Un soldado gay en el frente de Ucrania: "Si me matan, mi pareja no podrá recoger mi cuerpo"
La invasión rusa acelera los trámites de la ley de unión civil entre personas del mismo sexo
Kiiv“Es una broma, ¿no? Mejor no hables mucho de este tema”. Es la respuesta que recibió Víktor, un soldado ucraniano de 32 años, cuando intentó hablar de su homosexualidad entre sus compañeros militares cerca del frente. Daniel Skripnik, un artista ucraniano de 25 años, todavía tiene en las piernas los rasguños de la última agresión que sufrió a manos de un grupo de cinco hombres hace dos meses. Ocurrió en Podil, uno de los barrios más modernos del centro de la capital ucraniana: “Me señalaron por la forma de vestir y me empezaron a gritar: "¡Gay!" Esto, para ellos, fue motivo suficiente para atacarme".
A Andrii, de 53 años, ya no le sorprenden estos episodios. Ha vivido en la Ucrania soviética y también ha sido testigo de cómo ha ido evolucionando el país con la independencia. Sabe que ambas Ucranias tienen un mal común: la homofobia. Y hace más de dos décadas que lo combate, desde la organización Nash Suit –en ucraniano, Nuestro mundo–, que fundó en 1997 para apoyar al colectivo LGTBI. “Llevo veinte años con mi pareja y estoy muy orgulloso. Sabemos que queda mucho por hacer, lo vemos cada día en nuestra organización cuando constantemente recibimos llamadas de personas que sufren situaciones de discriminación por su orientación sexual en la calle, en el trabajo e incluso con la policía”, denuncia.
Precisamente Daniel los llamó ante la falta de respuesta de la policía. “Llamé a la policía y su respuesta fue que todos los vehículos estaban ocupados y que no podían ayudarme. Su actitud cambió cuando mi caso saltó a los medios ucranianos. Entonces empezaron a ser respetuosos conmigo, a mostrar interés, y me ayudaron a identificar a los agresores. Ahora ha llegado a los tribunales", explica el artista, que recuerda que hace siete años otro grupo de hombres también lo agredió en su región natal, Lugansk. “Cuando algunos amigos heterosexuales me preguntan por qué comparto mi historia en los medios, les digo: 'Porque quiero tener la misma vida que tú'".
Una Ucrania más tolerante
Sin embargo, están convencidos de que la Ucrania que saldrá de la guerra será un país mucho más tolerante con la comunidad LGTBI y en sintonía con el resto de valores europeos. De hecho, en el Parlamento ucraniano ya se tramita la ley de unión civil entre personas del mismo sexo promovida por once diputados, entre ellos Inna Sovsun. “Es muy posible que este invierno se apruebe la ley. Hace muchos años que la esperamos. Queremos diferenciarnos de Rusia y acercarnos a la Unión Europea y, por tanto, es hora de dar este paso”, explica Andrii en una terraza de Kiev una mañana soleada.
Andrii recuerda que la conocida como Revolución de Maidan del año 2014 hizo que, por primera vez, el tema entrara en la agenda política. “Después de los eventos de 2014, Ucrania firmó un acuerdo de asociación con la UE y esto ya nos obligó a asumir algunos compromisos relacionados con la comunidad LGTBI, como la protección en el ámbito laboral”. La activista considera que la sociedad ucraniana es mucho más avanzada que el Parlamento. “Tampoco podemos obviar la influencia que todavía tiene la Iglesia en Ucrania. Pero la guerra lo ha cambiado todo. Hace un año era mucho más difícil plantear semejante ley”.
Uno de los temas más urgentes es dotar de derechos a los combatientes LGTBI, sobre todo a los que están en el frente. Ahora mismo, dado que sus relaciones no tienen un reconocimiento legal, si son heridos o muertos en el campo de batalla las parejas no pueden tomar decisiones sobre sus tratamientos médicos ni recoger su cuerpo. Tampoco tienen derecho a la pensión de viudedad. "He pensado muchas veces que mi pareja no podría ni siquiera recoger mi cuerpo si me mataran", dice Víktor, que ha luchado en el frente de Bajmut. "Si no se aprueba esta ley, las personas LGTBI del ejército continuaremos siendo tratadas como ciudadanos de segunda", lamenta.
Y, aunque en el ejército hay una unidad militar LGTBI, Víktor reconoce que no será tarea fácil cambiar la mentalidad de gran parte de la sociedad ucraniana por una herencia soviética que considera todavía muy arraigada: “La Unión Soviética quería controlar todas las áreas de nuestras vidas, lo que implica también controlar nuestros deseos sexuales. Todo esto ha hecho que todavía nos cueste, por ejemplo, besar a la pareja en público”.
La familia, cómplice de la homofobia
La experiencia de Daniel es una radiografía de cómo una gran parte de la sociedad no acepta a las personas LGTBI. No solo por las dos agresiones homófobas que ha sufrido, sino también por cómo su familia lo ha tratado por ser gay. De pequeño, su madre lo amenazó con expulsarlop de casa cuando un día con un amigo empezaron a hablar de la homosexualidad. Pero sobre todo fue su padre quien más lo maltrató psicológicamente. “Siempre me decía que había algo malo en mí. Estaba decepcionado por mi orientación sexual. Por suerte, ya no tengo contacto con él”, explica. Daniel está convencido de que todos los episodios homofóbicos le han ayudado a saber “quién es” y sobre todo a no querer esconderse más. “Los hombres que me atacaron querían destruirme pero me han hecho más fuerte. He sacado a la luz lo que todavía sufrimos, muchas personas me han enviado mensajes dándome las gracias”, añade.
Víktor también echa de menos poder hablar de sus parejas, de sus sentimientos y de su identidad con la familia. Siente tristeza por no tener este espacio de seguridad con sus familiares. Él mismo reconoce que su madre lo ha "manipulado" diciendo que en un contexto de guerra es mejor "no hablar de ello". Este apoyo, sin embargo, sí lo ha encontrado en su hermana y en la terapia psicológica que sigue desde que se fue a luchar.
Los tres están convencidos de que solo hay una manera de salir adelante en la lucha contra la homofobia: con visibilidad y rompiendo el silencio. Esperan la derrota rusa para conseguir la libertad de su país, pero también la libertad de poder ser ellos mismos.