El segundo objetivo de Netanyahu tampoco puede esperar
Mientras la atención de los ciudadanos y de los medios informativos se centra en el genocidio de GazaIsrael continúa consolidando la ocupación y el expolio de Cisjordania, una parte del estado palestino que tiene una superficie menor que la provincia de Barcelona y una población de más de tres millones de palestinos, sin contar los más de 700.000 colonos judíos que viven en ella.
El último informe publicado por Naciones Unidas vuelve a destacar la situación calamitosa de Cisjordania. La noticia no es nueva aunque cada informe acentúa más el drama mientras la comunidad internacional no hace nada por denunciarla ni detenerla. Es un deterioro diario mientras se prepara la deportación masiva de la población cuando se presente la ocasión, como en la Franja de Gaza. El informe recoge que en los ocho primeros meses de 2025 se han registrado más de mil ataques de civiles israelíes (colones judíos) contra palestinos o contra sus propiedades en Cisjordania. Y en el mismo período han muerto 11 palestinos a manos de colonos mientras intentaban proteger sus casas o sus campos, y resultaron heridos 696.
Es evidente que estas acciones que algún despistado podría considerar espontáneas son, en realidad, planificadas por los colonos y no es muy difícil saber dónde estará la próxima. Los colonos, la inmensa mayoría jóvenes, incluso menores de edad, actúan coordinadamente para incendiar casas o coches, o para robar ovejas o cortar árboles como olivos, entre otras muchas cosas, como apalear palestinos.
¿Y qué hace el ejército israelí? Pues los soldados con frecuencia ven qué pasa y defienden a los agresores. Legalmente, los soldados no tienen capacidad para actuar contra ciudadanos israelíes como los colonos judíos. Como máximo pueden llamar a la policía. Alguna vez lo hacen, pero la policía no va o llega cuando los colonos ya se han ido. Todo está bien estudiado. De hecho, muchos policías son colonos ellos mismos, compañeros de los jóvenes que protagonizan estas acciones, amigos suyos, que nunca aplican la ley contra los colonos porque viven en las mismas colonias. Los agresores realizan, de media, cuatro ataques cada día sin tener que responder ante una justicia tan o más sectaria que los soldados o la policía.
Una característica significativa es que la mayoría de los agresores, no todos, son religiosos. Las escuelas rabínicas que existen en los territorios ocupados son un torbellino de ideas nacionalistas (sionistas) totalitarias, combinadas con ideas religiosas provenientes de la Biblia y el Talmud. Los colonos consideran que estas ideas son avaladas por Dios y están por encima de las leyes humanas.
Esta ideología nacionalista y religiosa hace que no sea posible un entendimiento o acuerdo de los colonos con nadie. Es un fanatismo absoluto sostenido por Dios. Y como los israelíes son los que tienen la fuerza y las armas, es fácil prever que esta historia no terminará hasta que haya palestinos a la vista.
Naturalmente, el gobierno de Benjamin Netanyahu está al corriente. Los medios de comunicación israelíes informan de algunos de los incidentes, no de todos, pero Israel deja hacer mientras concentra el peso de su ejército sobre la Franja de Gaza. Gaza será probablemente la primera etapa de la deportación de palestinos y Cisjordania, la segunda.