Asia

Xi Jinping se erige como líder de un nuevo orden mundial

El presidente chino hace una demostración de fuerza sin precedentes y reivindica que existen alternativas en EEUU y en Occidente

PekínEl presidente chino, Xi Jinping, ha desplegado influencia diplomática y poder militar esta semana para desafiar a Occidente y reivindicarse como líder de un nuevo orden mundial. En un escenario cuidadosamente planificado y con eventos coreografiados hasta el milímetro, Xi se ha presentado como un contrapeso de Estados Unidos de forma desacomplejada.

La semana comenzó con la cumbre anual de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que tuvo lugar en la ciudad de Tianjin, considerada el puerto de la capital. Xi Jinping desplegó la alfombra roja para recibir a una veintena de países y una docena de organizaciones internacionales. Utilizó esta plataforma, que suma el 40% de la población mundial, para reivindicar que existen alternativas en Occidente. En concreto, reclamó un "sistema de gobernanza global más justo y equitativo", e incluso se atrevió a hablar de democracia para exigirla a las relaciones internacionales y que todos los países tengan el mismo peso. Asimismo, defendió el papel de organismos multilaterales como la ONU, la Organización Mundial del Comercio (OMC), o los BRICS, realizando una apología activa del respeto a todas las culturas.

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El mandatario chino jugaba con una carta importante, la asistencia del primer ministro indio, Narendra Modi, dispuesto a restablecer relaciones con China, empujado por los aranceles de Donald Trump. Modi, miembro del OCS, parece dispuesto a olvidar antiguos enfrentamientos fronterizos y proclamó que el siglo XXI sería "el siglo de Asia", advirtiendo del poder que suman los dos países más poblados del mundo.

Exhibición militar

La diplomacia dejó paso después a una exhibición de poder militar. El desfile con el que se conmemoró el 80 aniversario de la rendición de Japón y el fin de la II Guerra Mundial en Asia fue todo una demostración de la potencia de las modernizadas fuerzas armadas chinas. China exhibió un arsenal puntero con aviones de combate y no tripulados, misiles intercontinentales con capacidad nuclear, sistemas de defensa contra misiles, drones, tanques… Todo ello muestra el salto cualitativo que ha dado su ejército en los últimos diez años y cómo se ha convertido en una potencia a temer, aunque todavía lejos de la Usa. O sea, China ya no es sólo un gigante económico, sino una fuerza militar.

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La imagen de Xi Jinping flanqueado por el presidente ruso, Vladimir Putin, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, como invitados de honor en el desfile, fue el último capítulo de la escenificación. Enviaba un claro mensaje a Donald Trump ya Occidente: China elige sus alianzas y no acepta presiones.

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La filtración de la animada conversación entre Putin y Xi sobre el deseo de vivir hasta los 150 años gracias a la biotecnología aún añade más complicidad a las relaciones. Era la primera vez que los tres líderes comparecían juntos en público, y el escenario escogido fueron las gradas de la Puerta de la Paz Celestial, sobre el retrato de Mao, el lugar donde se exhibe el poder en China.

La alianza entre los tres países, sin embargo, no es simétrica. Las sanciones internacionales han convertido a China en el principal apoyo económico de Rusia y Corea del Norte. El mensaje era potente y ponía en evidencia que los intentos de Estados Unidos de separar a Rusia de China no tienen recorrido. Tampoco hay que olvidar el desafío en Europa. Putin acusó a Occidente de ser el causante de la invasión de Ucrania, ante la complacencia de Xi Jinping. La supuesta neutralidad de China frente a la invasión resulta ahora difícil de sostener.

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Orgullo patriótico

Los actos de esta semana también eran importantes cara a la política interna porque han insuflado una inyección de orgullo patriótico. El país no pasa por el mejor momento: la economía no se reactiva, la burbuja inmobiliaria aún no ha tocado fondo, y el paro aumenta. El poder militar también tiene sus claroscuros: Xi mantiene una purga continua en el ejército para erradicar los supuestos casos de corrupción.

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El presidente chino ha sabido aprovechar la situación geopolítica. La disruptiva política internacional de Donald Trump, impulsada por su política de "América Primero", es una oportunidad para China. La guerra arancelaria contra todos, el errático apoyo a Ucrania, y la retirada de Estados Unidos de organismos internacionales deja un vacío que el gigante asiático ocupa fácilmente.

Esta semana se ha visto la imagen de un Donald Trump aislado, frente a un Xi Jinping empoderado y rodeado de aliados. Esto, pese a que se rodeaba de los países más sancionados del mundo –Irán, Birmania, Corea del Norte y Rusia–, y de regímenes autoritarios como Vietnam o Laos. Sin embargo, la representación teatral de esta semana tiene fisuras. Pese al discurso en favor de la multilateralidad y de la participación equitativa, China no busca relaciones de igualdad con los vecinos. El enfrentamiento por el control del mar de China Meridional lo demuestra.

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El respeto del gigante asiático por las instituciones internacionales es ambivalente. Por ejemplo, no reconoce las resoluciones internacionales sobre las aguas territoriales de Filipinas. Tampoco puede olvidarse que el discurso oficial de respeto a otras culturas tampoco es muy creíble teniendo en cuenta cómo China reprime a los tibetanos y los uigures en su país.

Esta semana Xi Jinping ha hecho un llamamiento a los países occidentales a "abandonar el espíritu de guerra fría". Es una declaración recurrente en sus discursos y en los de la diplomacia china. Pero la imagen que surge desde Pekín no es dialogante: muestra la configuración de un blog de países antioccidentales, liderados por el líder chino, dispuestos a transformar el orden mundial actual.

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Desde Pekín también se ha enviado un mensaje al Sur Global, es decir, a los países en vías de desarrollo: es posible el crecimiento y la modernización sin democracia, ni respecto a los derechos humanos. En definitiva, China muestra que el camino del autoritarismo es una vía válida.