La extrema derecha cambia por primera vez una cumbre de la UE
De Wever y Meloni hacen fracasar los dos grandes acuerdos que se preveían cerrar en el Consejo Europeo de este jueves
BruselasLa primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el primer ministro belga, Bart De Wever, forman parte de la misma familia de extrema derecha, del grupo europarlamentario Conservadores y Reformistas Europeos (CRE). Sin embargo, los líderes comunitarios los recibieron con los brazos abiertos y les ven una extrema derecha fiable y completamente comprometida con el proyecto común. En opinión de la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, son la extrema derecha menos extrema derecha, manteniendo una muy buena relación. Por eso, la derecha tradicional europea no ha tenido ningún tipo de pesar con romper el cordón sanitario, y De Wever y Meloni han pasado de suponer una amenaza para el futuro de la Unión Europea a formar parte del hueso de decisión del blog.
Hasta ahora, tanto la italiana como el flamenco han jugado un papel constructivo e incluso de liderazgo dentro del bloque europeo. No tienen nada que ver con, por ejemplo, Viktor Orbán, tal y como se temía en un principio. Su compromiso con Ucrania y la seguridad europea ha sido incuestionable. Sin embargo, por primera vez, dos dirigentes de extrema derecha han dado la vuelta a un Consejo Europeo y han evitado que cierren los dos grandes acuerdos con los que los líderes del club comunitario querían cerrar el año: el uso de los fondos rusos congelados en la UE para enviar un préstamo en Ucrania y la ratificación final del acuerdo comercial con Mercosur.
El primer ministro belga, que hasta hace poco era uno de los principales dirigentes del independentismo flamenco, se ha erigido en un héroe nacional. Ha defendido hasta el final que, por el bien de su país, la UE no podía utilizar como garantía para enviar un préstamo a Ucrania a los cerca de 185.000 millones que se encuentran depositados en Bruselas. De Wever consideraba que era un riesgo demasiado elevado porque existían dudas si la medida vulneraba el derecho internacional y temía tener que devolver todo ese dinero a Rusia en un futuro. El diario Le Soir, que es totalmente contrario al nacionalismo flamenco y pedía en un editorial aceptar ese uso del dinero ruso, publicó una encuesta en la que casi el 70% de los belgas apoyaban a De Wever en su empresa.
La victoria del primer ministro, que salió del encuentro triunfante, no es menor. Ha logrado tumbar al estado miembro mayor e influyente de la UE, Alemania, y la voluntad de la propia Von der Leyen y la gran mayoría de estados miembros. El canciller Friedrich Merz había llegado a asegurar que no existía un plan B en el uso de los fondos rusos. La alternativa era fracasar en la intención de reforzar Ucrania en un momento clave de la guerra y garantizarle un funcionamiento predecible ya largo plazo. "Hoy hemos demostrado que los países pequeños también tenemos voz y que no estamos simplemente dirigidos por las grandes capitales", celebraba De Wever.
Además, el primer ministro belga también ha querido rebajar el tono belicista de algunos de los socios europeos y en contra del expansionismo ruso. Hasta el punto de que algunas de las declaraciones que ha hecho rodeado de periodistas, entre los que se siente muy cómodo, recuerdan posicionamientos más pro-rusos dentro de la UE. "Claro que hay gente a la que no le gusta Vladímir Putin y le quiere castigar apropiándose de su dinero. Pero la política no es un trabajo emocional y la razón ha prevalecido", apuntaba el dirigente de extrema derecha.
La ambivalencia clave de Meloni
El dirigente flamenco no era el único que iba a contracorriente. Aparte de los sospechosos habituales, como la Hungría de Víctor Orbán, Meloni también le mostró apoyo y el gobierno italiano criticó en una carta que se estuviera presionando a De Wever hasta ese nivel sin ofrecer las garantías legales que pedía. Según apunta el diario Financial Times, las reticencias de Italia también fueron claves dentro del Consejo Europeo de este jueves porque a las dos de la madrugada, cuando ya llevaban unas catorce horas negociando, los líderes europeos se dieran por vencidos y abogaran por una opción alternativa para financiar de forma temporal a Ucrania: la emisión de deuda común.
En cuanto al acuerdo comercial de la UE con Mercosur, el papel de Meloni aún ha sido más determinante. Parecía estar ya cerrado y Von der Leyen ya tenía previsto viajar este fin de semana a Brasil para escenificar la firma definitiva con dirigentes latinoamericanos. A última hora, por las divisiones en su gobierno y por contentar a los agricultores italianos, la primera ministra italiana se dio marcha atrás y se sumó a la minoría de bloqueo, que lideran Francia y Polonia.
Con todo, Meloni deja la puerta abierta a dar su visto bueno en los próximos días y fuentes de la Comisión Europea aseguran que el viaje a Brasil se ha aplazado sólo un mes. Y, de hecho, Alemania y España, que son dos de los países más favorables al entendimiento comercial, mantienen su optimismo. "Llevamos 25 años esperando un acuerdo; podemos esperar 25 años y un mes", dijo Pedro Sánchez en rueda de prensa.