El ataque ruso en Ucrania

Socio comercial y amenaza: los equilibrios de la UE con China

Europa se aliena militarmente con Estados Unidos, pero quiere conservar el mercado chino

Natàlia Queralt Piñas

BruselasLa perspectiva de la Alianza Atlántica sobre China ha cambiado. Por primera vez la OTAN describe al gigante asiático como un desafío para la seguridad y, también por primera vez, los aliados han acordado una estrategia común para hacer frente. El nuevo concepto estratégico aprobado en la cumbre de Madrid establece la hoja de ruta de la Alianza para la próxima década. Si bien Rusia se identifica como “la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los aliados”, China también ocupa un espacio destacado. Lo que más preocupa a los aliados es “la asociación estratégica” entre Moscú y Pekín, y sus intentos de “desestabilizar el orden internacional”. En este nuevo rumbo la estrategia de defensa de Europa se posiciona todavía más junto a Estados Unidos.

Principal socio comercial de la UE

China es el principal socio comercial de la Unión Europea. A pesar de la bajada causada por la pandemia de covid-19 y la disrupción de las cadenas de suministro globales, el país asiático fue el principal socio comercial para las importaciones de mercancías de la UE –representó un 22,4% del total– y el tercero más importante en cuanto a las exportaciones, por detrás de Estados Unidos y el Reino Unido. Por eso, a la UE no le interesa azuzar el clima de confrontación con Pekín, con quien las relaciones ya son muy complejas y tienen implicaciones globales.

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Balance comercial entre la UE y China
En millones de euros, año 2021
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¿Podría la nueva perspectiva de la Alianza Atlántica, que define a China como un gran desafío para el futuro, complicar todavía más la relación entre Bruselas y Pekín? “No vemos ningún vínculo directo entre la estrategia geopolítica de la OTAN y la política comercial de la UE”, afirma un portavoz de las instituciones a este diario. “El reconocimiento de la Unión como un socio único y esencial para la Alianza se traducirá en más diálogo político y más cooperación en ámbitos como la movilidad militar, las operaciones de gestión de crisis, la lucha contra las amenazas híbridas y la desinformación, entre otros”, añade.

Principales intercambios de productos
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No es ningún secreto que la UE quiere incrementar el volumen de comercio con China, pero también reducir su dependencia en los sectores textil y electrónico. Al mismo tiempo, la UE no tiene que renunciar a seguir criticando el historial de vulneraciones de derechos humanos, el modelo gubernamental autoritario y la política exterior del país. Tal como apunta el analista del Instituto Europeo de Estudios Asiáticos Thomas Maddock, “a pesar de querer conseguir el objetivo comercial, China rehúye las críticas a sus asuntos internos, una tensión que ha agravado el estancamiento de las relaciones económicas, ya debilitadas por los estragos de la pandemia”. El posicionamiento de la UE requiere equilibrios enrevesados, que no siempre llegan a buen puerto. Y todavía más teniendo en cuenta que Pekín se niega a condenar la invasión rusa de Ucrania.

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Los más dependientes

En caso de que las relaciones comerciales entre China y la UE se deterioraran todavía más, los Estados miembros que se verían más afectados en cuanto al volumen comercial serían Alemania, Irlanda y Finlandia. Países como Francia y los Países Bajos también notarían un fuerte impacto, puesto que se encuentran entre los tres principales importadores y exportadores en volumen de mercancías, junto con Alemania. Por su parte, la República Checa afrontaría graves problemas, puesto que casi el 40% de sus importaciones externas a la UE provienen de China.

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“El escepticismo de algunos Estados miembros ha crecido en los últimos meses. Desde la llegada del gobierno tripartito encabezado por el canciller Olaf Scholz, Alemania ha adoptado una postura más crítica con el país asiático. El Gobierno alemán ha decidido suspender los esquemas de garantías de inversiones para las empresas que operan en la región de Xinjiang, donde se cometen presuntas violaciones de derechos humanos contra la minoría uigur”, explica Maddock. “Recientemente, Lituania se ha visto envuelta en una disputa diplomática después de permitir la apertura de una oficina de representación taiwanesa en Vilna. Y Eslovenia vive una situación similar, después de haber acordado con el Gobierno taiwanés establecer oficinas comerciales en el territorio del otro”, añade el analista.

Teniendo en cuenta el papel primordial del gigante asiático en el ámbito comercial, un empeoramiento de las relaciones podría provocar divisiones entre los Estados miembros, especialmente entre los países que tienen más dependencia del mercado chino. “Los Estados miembros han reiterado en varias ocasiones su apoyo a la estrategia de la UE que trata simultáneamente con China como socio para la cooperación y la negociación, como competidor económico y como rival sistémico”, asegura el portavoz comunitario. A pesar de la política de unidad que se promueve desde Bruselas, el deterioro de las relaciones comerciales con China podría tener un efecto desestabilizador.

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Primera economía mundial en 2030

Diversas previsiones apuntan a que el gigante asiático se convertirá en la primera economía mundial en 2030. China ha diversificado su estrategia comercial y geopolítica hacia socios que no le exigen cumplir estándares climáticos ni critican las vulneraciones de derechos humanos. Pekín ya se ha convertido en el principal socio comercial de África, ha desarrollado una amplia presencia en América Latina y tiene la mirada puesta en la región indopacífica. Además, ha iniciado el megaproyecto de la Nueva Ruta de la Seda para construir una extensa red de infraestructuras desde Asia Central hasta Europa.

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Pero el ascenso aparentemente imparable de la economía china contrasta con el estancamiento de las relaciones comerciales con la UE, pendientes desde hace 18 meses de la ratificación de un principio de acuerdo comercial para mejorar el acceso de las empresas europeas en el mercado chino. Una ensambladura cada vez más difícil, en un mundo multipolar donde Europa no acaba de encontrar su lugar.