La reina sola, los hermanos separados, el Reino Unido empieza a enterrar una época
Los despojos del príncipe Felipe descansan ya en la cripta de la capilla de San Jorge del castillo de Windsor
LondresLa reina de Inglaterra, Isabel II, sola, de riguroso negro, con una máscara también negra, rodeada de luces encendidas en el interior de la capilla de San Jorge del castillo de Windsor. Una imagen icónica, simbólica, de guía e iluminación de toda una época que, sin embargo, se apaga, que llega poco a poco a su fin. Una imagen de fragilidad y de duelo de la monarca -asediada por una familia bastante disfuncional, y poco menos que en descomposición- en la ceremonia de despedida de su marido, el duque de Edimburgo, fallecido hace ocho días a los 99 años.
El funeral del príncipe Felipe ha sido un tipo de ensayo general a pequeña escala –mucho más empequeñecida de lo que estaba previsto debido a las restricciones impuestas por la pandemia– del que, en un momento u otro, será el adiós del Reino Unido a toda una época, cuando la monarca que más tiempo hace que reina –febrero de 1952– se una a su marido en la cripta de la capilla. El próximo miércoles Isabel cumplirá 95 años, 73 de los cuales los ha compartido con su marido. El año que viene tendrá lugar el jubileo de platino, que deberá marcar los 70 años de su reinado, una conmemoración jamás vista hasta ahora en el Reino Unido, y por la que el gobierno británico ha regalado a los súbditos una jornada festiva especial, que se celebrará en junio.
La alianza con la televisión
Justamente por las restricciones impuestas por la pandemia, el funeral ha sido, sobre todo, un sobrio espectáculo televisivo, a mayor honor y gloria del finado, culminación de una semana de bombardeo hagiográfico sobre el príncipe, y amenizado por todo tipo de elementos que habían flanqueado y habían tenido especial importancia en su larga vida.
Desde las más que obligadas referencias militares, con representantes de todos los cuerpos de las fuerzas armadas británicas que han convertido el preámbulo de la ceremonia en un desfile de soldados de plomo en uniformes de gala, hasta la sorprendente presencia de los ponies y del carruaje que tanto le gustaba conducir a Felipe. El directo de la televisión era complementado con imágenes de archivo del duque a las riendas de su faetón, incansable, como si rodara una película de persecuciones a caballo y carruaje, personaje casi del XIX o del siglo XVIII.
El sonido de los clarines de los Royal Marines, interpretando The Last Post en el momento en que el féretro era depositado en la cripta ha marcado el punto culminante del espectáculo de la BBC, que a lo largo de la tarde ha continuado emitiendo imágenes del minuto de silencio que a las 15.00, hora local, el país -o una parte del país- ha guardado antes de que el arzobispo de Canterbuty, Justin Welby, comenzara el servicio religioso. Una vez más, la televisión como unificador del duelo por la pérdida del príncipe.
Y cuando no han sido los soldaditos de plomo o los ponies, el foco de atención de las cámaras ha sido el Land Rover, modificado especialmente bajo supervisión del duque, para llevar su féretro hasta la capilla.
Las anómalas circunstancias del covid-19, pues, han supuesto casi un guiño al mismo príncipe Felipe, que no quería ceremonias muy fastuosas, aunque estaba prevista la asistencia de 800 invitados que han quedado solo en treinta. No en vano, el duque fue el artífice de que las cámaras de la BBC entraran por primera vez en Buckingham, Balmoral, Sandringham y Windsor, y ofrecieran a los británicos una cata de lo que sucedía detrás de los muros de los palacios y las posesiones de los royals en un documental filmado durante un año y emitido en 1969.
La televisión, tan importante en el momento de la coronación de Isabel II, en 1953, y que Felipe vio como una aliada, y no como una enemiga, ha vuelto a tener un papel clave en la vida -y en la muerte - de los miembros de la familia real británica. Para no volver a mencionar The Crown, blanqueo de una monarquía que los próximos años, con la reina ahora sola, sin el marido que tanto apoyo le ha dado, deberá renovarse aún más o...
Parte de la atención de la ceremonia del funeral estaba centrada en la presencia de Enrique, en su regreso al Reino Unido después de que abandonara el año pasado la representación de los asuntos de la casa real, y cuando todavía están presentes las declaraciones en la entrevista de principios de marzo que hizo en compañía de su mujer, Meghan Markle, a la estrella de la televisión de los Estados Unidos Oprah Winfrey, en la que acusó a algunas personas del palacio de Buckingham, que no especificó, de ser racistas.
Guillermo y Enrique asisten al servicio sentados el uno delante del otro en la capilla. La pareja habría tenido una relación difícil en los últimos años. Los treinta asistentes están sentados junto a sus respectivas burbujas domésticas, de forma que Guillemo está sentado con su mujer, la duquesa de Cambridge, mientras que Enrique está sentado a solas, puesto que su mujer se ha quedado en los Estados Unidos, imposibilitada para volar, debido a su avanzado estado de gestación.
Tanto la abuela como la madre del duque de Edimburgo nacieron en los terrenos del castillo de Windsor. El príncipe ahora descansa ahí para siempre. De momento, también los británicos, que no dudarán en detener el mundo cuando la época que esta tarde ha empezado a enterrarse sea, definitivamente, historia.