Un tribunal alemán condena a una taquígrafa de los nazis como cómplice en 10.000 asesinatos
Sentencia de dos años de libertad condicional para Irmgard Fruchner, de 97 años, en uno de los últimos juicios sobre el Holocausto
Dortmund (Alemania)En uno de los últimos juicios que puede haber en Alemania sobre el Holocausto, este martes por la mañana un tribunal regional del país ha condenado a una ex secretaria de un campo de concentración nazi a dos años de prisión en libertad condicional. Los jueces han constatado que Irmgard Furchner, de 97 años, fue cómplice del asesinato de más de 10.000 personas entre 1943 y 1945. La condenada ha comparecido en el juicio escondiendo el rostro tras un sombrero, una mascarilla FFP2 y una bufanda, y el tribunal ha ordenado a los medios que distorsionaran las imágenes.
Según consta en la audiencia territorial de Itzehoe, en el estado federado de Schleswig-Holstein, al norte de Alemania, la acusada trabajó dos años como taquígrafa y mecanógrafa del comandante Paul Werner Hoppe en el campo de concentración de Stutthof, en la Polonia ocupada. Para el tribunal queda comprobado que Furchner colaboró en unas instalaciones “de asesinatos sistematizados”.
Testigos del juicio han observado, con todo, que Furchner se ha mostrado relativamente impasible y apenas ha mirado con atención en determinadas ocasiones al juez y a los supervivientes querellantes. A sus 97 años era muy consciente de todo lo que se decía en la sala.
Con este veredicto, el tribunal ha accedido a la petición de la Fiscalía. Los abogados de la defensa habían pedido la absolución alegando que no se había podido probar, sin ningún tipo de duda, que su clienta hubiera tenido conocimiento de los asesinatos perpetrados en el campo de concentración.
El proceso empezó el 30 de septiembre de 2021. Durante las 40 sesiones del juicio, el tribunal escuchó a ocho de los 31 querellantes como testigos. Los supervivientes informaron sobre las infames condiciones de vida de los encarcelados en el campo de Stutthof, cerca del actual Gdansk, donde se calcula que murieron 65.000 personas, entre las cuales muchos judíos.
“La acusada ha sido declarada culpable por el tribunal por complicidad con miles de asesinatos. El derecho penal estatal no puede hacer más en términos de contenido”, ha resumido este martes el abogado Hans-Jürgen Förster, que ha representado a cuatro supervivientes como demandantes conjuntos.
Reparación
Para la fiscal Maxi Wantzen este juicio es de una “gran importancia histórica”. “Es potencialmente, debido al paso del tiempo, el último de este tipo”, ha dicho. Por eso pidió una sentencia de dos años de prisión sin cumplimiento obligatorio, la pena más larga posible sin tener que entrar en la prisión.
A menudo en este tipo de procesos contra cómplices que trabajaron en campos de concentración nazis se cuestiona si hay que poner ante la justicia a personas de edad avanzada y salud frágil que no asumieron ningún liderazgo en el trabajo que ejercieron hace más de 70 años. Pero la respuesta queda clara escuchando a los supervivientes. Ellos no quieren ser víctimas del proceso. Tienen aproximadamente la misma edad que las personas enjuiciadas y tener que viajar a su pasado para dar testigo en el juicio no les resulta nada fácil. Se lo toman más como un deber de cara a las generaciones futuras que como un acto de represalia hacia las personas condenadas.
Los crímenes del Holocausto están pasando lentamente a un segundo plano. En cambio, los delitos xenófobos y antisemitas perpetrados por la extrema derecha son omnipresentes en Alemania.
La primera mujer civil
Irmgard Furchner es la primera mujer civil en Alemania que tiene que responder por los crímenes en campos de concentración como secretaria del horror. Al principio no se tomó nada bien el inicio del proceso: acusó a la Fiscalía de haber registrado su habitación en la residencia de ancianos donde vive; escribió al juez una carta con tono firme cuando se presentaron cargos contra ella; huyó el primer día de juicio, la policía la detuvo horas después en Hamburgo y pasó cinco días en prisión preventiva. Solo al final del juicio rompió su silencio: “Siento todo lo que pasó. Me arrepiento de haber estado en ese tiempo en Stutthof. No puedo decir nada más”.
Casi 78 años después de la Segunda Guerra Mundial, se está acabando el tiempo para llevar ante la justicia a los criminales vinculados con el nazismo. En los últimos años se han abandonado varias causas porque el acusado había muerto o no pudo comparecer ante el tribunal.
En 2011, la condena de John Demjanjuk, antiguo guardia del campo de exterminio de Sobibor, sobre la base que formó parte de la maquinaria asesina de Hitler, marcó un precedente legal y allanó el camino para juicios similares. A partir de entonces, guardias, secretarios y auxiliares a los que no se pudo demostrar ninguna implicación individual en los crímenes fueron considerados culpables.