La nueva "Guerra Fría" del Pacífico

Los EE.UU., el Reino Unido y Australia firman una alianza para frenar la expansión de China

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Joe Biden y Boris Johnson durante la comparecencia conjunta de la noche del miércoles.

BarcelonaEl escenario que se escogió fue la Casa Blanca. El presidente Joe Biden compareció el miércoles por la noche rodeado de banderas y de dos pantallas. Banderas había tres: la estadounidense, la británica y la australiana. Y en las pantallas aparecían el primer ministro británico, Boris Johnson, y el australiano, Scott Morrisson, que asistían telemáticamente a la cita. Los tres mandatarios estaban a punto de anunciar un pacto: el de unir fuerzas para hacer frente al dominio de China en la región del Pacífico. En la práctica, los tres gobiernos han creado una alianza de seguridad estratégica para defender sus intereses en esta zona y frenar la ambición expansionista de Pekín. El acuerdo, que se llama AUKUS –acrónimo de Australia, el Reino Unido (UK en inglés) y los Estados Unidos– y traerá cola, permitirá a Australia desarrollar submarinos de propulsión nuclear, hecho que le facilitaría patrullar zonas en disputa que el gobierno de Xi Jinping intenta consolidar bajo su soberanía.

"Hoy estamos dando otro paso histórico para profundizar y formalizar la cooperación entre nuestras tres naciones, porque todos reconocemos el imperativo de garantizar la paz y la estabilidad en la región del Indopacífico a largo plazo", dijo Biden. Las tres potencias han acordado la creación de un equipo científico para desarrollar en 18 meses el programa de submarinos nucleares de Australia, que sería el séptimo país del mundo en adquirir este tipo de naves. Aún así, Scott Morrison no se ha cansado de repetir en las últimas horas que su país en ningún caso tiene intención de abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear y que en ningún caso los submarinos cuentan como armamento nuclear. Él, como Johnson y Biden, han insistido en la relación de "aliados naturales" y "amistad histórica" que une a los tres países.

Pero hay tres lugares en el mundo donde la decisión no ha sido recibida con mucha alegría. En primer lugar, China, que lo ve como una amenaza a la estabilidad y la paz de la región y como un nuevo ataque a su soberanía impulsado desde la Casa Blanca. El portavoz del ministerio de Exteriores chino, Zhao Lijian, ha calificado el pacto de "extremadamente irresponsable", puesto que "utiliza las exportaciones nucleares como herramienta geopolítica". La embajada china en Washington también lo ha lamentado y ha invitado a sus firmantes a deshacerse de su "mentalidad de Guerra Fría y sus prejuicios ideológicos". "Los países no tendrían que construir bloques excluyentes que tengan como objetivo o ataquen los intereses de terceros", ha espetado el portavoz de la embajada, Liu Pengyu.

El otro gran damnificado es Francia, que se considera traicionada por Australia, puesto que el acuerdo con Washington y Londres supone la cancelación de un contrato de compra de submarinos convencionales que el gobierno australiano tenía cerrado con París por un valor de 56.000 millones de euros. Ahora, pues, los submarinos que llegarán al Pacífico no serán franceses, sino estadounidenses. "Esto entre aliados no se hace", ha dicho el ministro de Exteriores galo, Jean-Yves Le Drian, en referencia a los EE.UU. y también a Australia. No ha sido el único representante del gobierno de Macron que ha reaccionado con dureza: para París el acuerdo no solo ataca su economía, sino también su orgullo.

Y, hablando de orgullo, el de la Unión Europea también sale tocado. Bruselas ha expresado su malestar por no haber sido informada previamente de este acuerdo, explica Júlia Manresa Nogueras desde Bruselas. Para el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, este último episodio es un argumento más en su cruzada para la soberanía estratégica europea. "Lamentamos no haber sido informados. Un acuerdo de este tipo no se ha cocinado desde anteayer, lleva su tiempo y no se nos ha consultado", ha explicado en una rueda de prensa. El exministro español ha pedido "no dramatizar" pero sí "reflexionar" sobre la necesidad de plantear la autonomía estratégica de la UE, porque este acuerdo supone "una prueba más de que la UE tiene que existir por sí misma, puesto que los otros ya lo hacen". 

La inquietud de Biden

Sea como sea, el anuncio de esta alianza es el último ejemplo de una creciente cooperación en la región, abanderada por la Casa Blanca, con el objetivo declarado de frenar el expansionismo chino y su impulso comercial y estratégico con la mirada puesta, sobre todo, en Taiwán, Japón y los mares del sur de China. Y es que desde el primer día de su mandato, el objetivo de Biden ha sido reforzar las alianzas estratégicas ante China. La tensión entre los dos gobiernos ha sido evidente a lo largo de los últimos meses.

"Es una muestra más de que la estrategia de los Estados Unidos contra China pasa por implicar a otros países y sellar alianzas contra Pekín", comenta Manel Ollé, profesor de estudios chinos en la UPF. Este jueves el editorial del diario chino Global Times decía: "Washington está perdiendo la cabeza si busca unir sus aliados contra China creando destrucción más allá de su control". Pekín, de hecho, es consciente de que el anuncio de este miércoles llega solo una semana antes de que el gobierno de Biden celebre en Washington una cumbre con otra alianza que, en el fondo, también nació para parar la expansión regional del gobierno de Xi Jinping: el Quad, formada por los EE.UU., India, Australia y Japón.

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