Los anuncios peor colocados del mundo

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BarcelonaEl Guardian publicaba hace unos días una de esas correcciones que duelen. Resulta que elaboró ​​un reportaje sobrecogedor sobre una mujer que descubría que su marido llevaba años excitando con imágenes de abusos sexuales infantiles. El anuncio que podía verse junto a este artículo era de una marca de relojes de lujo y su reclamo era “Mira porno”. Claro, parecía un juego intencional de muy mal gusto urdido por el fabricante. El lema “Mira porno”, además, funcionaba sólo para bromear y captar así la atención del lector. Otra coincidencia, aún más funesta, es la que experimentó hace unos años el rotativo alemán Lüneburger Landeszeitung. Publicó un reportaje sobre el campo de concentración de Auschwitz y el anuncio de que le acompañaba era... de una compañía de gas. También fue un error humano por parte del diario: no vieron que información y publicidad dialogaban de forma terrible entre ellas.

El anuncio aparecido en el 'The Guardian'

El caso es que, con la publicidad que se distribuye automáticamente en las ediciones digitales de los medios, este tipo de coincidencias son habituales. Como los anuncios los envían a páginas que tengan relación con el producto –por ejemplo, vuelos a noticias que hablen de viajes–, si se deja el algoritmo a sus anchas acaba poniendo también anuncios de aerolíneas a noticias sobre aviones estimbados. Para evitarlo, las empresas pueden bloquear determinadas palabras junto a las que no quieren que aparezcan sus anuncios. El problema es que esta lista de términos prohibidos puede acabar siendo discriminatoria. Páginas que denuncian el racismo, por ejemplo, acaban teniendo menos publicidad porque muchas marcas evitan términos relativos al color de la piel, por si se trata de páginas con lenguaje de odio. Así pues, podemos sumar un efecto perjudicial más derivado de la excesiva confianza en el algoritmo.

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