Francia

"Si me obligan a vacunarme, dimitiré”

Cuarto sábado consecutivo de protestas contra el pasaporte covid francés y la obligación de los sanitarios a vacunarse

ParísDos días después de que el Consejo Constitucional haya dado el visto bueno a la extensión del pasaporte sanitario, que a partir de lunes también se tendrá que presentar para entrar en bares y restaurantes, unos 240.000 franceses han salido a las calles de todo el país por cuarto sábado consecutivo para protestar contra lo que consideran "una dictadura sanitaria". Aun así, según los sondeos, la mayoría de franceses ve con buenos ojos la iniciativa del presidente de la República, Emmanuel Macron, que empuja a los ciudadanos a los puntos de vacunación.

Así, el Elíseo ha evitado que el ritmo de vacunación se estanque, tal y como temía, puesto que Francia es uno de los países con el porcentaje más elevado de escépticos respecto a la eficiencia de la vacuna: casi seis de cada diez franceses no se querían vacunar a principios de año. De hecho, el mismo 12 de julio, cuando Macron, con la vista puesta en las presidenciales de abril del año que viene, anunció en un discurso solemne la extensión del pasaporte covid, un millón de personas pidieron cita para vacunarse y, a lo largo de la semana, tres millones más. Ahora mismo, ya hay más de 44 millones de franceses (66% de la población) al menos con una dosis puesta.

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Además, Macron anunció que a partir de septiembre todos los profesionales sanitarios que quieran continuar trabajando tendrán que estar vacunados, una medida que también ha validado esta semana el Consejo Constitucional y que va dirigida, sobre todo, a las enfermeras, de las cuales solo un 55% se habían querido vacunar antes del discurso del presidente francés. "No sé qué haré en septiembre, pero yo no me he vacunado y no lo pienso hacer. Si me obligan, dimitiré", responde un enfermero —prefiere no decir su nombre— que participa en la manifestación con su ropa de trabajo. "Yo no estoy en contra de las vacunas, estoy en contra de esta vacuna. No sabemos cómo irá y no nos pueden obligar a ponérnosla, por eso somos prudentes. Como mínimo, todo el mundo tendría que ser libre de elegir si quiere vacunarse o no", añade otra enfermera.

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El miércoles 21 de julio entró en vigor la primera extensión del pasaporte covid, que se adquiere con la pauta completa de la vacuna o un test negativo y se tiene que presentar para acceder a espacios culturales y deportivos con un aforo de más de 50 personas, como conciertos y festivales, museos, la mayoría de teatros, cines y gimnasios. Y, a partir del 1 de agosto, también es necesario para entrar en residencias de gente mayor, aviones, autocares y trenes de largo recorrido, además de restaurantes y bares (incluidas las terrazas).

"¿Lo encuentras normal, esto? Cuando te empiezan a recortar libertades ya no paran, ¡no nos podemos quedar callados!", responde una mujer —tampoco quiere que salga su nombre— que intenta demostrar a este periodista que se puede conectar por Bluetooth con un supuesto chip inoculado con la vacuna. "Somos la resistencia y liberaremos Francia de los políticos y de los medios de comunicación, que nos escondéis la verdad sobre el covid", argumenta una amiga suya con La marsellesa de fondo, que va sonando en bucle, y la bandera tricolor en la mano.

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No todas las manifestaciones, sin embargo, han sido protagonizadas por negacionistas. Hoy mismo, solo en París, se han celebrado cuatro, una de las cuales ha sido convocada por los chalecos amarillos. Algunas protestas incluso han recibido el apoyo de diferentes representantes políticos. El candidato de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, por ejemplo, llamó a manifestarse contra el "recorte de libertades desproporcionado", pero pidió distanciarse de los que comparan el pasaporte sanitario con una dictadura. Al otro lado del espectro político, la líder de extrema derecha Marine Le Pen, a pesar de que intenta mantenerse al margen de la polémica, también se opone y votó en contra. Y, hoy, una de las manifestaciones que ha congregado más gente ha sido convocada delante de la Escuela Militar por el líder de Los Patriotas, una escisión del partido lepenista Reagrupamiento Nacional. "No me importa quién la convoque, no soy de izquierdas ni de derechas, hago lo que me marca mi conciencia y mi corazón. ¡Soy libre!", responde Mélodie Millot, que se presenta como una activista espiritual. Por su parte, de momento, el gobierno francés hace como quien oye llover y se limita a repetir que son "una minoría".