Israel-Palestina: otra vez en la casilla de salida

Si el acuerdo alcanzado entre Israel y Hamá se respeta, significará el cierre de dos años de una guerra desigual, pero también marcará, según Donald Trump, el inicio de una segunda fase de negociaciones que se presentan más complicadas que las de la primera fase. La cuestión más difícil que hay encima de la mesa es el desarme de las milicias palestinas de la Franja de Gaza, empezando por Hamás. La organización islamista ya ha dicho que solo renunciará a las armas si existe un acuerdo para la creación de un estado palestino, que implique a todos los territorios ocupados por Israel durante la guerra de 1967, es decir Cisjordania, con Jerusalén Este, y Gaza.

Pero Benjamin Netanyahu ha repetido durante los últimos dos años, y antes también, que de ninguna manera prevé la creación de un estado palestino. Esto significa que las negociaciones ni siquiera podrán empezar, o empezarán simbólicamente, pero no podrán progresar porque las dos partes tienen un objetivo diametralmente opuesto.

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Ni Hamás ni Israel parecen dispuestas a ceder. En este contexto, el punto de referencia para ambas partes, y sobre todo para los mediadores, deberían ser las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, que favorecen la creación de un estado palestino. Sin embargo, el problema es que Israel no acepta la legislación internacional e históricamente la comunidad de naciones no ha hecho nada para aplicar las resoluciones del Consejo de Seguridad.

Es evidente que si la comunidad internacional quiere resolver el conflicto debería enviar señales claras en este sentido. En particular Estados Unidos, porque solo una intervención enérgica de Washington ante Israel podría desencallar una situación que se ha complicado durante más de un siglo, y que ha llegado a tal punto de desesperación que el pesimismo incide y condiciona en un sentido negativo el horizonte de futuro.

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Colonos en Cisjordania

La pregunta central es si un presidente como Donald Trump tiene margen de maniobra y voluntad de resolver el conflicto, si tenemos en cuenta que Netanyahu está enviando cada día más colonos a Cisjordania, y si tenemos en cuenta que el sector ocupado de Jerusalén cambia día a día de fisonomía debido a los proyectos de construcción judíos y el expolio de tierras palestinas, una situación que nada indica que tenga que cambiar.

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Si la comunidad internacional no actúa con energía, y si el presidente Trump no obliga a Netanyahu a respetar a la minoría palestina, difícilmente se podrá llegar a un acuerdo. Y ese panorama no cambiará mientras el primer ministro Netanyahu siga en el poder. Él mismo dice y repite sin descanso que de ninguna manera permitirá la creación de un estado palestino.

Por otra parte, no es ningún secreto que una mayoría clara de israelíes no quieren la solución de los dos estados. En cuanto a la Knesset, también hay una amplia mayoría de parlamentarios que rechazan esta idea. No solo parlamentarios de la coalición de gobierno, sino también diputados de la oposición, por lo que la solución de los dos estados no tiene ni tendrá mayoría en el Parlamento.

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Este panorama hace que sea muy complicado desarmar a las milicias de Hamás. La organización islamista solo renunciará a las armas en una situación que no tiene posibilidad alguna de concretarse; por lo tanto, este problema del siglo pasado seguirá siendo el mismo a partir de ahora.