¿Se acepte o no, qué implica el plan para Gaza de Trump y Netanyahu?

El presidente de EEUU da a Hamás "tres o cuatro días" para responder a la propuesta

Palestinos desplazados que huyen del norte de Gaza se mueven hacia el sur después de que las fuerzas israelíes ordenaran a los residentes que evacuaran, en el centro de la Franja de Gaza.
30/09/2025
4 min

BarcelonaEl plan para Gaza que presentaron el lunes por la noche el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu –que está perseguido por el Tribunal Penal Internacional como criminal de guerra, es preciso recordarlo–, no es una propuesta de paz sino un ultimátum. Sus veinte puntos exigen una rendición incondicional de Hamás y el resto de facciones palestinas, con la liberación de todos los rehenes israelíes en 72 horas como primer paso, el desarme verificable y el establecimiento de una autoridad extranjera comandada por Trump y el ex primer ministro británico Tony Blair, que como la creden 2003.

El compromiso para Israel es un alto el fuego, una retirada de sus tropas de Gaza que no se concreta con mapas ni calendarios y la entrada de ayuda humanitaria, que es moneda de cambio aunque Israel tiene la obligación legal de no bloquearla. El hambre provocada, que ha desatado la peor crisis humanitaria del planeta según todos los actores internacionales sobre el terreno, ahora se convierte en un chantaje para Hamás. Por si no quedaba claro, Trump ha explicitado el ultimátum: si Hamás no acata, Israel "acabará el trabajo". "Se puede hacer por la vía fácil o por la vía dura, pero se hará", insiste Trump, que este martes ha dicho que Hamás "tiene tres o cuatro días" para responder a la propuesta.

La abogada palestina experta en derechos humanos Noura Erakat lo ha resumido en una frase: "Es el plan de la Riviera de Trump con piel de cordero". Ahora toda la presión recae sobre Hamás, que no tiene opción alguna. Si lo rechaza, será visto como el responsable de que el genocidio continúe. Si lo acepta, no solo tendrá que entregar las armas, sino que estará dejando a toda la población de Gaza en manos de Trump y de Blair –es decir, de los principales aliados históricos de Israel– y de una coalición de tropas extranjeras –tampoco queda claro de qué países, pero ninguno de ellos amigo de la causa palestina– que ocupa.

Si responde no en el plan, será visto como el culpable de la continuación de los bombardeos y de la perpetuación del hambre contra una población civil exhausta después de dos años de ataques indiscriminados. Turquía y Qatar, partidarios del acuerdo, están hablando con la dirección de Hamás, sea quien sea. El cambio más sustancial del plan de Trump es que oficialmente no sólo Hamás se ha quedado solo, sino también a los palestinos de Gaza: los países árabes, Turquía y Europa han apoyado a la versión edulcorada de la Riviera en el Mediterráneo.

Un plan sin Palestina

El analista palestina Yara Howari, del think tank Al Shabaka: The Palestinian Policy Network, alerta al ARA de que, de nuevo, nadie ha tenido en cuenta a los palestinos en el diseño del plan que debe determinar su futuro. "Se niega a los palestinos la libertad de decidir cómo se define el marco de su futuro. Y eso forma parte de una política colonial que pretende dominarnos indefinidamente. El plan de Trump es sólo otro crudo ejemplo. Y la guinda del pastel es la implicación de Tony Blair, un criminal de guerra responsable de cientos de miles de muertos en Oriente Próximo".

Si Hamás no acepta el plan –la última vez que su delegación negociadora se reunió para discutir el plan de Estados Unidos para Gaza fueron bombardeados por aviones israelíes en Qatar– Trump ha dejado claro que Netanyahu seguirá teniendo luz verde para avanzar en Gaza, donde los últimos dos años ha avanzado en los últimos dos años. ni un hospital, ni una escuela, ni un pozo de agua intactos. El chantaje del hambre es el único incentivo para que la organización palestina acepte el plan. La periodista y analista palestina Mariam Bargouthi alerta a este diario: "Hay un desprecio absoluto en la vida de los palestinos, a que criaturas y adultos tenemos derecho a tener comida y agua ya no ser bombardeados. Y, en cambio, estos derechos básicos se presentan como un quid pro quo. Es repugnante y una forma clara de abuso por parte de la gente que tiene el poder y armas de destrucción masiva". El plan no concreta ni cuándo ni cómo deberían retirarse las tropas israelíes de Gaza y, además, le garantiza el control de las fronteras de la Franja sin condiciones, y establece un mecanismo de verificación del desarme de las desarmas. Netanyahu juega con todas las cartas: "Está claro que Netanyahu espera que Hamás diga no, lo que le facultaría para continuar la horrible guerra de Gaza, que provocará la muerte de los rehenes", alerta el periodista israelí Yossi Verter en las páginas de Haaretz. Tampoco queda claro qué pasará con los socios ultras del gobierno de Netanyahu, que defienden expulsar a todos los palestinos de Gaza y construir colonias, si se rompe la coalición de gobierno; es probable que Israel tenga que convocar elecciones a principios de 2026, meses antes de lo previsto. Y si el plan de Trump se aprueba, se habrá librado de la presión internacional que había empezado a materializarse, cuando el mundo se estaba planteando dejar de comprar y vender armas a Israel, imponerle sanciones o limitar sus relaciones comerciales.

El virtual estado palestino que las capitales occidentales han reconocido simbólicamente en los últimos meses sería aún más etéreo, con una Gaza bajo control internacional y una Cisjordania bajo una Autoridad Palestina que no hace nada por impedir la expansión de los asentamientos israelíes y el ahogo económico de las ciudades y pueblos. También le permitirá fugarse del error de haber ordenado a su ejército, contra el criterio de la cúpula militar israelí, la ocupación de Ciudad de Gaza antes del 7 de octubre. Queda una semana y los tanques y la destrucción avanzan, pero los soldados –que muestran ya signos de agotamiento– están muy lejos de controlar una ciudad densamente poblada, reducida a escombros y con actividad insurgente, un pantano para cualquier ejército convencional.

Tampoco nada garantiza a los palestinos que si ahora acatan habrá paz en Gaza. El último alto el fuego de enero-marzo lo rompió unilateralmente Israel sin sufrir consecuencia alguna, y desde entonces ha continuado el bloqueo de la ayuda humanitaria hasta provocar la peor crisis de hambre del mundo. Y eso mientras la opinión pública israelí, que no empatiza con los palestinos, está escandalizada por el abandono de los 58 rehenes, vivos y muertos, que siguen retenidos en la Franja. Si son liberados, Netanyahu tendrá las manos más libres, aunque ahora es difícil de imaginar cómo puede hacer aún más daño a Gaza.

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