El impacto regional del golpe de estado en Guinea

En los últimos años varios países de África Occidental han vivido episodios similares

Jaume Portell
y Jaume Portell

Barcelona“Guinea es bella y no queremos violarla más. Queremos hacerle el amor”. Con un tono de voz suave y envuelto con una bandera del país, el militar Mamadi Doumbouya acababa así su discurso en la televisión nacional de Guinea Conakry. El ejército anunciaba lo que se sospechaba desde hacía horas: los días de Alpha Condé como presidente del país habían acabado. El golpe militar ha sido en Conakry, la capital del país, pero los efectos se notarán en todo África Occidental.

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Durante la mayor parte de su vida, Condé luchó contra las dictaduras que gobernaban Guinea. Este país hizo historia cuando en 1958 se negó a formar parte de la comunidad francoafricana propuesta por Charles de Gaulle. El voto negativo de los guineanos se tradujo en la independencia del país, que también abandonó el franco CFA, la moneda colonial francesa. París reaccionó inundando el país de moneda falsa para destruir su economía. Guinea nunca se recuperó de esta sacudida y encadenó regímenes autoritarios a los que Condé se enfrentó, hecho que pagó con la prisión y el exilio. Esto lo convirtió en un referente de los sectores progresistas africanos de los 70. Su llegada a la presidencia en 2010, cuando prometió acabar con la corrupción, marcó el fin del control de los militares en Guinea. Finalmente, la generación más joven ha podido comprobar que Condé se parecía demasiado a los déspotas contra los que había combatido. Cuando cumplió los dos mandatos presidenciales –el máximo que permite la Constitución guineana–, Condé forzó un tercero pasando por encima de sus opositores políticos.

Una región convulsa

Y es por eso que el golpe de estado en Conakry tendrá un impacto regional. De hecho, en los últimos años varios países de África Occidental han vivido episodios similares. Como también ha sido similar la táctica de varios mandatarios de la región para perpetuarse en el poder: reformar la Constitución para optar a un tercer mandato. Por este motivo, desde Senegal miran con especial atención lo que pasa en Guinea. En Dakar sospechan que el presidente de Senegal, Macky Sall, también quiere un tercer mandato. Cuando Alassane Ouattara (Costa de Marfil) y Alpha Condé (Guinea Conakry) lo consiguieron, la inacción contra los dos regímenes fue leída como una puerta abierta. La caída de Condé, ahora, se ha convertido en una advertencia para el gobierno de Dakar.

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Doumboya, líder del golpe en Guinea, tomó parte en los ejercicios militares que los Estados Unidos hicieron en la región en 2019. En esos entrenamientos contra la amenaza yihadista en el Sahel también estaba Assimi Goita, hombre fuerte de Malí después de dos golpes de estado. Guinea Bissau también tiene al frente otro beneficiario de un golpe, Umaru Sissoco, que llegó al poder a raíz del levantamiento. Y en el Chad, después de la muerte en combate del dictador Idriss Deby, el poder pasó a su hijo, rápidamente reconocido por Francia y la diplomacia europea. El aumento del precio de los alimentos importados y la gasolina, entre otros factores, ha desestabilizado una zona rica en recursos naturales.

Hace unos meses, el portal Tribune publicaba una viñeta sarcástica que resumía perfectamente el panorama. En una habitación que, según se lee, es "El Sindicato de los Jefes de Estado de África Occidental", están buena parte de estos mandatarios. Salen Ibrahim Boubacar Keita y su hijo abandonando el aposento después del golpe de estado en Malí. Mientras tanto, Alassane Ouattara, presidente de Costa de Marfil, y el propio Condé juegan con las cartas de la Constitución para imponer el tercer mandato. De fondo, eI presidente senegalés, Macky Sall, y el nigeriano, Muhammadu Buhari, lo miran con atención.