La Flotilla, una anécdota más para Netanyahu
Bajo ninguna circunstancia Israel podía permitir que la Flotilla llegara a la Franja de Gaza. Los israelíes nunca han dejado que esto ocurriera y, con toda seguridad, tampoco lo permitirán en el futuro. Habían avisado a la Flotilla: si queréis traer víveres y material humanitario, entrad en nuestros puertos, lo descargáis y nosotros lo haremos llegar a Gaza.
Naturalmente, Israel solo deja entrar una pequeña fracción de los bienes que necesitan los 2,3 millones de personas que hay en la Franja. Es insuficiente. Lo confirman las ONG que todavía trabajan en la región, y también lo dice Naciones Unidas. El mundo está harto de ver todos los días imágenes de niños y mujeres pidiendo por caridad algo de comida.
Cada una de las dos partes ha hecho lo que se esperaba de ella. Los voluntarios han llegado hasta donde han podido. Desde el principio, desde el puerto de Barcelona, sabían que no podrían llegar a la Franja. Estaban advertidos y conocían la experiencia de otras flotillas precedentes. Todo ello se ha convertido en una especie de ceremonia que se transmite en directo en todo el mundo, en particular en Occidente. Poco más pueden hacer los occidentales. Sus gobiernos se niegan a intervenir. El caso de Israel no es como el caso de Sudáfrica del apartheid. Entonces, con dos o tres años de boicot internacional acabó el problema. Lo que no se había resuelto con décadas de lucha armada y protestas se resolvió con determinación en dos o tres años.
Ahora, en cambio, falta determinación, especialmente en Estados Unidos. Contra Suráfrica, Washington lideró el boicot. Contra Israel hace todo lo contrario. Donald Trump da un apoyo absoluto a la masacre de Gaza, la alimenta con sus armas y bombas, la defensa en los foros internacionales, imponiendo el veto cuando es necesario. Es cierto que en los últimos tiempos hemos visto que algunos países han tomado medidas simbólicas, pero es obvio que ningún país quiere enfrentarse a la gran superpotencia.
Para Israel, el incidente de la Flotilla es solo una anécdota paralela a la guerra, si es que se puede llamar guerra a la masacre que empezó hace dos años. La Flotilla en ningún momento ha sido una amenaza para el estado judío. Ciertamente a los israelíes les molesta que los barcos vayan en su dirección, y que las teles pasen sus movimientos y los activistas hagan declaraciones a la hora de los informativos. Pero es una molestia banal. Incluso para los israelíes, las caras de algunos activistas de la Flotilla acaban siendo conocidas e incluso familiares.
La noche del miércoles empezó el Yom Kippur, el Día del Perdón. El país se detiene completamente. Las tiendas cierran, las televisiones cuelgan un anuncio congelado que durará más de 24 horas en pantalla. Sin embargo, el ejército sigue bombardeando a Gaza porque está salvando vidas de judíos, y eso está permitido. Incluso, el ejército puede permitirse intervenir en Yom Kippur contra la Flotilla. Sin duda, ha sido el primer ministro Binyamin Netanyahu quien ha dado la orden en un día tan simbólico como este, que va de la noche del miércoles al anochecer del jueves.