El ataque ruso en Ucrania

En plena pugna con Occidente, Rusia y China harán entrenamientos militares conjuntos

Las maniobras estaban previstas, pero el contexto de tensión entre los dos bloques las carga de simbolismo

BarcelonaTeniendo en cuenta que la invasión rusa de Ucrania ha dibujado un nuevo tablero global con dos grandes bloques cada vez más definidos y distanciados, el movimiento es relevante. El ministerio de Defensa de China ha anunciado este jueves que su ejército hará entrenamientos conjuntos con tropas de Vladímir Putin, en el marco de los llamados ejercicios estratégicos Vostok 2022, impulsados por el Kremlin y programados entre el 30 de agosto y el 5 de septiembre. Estas maniobras, consideradas de vital importancia para Moscú, ya fueron anunciadas por el gobierno ruso –con todos los honores– hace un año, y también participarán soldados de India, Bielorrusia, Mongolia y Tayikistán. Pero, a pesar de que ya estaban planificadas antes de la guerra contra Kiev y que no será la primera vez que se llevan a cabo –en 2018, Pekín ya formó parte de ellas–, toman ahora un componente simbólico de alto voltaje: China y Rusia se entrenarán conjuntamente mientras la tensión con Occidente llega a límites peligrosamente inéditos.

El gobierno de Xi Jinping, sin embargo, ya ha querido quitar hierro al asunto. "[Los ejercicios] no están relacionados con la situación internacional y regional actual", se puede leer en el comunicado emitido por Pekín, que recuerda que su participación responde al acuerdo de cooperación bilateral entre las dos potencias firmado el 4 de febrero y que sellaba una "alianza sin límites" entre los dos archienemigos de Estados Unidos. Según el régimen chino, el objetivo de los entrenamientos es "profundizar la cooperación práctica y amistosa entre los ejércitos participantes, mejorar el nivel de coordinación estratégica y reforzar la capacidad de respuesta ante varias amenazas de seguridad".

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En los últimos años, Putin había utilizado la celebración de este tipo de operaciones como una auténtica exhibición de músculo militar. La guerra iniciada el 24 de febrero en Ucrania también lo ha cambiado, básicamente porque muchos soldados continúan luchando en territorio ucraniano. En los entrenamientos participarán las unidades del Distrito Militar del Extremo Oriente que no han sido enviadas al frente y estarán dirigidos por un segundo cargo, el jefe del estado mayor general de las fuerzas armadas, Valériy Gerásimov. "Tengan en cuenta que solo una parte de las fuerzas armadas de la Federación de Rusia participa en la operación militar especial (la guerra contra Ucrania) y esta cantidad es suficiente para cumplir con todos los trabajos establecidos por el comandante en jefe supremo (Putin)", ha apuntado el ministerio de Defensa ruso en otro comunicado. El tono es una muestra más de cómo el Kremlin busca preservar su narrativa interna de éxito, que quiere hacer creer que sus planes en territorio ucraniana están saliendo como estaba previsto. Con este mismo objetivo, por ejemplo, intentan ocultar las bajas que sufren en el territorio ucraniano, que los servicios de inteligencia de Estados Unidos calculan en cerca de 80.000 (incluidos más de 15.000 muertos).

Apoyo diplomático y económico

Más allá de Ucrania, el polémico viaje de Nancy Pelosi en Taiwán hace unas semanas fue otra muestra de este nuevo paisaje geopolítico en que Occidente y la alianza China-Rusia se amenazan y se desafían abiertamente y sin complejos. En la "histórica" y "transformadora" cumbre de la OTAN en Madrid, celebrada a finales de junio, los aliados occidentales señalaron abiertamente Moscú y Pekín como los grandes desafíos, consolidando la existencia de este nuevo clima de guerra fría que lo impregna casi a pesar de que dibuja un horizonte cada vez más impredecible.

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Mientras las relaciones entre la China y EE.UU. se deterioran –en plena pugna entre las dos potencias por la hegemonía mundial–, las posiciones entre Pekín y Moscú hace más de ocho años que no paran de acercarse. El punto de inflexión fue la anexión ilegal de Crimea. Entonces, y ante las sanciones internacionales para castigar a Moscú, el gobierno de Xi Jinping actuó de salvavidas con apoyo económico y diplomático. Una situación casi idéntica –pero acentuada– está sucediendo ahora, impulsada todavía más por el mencionado acuerdo del 4 de febrero. La China no solo no ha condenado las acciones de Putin contra Kiev, sino que ha insinuado que comparte algunos puntos del argumentario que Moscú utiliza para justificar la invasión. Desde el punto de vista económico, el apoyo es innegable. Dos detalles: Rusia ya se ha convertido en el principal suministrador de petróleo en China, por delante de Arabia Saudí, y las ventas diarias en Pekín de gas ruso –tan anhelado en Europa– también son de récord.

Además, en cada enfrentamiento que han tenido con Occidente, los socios han querido verbalizar su apoyo. El último ejemplo, las declaraciones de Putin de esta semana sobre el viaje de Pelosi a Taiwán. El presidente ruso lo ha tildado de "provocación cuidadosamente planificada" por parte de EE.UU.. "Estados Unidos ha echado más leña al fuego, otra vez, para agitar la situación en la región", afirmó el hombre fuerte del Kremlin.

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