La gran fuga de Rusia

Personas y empresas abandonan deprisa y corriendo el país euroasiático

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Una tienda de recuerdos turísticos con imágenes del presidente ruso, Vladímir Putin, en Moscú.

MoscúEn la terminal de Domodédovo, uno de los principales aeropuertos de Moscú, hay mucha gente que quiere salir. Las compañías lo saben. Los vuelos en Estambul, la salida más fácil y habitual, han pasado de costar 200 euros a costar casi 2.000. Hoy es prácticamente imposible encontrar uno antes del mes de mayo. Y ya empiezan a subir los precios para los de aquellas fechas. Hay familias que quieren un futuro mejor para sus hijos y, sobre todo, evitar que les toque hacer el servicio militar. Periodistas que han trabajado en medios opositores temen que en un futuro Rusia sea todavía más represiva, textualmente “como en la época de Stalin”, y prefieren protegerse a sí mismos y a sus seres queridos. 

Conseguir billete no es sencillo y tampoco es ninguna garantía de poder salir. Las dificultades, totalmente previstas, se pueden afrontar a través de páginas web como la de La salida desde Rusia hacia el mundo libre. En este portal hay consejos sobre qué países escoger para marcharse –las mejores opciones son Armenia y Georgia, por proximidad, pero también está Cabo Verde y Sri Lanka–, así como compañías y consejos logísticos. Los consejos más importantes, sin embargo, son los que hacen referencia a los interrogatorios que, según esta página, hacen agentes de los servicios secretos. Algunos testigos aseguran que los han retenido cerca de siete horas y otros explican que no los han dejado marcharse, especialmente si eran hombres jóvenes en edad de hacer el servicio militar. Se teme que vayan a luchar a Ucrania contra su propio país. Pero lo más importante que se explica en la web es qué se tiene que decir y, sobre todo, qué expresiones o frases hay que evitar. Por ejemplo, no se debe hacer referencia a “tus derechos”.

Por su parte, los que han salido prefieren mantener la prudencia. Muchos de ellos prefieren no hablar con la prensa, porque tienen familia o amigos en Rusia y temen por lo que les pueda pasar. “¿Vienes? Medio Moscú ya está aquí, ¡en Armenia!”, le dice un familiar por mensajería a Naira. De ascendencia armenia, explica que buena parte de sus conocidos quieren marcharse y algunos ya lo han hecho, y la animan a hacerlo. En algunos casos se espera que la situación se calme, pero en otros la decisión es firme. Los que quieren volver esperan poderlo hacer cuando se esparzan los rumores de la aplicación de la ley marcial, que planean desde finales de febrero, o cuando mejore la situación económica.

Occidente abandona Rusia

Los más proclives en salir del país han sido los foráneos. Hace unos meses los grupos en las redes sociales de expatriados que viven en Rusia estaban llenos de preguntas banales como “¿Dónde hay buenos restaurantes mexicanos en Moscú?” o “¿Dónde puedo comprar una videoconsola de segunda mano?”. Desde el inicio del conflicto las preguntas más habituales son sobre cómo hacer transferencias entre cuentas bancarias europeas o norteamericanas y rusas, o sobre cómo salir del país. Con el espacio aéreo de la Unión Europea cerrado, volver a Europa o a Estados Unidos no es fácil. “¿Puedo salir por tierra hasta Finlandia?" o “¿Se puede volar hasta Armenia?” son preguntas recurrentes. También hay gente que ofrece espacio en coches para ir desde Moscú hasta lugares como Estonia, a 815 kilómetros, o Kazajistán, a 1.277.

Maixa, profesora en una escuela de idiomas de Moscú, explica que “muchos profesores extranjeros han decidido abandonar el país”. A pesar del problema evidente que esto supone para el funcionamiento del centro, añade con sorna : “Al fin y al cabo, como ya no podremos viajar a ninguna parte, no nos hará falta saber idiomas extranjeros”. Me es difícil cuantificar cuántos extranjeros de mi entorno más próximo todavía no han salido del país. Incluso extranjeros que se consideran partidarios del gobierno ruso –como contraposición a Estados Unidos y la OTAN–, como es el caso de algunos latinoamericanos, han empezado a marcharse. La difícil situación económica, con salarios más bajos y muchos problemas para hacer transferencias entre cuentas, les ha obligado a tomar esta decisión a pesar de continuar justificando lo que pasa en Ucrania y culpando únicamente a Washington.

La Rusia autárquica

Rusia se ha desconectado de Twitter, Facebook y LinkedIn, y este domingo bloqueará Instagram. En principio la ley rusa prohíbe el uso de VPN –una herramienta para hacer que un dispositivo esté conectado como si estuviera en otro país– para acceder a páginas bloqueadas por el gobierno. En los últimos días se ha hablado de una exención a esta norma, pero solo para Instagram y Facebook, para permitir el acceso únicamente por VPN. Aun así, algunas voces afines al Kremlin como Margarita Simonian, directora de Russia Today, se mantienen activas en Twitter a pesar de que teóricamente no pueden acceder a él.

Marcas como Audi, Ikea, Apple, Coca-Cola y McDonald's, entre otras –una cincuentena de grandes empresas occidentales–, han abandonado o parado su producción en Rusia. Con los precios escalando, miles de rusos han perdido el trabajo. Y los que trabajan para empresas extranjeras que todavía siguen en Rusia temen cada día que al día siguiente su compañía anuncie que abandona el país.

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