Los turistas rusos, el nuevo dilema de la Unión Europea
Los países bálticos y Finlandia reclaman vetar el turismo ruso en el espacio Schengen
BarcelonaLos países que forman parte del espacio Schengen -los 22 Estados miembros de la Unión Europea, Noruega, Suecia, Islandia y Liechtenstein-, recibieron alrededor de 3 millones de solicitudes de visados de corta duración en 2021. Los ciudadanos que más visados pidieron fueron los rusos, con un total de 536.000, un 3% de los cuales fueron denegados. El 15 de julio Rusia eliminó las restricciones de viaje relacionadas con el covid-19 y, aunque no hay datos referentes a este año, las solicitudes de visados para entrar en el continente europeo se dispararon, según informaron los países bálticos y Finlandia, que comparten tramos de la quilométrica frontera rusa.
“No es correcto que los rusos puedan hacer vida normal, viajar por Europa y hacer turismo, mientras su país libra una guerra brutal en territorio europeo”. Con estas palabras, la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, ha pedido a los países de la Unión Europea que prohíban los visados turísticos a los ciudadanos rusos. De este modo, Marin mostraba su apoyo al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que el 8 de agosto, en una entrevista al Washington Post, reclamó a Europa y a Estados Unidos que vetaran a los turistas rusos.
Los vecinos europeos de Rusia toman medidas
La UE cerró su espacio aéreo a Rusia a finales de febrero como respuesta a la invasión rusa de Ucrania, pero no adoptó medidas respecto a las fronteras terrestres. Desde el inicio de la ofensiva, Lituania solo concede visados de entrada a ciudadanos rusos y bielorrusos por razones humanitarias. Polonia, el país que más refugiados ucranianos está recibiendo, también reforzó su régimen de visados a raíz de la guerra en Ucrania.
Este verano, los países bálticos y Finlandia, limítrofes con el gigante ruso, han experimentado un aumento del tráfico de turistas de esta nacionalidad que llegan para obtener el visado Schengen de corta duración y poder visitar así otros destinos dentro del espacio comunitario. Finlandia, Estonia y Letonia se han dado prisa en adoptar medidas en pleno mes de agosto. Letonia dejó de conceder visados turísticos a los ciudadanos rusos el 1 de agosto. La semana pasada, Estonia también se añadió a esta política. “Visitar Europa es un privilegio, no un derecho humano”, argumentaba la primera ministra estoniana, Kaja Kallas, que pidió al resto de los socios europeos adoptar medidas similares.
El Gobierno finlandés acordó el martes reducir la emisión de visados turísticos para los ciudadanos rusos a partir del 1 de septiembre. “De las mil solicitudes que recibimos cada día, solo aceptaremos una décima parte”, informó el ministerio de Exteriores finlandés. El país escandinavo se ha comprometido a revisar la política consular para facilitar la concesión de visados por motivos humanitarios a activistas para los derechos humanos y periodistas, entre otros.
Discrepancias entre los países más alejados
En declaraciones a la televisión danesa, su ministro de Exteriores, Jeppe Kofod, hizo público el jueves que Dinamarca estudiará la posibilidad de introducir restricciones a los turistas rusos si los países de la UE no llegan a ningún acuerdo. Aun así, no todos los Estados miembros están de acuerdo. Alemania y Portugal se posicionaron en contra de esta medida la semana pasada, alegando que supondría una penalización para el conjunto de la ciudadanía rusa, también para las personas críticas con el Kremlin. “Esta es la guerra de Putin”, afirmó el canciller alemán, Olaf Scholz. Además, aplicar una medida de estas características podría contribuir a reforzar la narrativa del Kremlin, según la cual Occidente azuza la rusofobia.
Los países que reciben un número importante de turistas rusos también han mostrado sus discrepancias. Grecia, a pesar de ser uno de los primeros países europeos en enviar armamento en Ucrania, se ha opuesto a las restricciones de visados para los turistas rusos. De hecho, el país ha experimentado un crecimiento exponencial de las llegadas desde Turquía al aeropuerto internacional este verano. Teniendo en cuenta las tensiones históricas entre los dos países, el incremento del tráfico de Turquía a Grecia se explicaría por la llegada de turistas rusos que se han visto obligados a modificar su ruta, ante el cierre del espacio aéreo comunitario.
Entre los destinos preferidos de los rusos en el ámbito comunitario figura Italia y, a una distancia notable, España. Según datos del Gobierno italiano, el país transalpino recibió más de un millón de turistas rusos en 2020. Una bajada importante teniendo en cuenta las restricciones aplicadas por el covid-19, puesto que el año anterior casi 6 millones de rusos visitaron Italia. En cuanto a España, los datos del Instituto Nacional de Estadística muestran que los rusos fueron la sexta nacionalidad no europea en visitar el país en 2021, que recibió un total de 134.000 turistas rusos. Una cifra mucho menor a las anteriores al covid-19, puesto que en 2019 más de 1.300.000 rusos viajaron a España. Hasta el momento, ninguno de los dos países se ha pronunciado sobre la prohibición, pero tanto Italia como España tienen motivos económicos de peso para mostrarse en contra.
Una medida controvertida
Más allá de las consecuencias internas que podría tener en cada país, la prohibición de tramitar visados turísticos para los ciudadanos rusos es una medida controvertida; contraria a la libertad de movimiento que prevé el espacio Schengen y alejada de la política de sanciones dirigidas de la UE, puesto que penalizaría el conjunto de la población rusa y no personas concretas de la entorno de Putin.
A pesar de que la competencia para tramitar visados pertenece a los Estados miembros, la Comisión Europea reconoció el jueves que se están llevando a cabo debates para intentar llegar a un enfoque coordinado. “Cualquier intento de aislar los rusos o Rusia es una iniciativa sin perspectivas”, avisó el portavoz de Putin, Dmitri Peskov. Los ministros de Asuntos Exteriores abordarán esta cuestión en la próxima reunión informal el 31 de agosto en Praga.