residencia oficial en Downing Street.

LondresSin tiempo que perder. El relevo de poder en Reino Unido es inmediato. A las cinco de la madrugada de este viernes el Partido Laborista conseguía superar el umbral de la mayoría absoluta (326 escaños; ha obtenido 412, a falta de conocer el resultado de dos distritos), y siete horas y media después, Keir Starmer, acompañado de su mujer, Victoria, entraba en Downing Street después de haber recibido el encargo del rey Carlos III de formar nuevo ejecutivo, y de haberse convertido así en el premier número 58 de la historia del país.

Y también sin tiempo para perder, frente a la famosa puerta negra del número 10, Starmer ha afirmado: "Con respeto y humildad, os invito a todos a unirse a este gobierno de servicio en la misión de una renovación nacional. Nuestro trabajo es urgente y lo empezamos hoy". Un trabajo de "reconstrucción del país ladrillo a ladrillo, porque se necesita un reset –ha remachado–. ¡No dude que el trabajo del cambio comienza inmediatamente!"

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Rehacer el país desde los cimientos exige, sin embargo, la tarea de rehacer la confianza de la opinión pública en la clase política. Uno de los síntomas más evidentes de la poca confianza puede ser la escasa participación en las elecciones del jueves, ya que apenas ha rozado el 60%, una de las más bajas desde la Segunda Guerra Mundial: "Si te preguntara ahora si cree que el Reino Unido será mejor para sus hijos, sé que muchos de ustedes diría que no. Así que mi gobierno luchará todos los días hasta que lo vuelva a creer. sólo por la determinación de servir sus intereses. Nos ha dado un mandato claro y lo utilizaremos para aportar cambios, para restaurar el servicio y el respeto a la política. habéis votado–, les digo directamente: mi gobierno les servirá”

performance de Starmer no ha tenido ni la estridencia ni la pomposidad de las de Boris Johnson, ni mucho menos la vacuidad de las de Liz Truss ni menos aún la ligereza de Rishi Sunak, los tres antecesores, pero sí ha ofrecido método y equilibrio, quizás dos de sus características más relevantes, si se acepta como cierta la visión que da el biógrafo Tom Baldwin. No en vano, Starmer ha logrado en tiempo récord la recuperación del laborismo tras cosechar, en el 2019, la peor derrota de su historia en 90 años.

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Coreografía tradicional

La coreografía de los acontecimientos vividos este viernes en el centro de Londres se ha mantenido estrictamente apegada a la tradición británica del relevo de poder. Rishi Sunak había admitido de madrugada la magnitud de la derrota conservadora y, desde ese momento, todo ha venido rodado. A las once y media de la mañana, el hasta entonces primer ministro comparecía ante el número 10 de Downing Street –en ese momento caía una ligera lluvia–: "He oído su ira", confesó en referencia al dictamen inapelable de las urnas. Al cabo de unos minutos, visitaría al rey Carlos III para presentarle la dimisión y para recomendarle que encargara la formación de gobierno al ganador de las elecciones. Al mismo tiempo, informaba también que en un futuro próximo, cuando se hayan establecido los mecanismos adecuados, dimitirá como líder tory.

El primer ministro, Keir Starmer, y su esposa, Victoria Starmer, saludan a un grupo de personas en Downing Street.

Poco antes de las 13:00 h, hora local, Keir Starmer entró en el número 10 de Downing Street, después de haber pronunciado su discurso, que se alargó poco más de seis minutos. Y casi de inmediato, como había afirmado, ha comenzado el trabajo de nombramiento de sus ministros, que se reunirán por primera vez este sábado.

Y la tradición ha continuado con el desfile de los nuevos miembros del ejecutivo por el callejón más famoso del mundo hasta llegar la puerta del número 10. Angela Rayner, la número dos del partido, una mujer de origen muy humilde que fue madre con 16 años, ya la que la derecha mediática y el Partido Conservador habían puesto en el punto de mira en los últimos meses por un supuesto escándalo que no existía, ha sido nombrada vicepresidenta del ejecutivo y ministra de Equiparación Territorial.

Angela Rayner, número 2 del gobierno británico y del Partido Laborista, llegando a Downing Street este viernes.
La nueva ministra del Tesoro, Rachel Reeves, en Downing Street este viernes.
La laborista Yvette Cooper, nueva ministra del Interior del Reino Unido, en Downing Street.

Otra mujer, Rachel Reeves, antigua técnica del Banco de Inglaterra, se ha convertido en la primera ministra del Tesoro de la historia del Reino Unido. Reeves advertía esta pasada madrugada del estado más bien pobre de las finanzas públicas del país. "No hay una gran cantidad de dinero en las arcas públicas. Por tanto, lo que debemos hacer es desbloquear la inversión del sector privado", toda una declaración de intenciones que remite a la tercera vía del Nuevo Laborismo y la ción entre el estado y los mercados. "La misión principal de este gobierno –ha dicho después de ser nombrada– es restaurar el crecimiento de la economía".

Yvette Cooper, otra mujer, ha asumido una de las cuatro carteras más relevantes, y quizá la más empinada, la de Interior. Y David Lammy, otro hombre de orígenes muy humildes, del noreste de Londres, barrio de Tottenham, ha asumido la responsabilidad del Foreign Office. Será Lammy y el también recién nombrado ministro de Defensa, John Healey, el único miembro del gobierno de Starmer que ya había formado parte del último ejecutivo laborista (2010) de Gordon Brown quienes acompañarán a Starmer la próxima semana en Washington, en la primera cumbre de relevancia internacional, la reunión de la OTAN, en la que participará el nuevo primer ministro entre los días 9 y 11.

La promesa de Starmer de empezar el trabajo de reconstrucción del país "de forma inmediata", el evidencia de un desencanto de la opinión pública por el estado de la economía y de los servicios públicos, los 4,1 millones de votos casi insurgentes y poco menos que de extrema derecha del Partido Reformista, los 1,9 millones de los Verdes y la constatación de que los dos grandes partidos han logrado menos del 60% de los votos en total son algunos de los indicadores que ponen de manifiesto a los que se enfrenta el nuevo ejecutivo. Quizá tenga cien días de gracia, contando con el paréntesis vacacional de agosto, pero poco más. Y si Starmer no acierta, Farage parece dispuesto a hacer de la protesta y la agitación constante una herramienta de presión.

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