Protestas en Irán

Las mujeres que luchan contra los ayatolás desde las montañas

La protesta crece en las calles de Irán, pero las kurdas hace décadas que están en la guerrilla

Guerrilleras del PAK traen el cuerpo de un compañero muerto en los útlims bombardeos iraníes sobre sus bases en Irak.
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Frontera Irán-IrakSon horas de ruta en un 4X4 antes de subir a pie a través del bosque. Allí, protegidos de la vista de los drones por un hayedo, es la guerrilla del PJAK (Partido por una Vida Libre en Kurdistán) la que nos encuentra a nosotros. Estamos en algún lugar de las montañas que atraviesan la frontera entre Irán e Irak. No podemos dar sus coordenadas, ni tampoco fotografiar a las milicianas o las referencias espaciales que aporten pistas sobre su localización. Ese es el trato.

Formado principalmente por kurdos y kurdas de Irán, el PJAK apuesta por una democratización del régimen de Teherán a través del llamado “confederalismo democrático”, trazado por Abdullah Öcalan, cofundador y líder encarcelado del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).

Zilan Vejin, copresidenta del PJAK, nos invita a sentarnos en una estancia humilde e impoluta. Le preguntamos por lo más urgente: la ola de protestas en Irán. Desde que el pasado 16 de septiembre la policía de la moral asesinó a Mahsa Amini –una kurda iraní de 22 años– por llevar el velo islámico mal puesto, miles de hombres y mujeres han tomado las calles al grito de “¡Mujer, vida, libertad!" Vejin recuerda que el eslogan fue acuñado por su movimiento “durante una reunión en 2013”.

“El problema de la libertad de la mujer es una cuestión que nuestro movimiento definió como central ya hace 40 años y hoy lo sufren todos los pueblos de Irán”, asegura la guerrillera.

Organizaciones como Amnistía Internacional han denunciado las dificultades que afrontan las minorías étnicas –como kurdos, baluchíes o árabes– para acceder a la educación, la ocupación o la vivienda. Además, parece que las mujeres de cualquier etnia se han convertido en uno de los objetivos del gobierno teocrático.

¿Podría el levantamiento civil en curso poner fin a todo esto? Vejin se muestra optimista. “Esta revuelta es muy diferente a todas las que se han producido durante los 43 años que los ayatolás han estado en el poder: empezó en el Kurdistán liderada por mujeres y de aquí se extendió por todo el país”, explica la guerrillera. La lucha contra la obligatoriedad del hijab, añade, “es la excusa para una revuelta que pide libertad y democracia”.

Mujeres al frente

Además de las milicianas del PJAK, hay mujeres combatiendo junto a los hombres en las filas del PDKI (Partido Democrático del Kurdistán Iraní), mientras que el PAK (Partido de la Libertad en el Kurdistán) incluso cuenta con un contingente exclusivamente femenino.

Hana Hussein Yazdanpana, portavoz, habla vía telefónica desde un lugar de las montañas sin determinar. Sus bases en el valle se han convertido en objetivo recurrente de los misiles iraníes. El 28 de septiembre pasado perdieron diez combatientes y 21 resultaron heridas.

Milicianas del PAK llevando el cuerpo de un compañero muerto en uno de los útlimos bombardeos iraníes.

“Irán nos ha amenazado con volverlo a hacer si no dejamos de apoyar las protestas y refugiar a los que huyen del país”, explica Yazdanpana. Según dice, el PAK cuenta con 3.000 combatientes, de los cuales una tercera parte son mujeres. Muchas lucharon contra el Estado Islámico, y también contra las milicias chiitas que tenían el apoyo de Teherán y que actúan en tierra iraquí. Sobre si aprovecharán esta experiencia para luchar contra los ayatolás, Yazdanpana se muestra contundente: “La lucha tiene que ser pacífica y solo tendrá éxito si el mundo libre apoya abiertamente a la gente y lleva a cabo acciones contra la República Islámica”.

La guerrilla también lucha desde las redes. En su página web, el partido Komala del Kurdistán Iraní se define como “un partido socialdemócrata que aboga por un Irán federal libre y democrático”. Con sus bases en el rincón sur-oriental de la Región Autónoma Kurda de Irak, muy cerca de la frontera con Irán, Komala presume de ser la primera organización kurda en desplegar un batallón de mujeres combatientes, en 1982.

Miembros del PJAK escogiendo a Zilan Vejin como copresidenta.

"Junto al socialismo y al derecho de autodeterminación, la igualdad de género fue uno de los pilares de nuestra fundación en 1969", explica, vía telefónica, Zagros Khosravi, miembro del comité central. Habla de un contingente de “unos pocos centenares de combatientes desplegados en las montañas”, pero, insiste, su fuerza está en los “miles” que pueden ser movilizados dentro de Irán, “muchos, entrenados en tácticas de resistencia civil”.

Desde el Kurdish Peace Institute, el analista Kamal Chomani subraya que una coordinación entre las organizaciones kurdoiraníes será “clave” si la protesta desemboca en una guerra abierta con el régimen. El experto plantea este escenario: “El PJAK tiene más experiencia en la guerra de guerrillas y capacidad de organización por sus vínculos con el PKK. El PDKI y el Komala están arraigados en Irán porque han sido muy activos desde los años 70, y esto les permitirá movilizar combatientes dentro del país”.

Mientras tanto, las iraníes siguen saliendo a las calles. Según datos de la agencia de noticias HRANA, gestionada por activistas de los derechos humanos, los muertos desde septiembre superan los trescientos y ya hay más de 15.000 detenidos.

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