Macron, una historia de ambición y traición
El reelegido presidente fue ministro de Hollande, de quien se alejó para lanzar su carrera presidencial
ParísCuando hacía un año y medio que era presidente, en una jornada de Patrimonio celebrada en los jardines del Elíseo, Emmanuel Macron le espetó a un joven en el paro que se quejó porque no encontraba trabajo: “Siempre hay restaurantes que buscan gente. Cruzo la calle y le encuentro un trabajo”. La frase se hizo célebre en Francia y se han hecho todo tipo de bromas, pero más allá de la anécdota sirve para ilustrar el carácter a menudo arrogante de Macron. Las actitudes soberbias –alimentadas por una gran inteligencia y un buen dominio de la oratoria– son uno de los puntos débiles del hombre que en 2017 se convirtió en el presidente más joven de la historia republicana de Francia con 39 años. Este domingo se ha convertido en el primer presidente en 20 años que consigue ser reelegido.
Hace cinco años, Macron llegó al Elíseo después de décadas en las que Francia había alternado presidencias socialistas con presidencias conservadoras. Se presentó con una plataforma nueva, La República en Marcha, que rechazaba la etiqueta de derechas o de izquierdas. Prometía una nueva política fresca, optimista, que uniera a los ciudadanos en vez de dividirlos y lo hacía en medio de una profunda crisis de los partidos tradicionales y de un enorme desencanto y frustración de muchos ciudadanos de izquierdas por las promesas incumplidas de François Hollande.
“Macron es el producto de la descomposición del sistema. El enterrador del sistema. Es la razón por la que votaron por él”, sostiene Aquilino Morelle, exasesor de Hollande. “¿Qué le dijo a la gente? «Hace 25 años que os están mintiendo: esto de que hay derecha o izquierda es falso»", explica Morelle, que también trabajó con Macron, a quien define como “libre en el pensamiento y valiente, siempre dice lo que piensa”.
Traición a Hollande
El reelegido de nuevo presidente de Francia había sido ministro de Economía de Hollande y llegó al poder después de una jugada que el propio presidente socialista calificó de “traición”. En 2012 Hollande lo nombra secretario general adjunto de su gabinete presidencial y lo hace ministro en 2014. En aquella época lo considera su discípulo y los une una relación muy estrecha. Explica el periodista de Le Monde autor del libro sobre Macron Le traître et le néant, Gérard Davet, que Hollande confía en él e incluso se atreve a pensar que aquel joven enarca –exalumno de la prestigiosa Escuela Nacional de Administración– ambicioso, culto e inteligente podría ser su relevo presidencial en 2022 o en 2027.
Pero Macron tiene prisa para escalar posiciones y no esperará que Hollande se eche a un lado. Mientras todavía está en Bercy, prepara el terreno para crear una plataforma que más tarde se convertirá en partido político. Crea En Marcha a espaldas de Hollande y va tejiendo relaciones políticas para dar el salto. “Macron percibe la terrible nulidad de Hollande y piensa que, si un tipo así ha sido presidente de la República, cualquiera puede serlo”, sostiene Morelle. Emmanuel Macron aprovecha la caída de popularidad de Hollande para dejar el gobierno y posteriormente lanzar su candidatura para las elecciones de 2017. Se consuma la traición.
La abuela Manette
Nacido en 1977 en Amiens (Alta Francia), Macron procede de una familia de médicos. Su madre es pediatra y su padre neurólogo. Estaba muy unido a su abuela materna, a quien llamaba cariñosamente “Manette”, una maestra que por las tardes, después de la escuela, le enseñaba a leer y le transmitió su amor por la literatura. Es en su época del instituto, todavía en Amiens, cuando Macron conoce con 16 años a la que después sería su mujer, Brigitte. Su historia de amor es mundialmente conocida: Brigitte, 24 años mayor que él, casada y madre de tres hijos, era su profesora de francés. En su casa no veían con buenos ojos la relación y solo la abuela Manette apoyó al joven Macron.
Desde su llegada al Elíseo, Brigitte siempre ha estado cerca de Macron. Es habitual verla acompañando al presidente en los viajes, en los mítines electorales o las ruedas de prensa. En una entrevista en 2020, la primera dama habló de la supuesta arrogancia de su marido. “No digo que no exista […] y hablamos de ello, pero no acabo de verlo. Se trata de seguridad, pero quizá hay algo en las formas que no es lo adecuado”, razonó.
A Macron no solo se le reprocha su arrogancia y su lejanía con los ciudadanos. También la carencia de un proyecto político claro, de una ideología. Después de cinco años en el poder, se percibe como un presidente para los ricos, más a la derecha que a la izquierda. Pero nadie sabe quién es del todo ni qué piensa. “¿Qué haría Macron si pudiera hacer lo que quisiera? No lo sabemos. Quizá él tampoco. Ni sé si lo sabe, quizá se está construyendo a sí mismo a medida que lo experimenta en la práctica”, concluye Aquilino Morelle.