Oriente Próximo contiene la respiración por la respuesta de Estados Unidos al ataque de Jordania
Una confusión con un dron estadounidense provocó la muerte de los soldados estadounidenses
BarcelonaLa muerte de tres soldados estadounidenses el domingo por la noche en una base de Jordania ha elevado al máximo nivel el riesgo de extender la guerra a escala regional a Oriente Próximo, que contiene la respiración a la espera de la reacción de Washington. Sin embargo, nadie quiere un enfrentamiento abierto. Y desde Washington el portavoz del Pentágono, John Kirby, asegura que aunque la Casa Blanca ha prometido una respuesta no buscan una confrontación militar más amplia con Irán, que niega implicación directa alguna en los hechos. Kirby, sin embargo, ha dicho que Teherán es responsable de entrenar, alentar y organizar a los grupos armados que operan en Irak y Siria.
La pregunta clave, pues, es saber qué papel ha jugado Irán. El dron que provocó la muerte de los tres soldados llegó al tiempo que llegaba otro estadounidense que volvía a la base y, como resultado, se desactivaron elementos clave del sistema de defensa, según informaron fuentes del Pentágono. Todo parece indicar, pues, que el ataque del domingo no fue más sofisticado que otros, y sólo un desafortunado azar provocó que hubiera muertos, algo que no había ocurrido en ninguna de las casi 150 agresiones contra bases de Estados Unidos en la zona que ha habido hasta ahora.
De momento Joe Biden se limitó a asegurar que no se quedará de brazos cruzados tras un ataque atribuido al Eje de la Resistencia, una coalición de milicias chiíes cercanas a Teherán. “Hemos perdido tres almas valientes... Responderemos”, declaró el domingo en un acto electoral en Carolina del Sur, sin dar más explicaciones, alegando que todavía estaban “recogiendo información sobre el ataque”. En cambio, el jefe del estado mayor, el general Charles Q. Brown Jr., fue más concreto y dio a entender que Washington no va a cambiar la estrategia seguida hasta ahora: “No queremos iniciar el camino hacia una escalada mayor que lleve a un conflicto mucho más amplio en la región”, unas palabras coincidentes con el portavoz Kirby.
Disuasión
Con la excepción de Gaza, donde Israel libra una guerra total con violaciones flagrantes del derecho internacional, en los últimos cuatro meses, cada ataque y cada respuesta por parte de todos los actores involucrados –Israel, EEUU, Irán, y sus milicias afines– ha tenido un mismo objetivo: enviar al adversario un mensaje contundente para disuadirle, pero sin excederse en la respuesta por no provocar una escalada.
Pero esta vez existen varias circunstancias que pueden hacer más complicado para la Casa Blanca encontrar la justa medida para la reacción. En primer lugar, la existencia de una creciente presión política derivada de las primarias en EEUU por unas elecciones en las que Biden no tiene asegurada la reelección frente a un Donald Trump desbocado en las encuestas.
Hace semanas que los republicanos acusan a Biden de ser un cobarde, y argumentan que un ataque en territorio iraní pondría fin al acoso que sufren las tropas estadounidenses en la región a manos de las milicias vinculadas al régimen de los ayatolás .
“Este ataque no habría ocurrido NUNCA si yo fuera el presidente. Sin lugar a dudas”, escribió en las redes sociales Donald Trump. De hecho, el republicano, propenso a la hipérbole, advirtió que el mundo se encuentra “al borde de la Tercera Guerra Mundial”.
Otro factor que dificulta la decisión de Biden es la percepción de que la mediación entre Israel y Hamás está a punto de dar sus frutos. En concreto, se ha filtrado que un principio de acuerdo entre las partes incluiría una tregua de unos dos meses, la más larga desde el inicio de las hostilidades, y un ambicioso intercambio de prisioneros.
Una respuesta desproporcionada de Washington podría frustrar el pacto, o provocar su aplazamiento. Y éste es un escenario que Biden quiere evitar por el mismo interés. Su apoyo incondicional en Israel ha fracturado a los demócratas y está alienando una parte importante de la juventud, que fue clave para la victoria del 2020.
Bases de Washington en la zona
Actualmente, EEUU cuenta con unos 4.000 soldados en Jordania, aliado que alberga bases permanentes, unos 900 efectivos desplegados en Siria y unos 2.500 en Irak. El grueso de este contingente tiene como objetivo combatir lo que queda del autodenominado Estado Islámico en la zona, presente sobre todo en el desierto sirio. De hecho, el cuartel atacado el domingo, conocido como Torre 22, está situado en el territorio donde convergen las fronteras de Siria, Jordania e Irak, y la misión de los soldados desplegados allí es proporcionar apoyo logístico a la base de Al Tanf , situada al sudeste del territorio sirio.
Las bases que han sufrido un acoso más intenso, incluso antes del inicio de la guerra de Gaza, son las situadas en Irak. Tanto para Irán como para las milicias chiítas afines a quien se atribuye el ataque a Jordania, la retirada de las tropas estadounidenses del país representa un objetivo estratégico de primera magnitud.
De hecho, fueron las sus presiones las que hicieron que el Parlamento iraquí aprobara una moción instando a Washington a replegar los efectivos. Curiosamente, horas antes del ataque se celebró una reunión en Bagdad entre representantes iraquíes y de EE.UU. para discutir el calendario para la retirada estadounidense. Como ocurre con las otras milicias afines a Irán, no queda claro hasta qué punto están teledirigidas desde Teherán o bien disponen de autonomía.
Informaciones de la prensa estadounidense indican que EEUU ha concluido que Hamás atacó el 7 de octubre sin el visto bueno de Teherán. Una situación similar podría haberse producido el domingo, si bien se considera que la relación entre Irán y las milicias iraquíes chiítas es más estrecha.