El ministro de Exteriores israelí, Israel Katz, atendiendo a varios medios de comunicación en Bruselas.
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Este jueves el ministro de Defensa, Israel Katz, ordenó preparativos para facilitar la salida de la Franja de Gaza de cualquier palestino que lo desee. De esta forma Israel pone en marcha la idea que el martes anunció el presidente Donald Trump relativa a la expulsión de una parte o de toda la población palestina que vive en ella, 2,3 millones de personas.

Katz habló de una emigración "voluntaria" en el contexto de la destrucción prácticamente completa de la Franja durante los pasados ​​quince meses. ¿Habrá muchos palestinos que quieran marcharse? ¿Habrá países dispuestos a acogerlos? Esto lo sabremos en los próximos meses, y estará en función de la presión que Trump aplique sobre algunos de sus aliados, y también en función de si Trump y Benjamin Netanyahu permiten la reconstrucción de la Franja, dudosa.

La idea inicial del presidente de Estados Unidos es deportarlos a Egipto y Jordania, dos países que han rechazado de inmediato el plan. Naturalmente, Washington tiene a su alcance toda una serie de medidas de fuerza y ​​persuasión que puede implementar por convencer, de agrado o por fuerza, Egipto y Jordania, empezando por compensar su enorme deuda externa y activar unas economías dañadas.

Algunos medios hebreos hablan de otros países que podrían acoger a los palestinos. El caso más notable sería Marruecos. Según el Canal 12 de la televisión hebrea, Marruecos es susceptible de ser fácilmente influido por Washington si tenemos en cuenta que Rabat tiene como prioridad que la comunidad internacional reconozca a la colonia del Sáhara Occidental como parte del reino.

Después de la destrucción prácticamente completa de la Franja, habrá una parte de la población que considerará como una opción posible la emigración voluntaria. Familias enteras podrían abandonar voluntariamente Gaza en el mismo momento en que Egipto acepte este tipo de emigración. Pero gran parte de la población preferirá continuar y esperar la reconstrucción de sus casas, aunque sea necesario mucho tiempo.

Si saca adelante el plan de Trump, sostenido por Netanyahu y por una gran parte de la población israelí, que está eufórica, el primer ministro conseguirá al menos reducir la población de la Franja, una gran parte de los cuales son refugiados de la Nakba de 1948, cuando se estableció el estado judío, o descendientes de aquellos refugiados, por lo que estamos hablando de una segunda deportación.

Cientos de miles de palestinos fueron expulsados ​​en 1948 de la Palestina histórica, y ahora la situación es sumamente compleja en relación con su futuro. Una parte significativa de israelíes quiere que la deportación no sólo se haga en la Franja sino también en Cisjordania. Esta idea recibe en hebreo el nombre de transfer, prestado del inglés, que es de uso cada día más común en el lenguaje político de Israel y que parece tener un gran futuro.

Con el anuncio del ministro de Defensa, Netanyahu quiere aprovechar el momento favorable a la deportación que existe en Estados Unidos. El Estado judío intentará acelerar el proceso en los próximos meses pese a las condenas casi universales de la comunidad internacional. Netanyahu tiene por delante, en los cuatro años que Trump estará en la Casa Blanca, una oportunidad que jamás ha tenido. Actualmente, en la Palestina histórica existen tantos judíos como árabes, y ahora este equilibrio puede deshacerse a favor de los judíos.

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