La BBC da la cara con su escándalo de pederastia

Esta semana han condenado a seis meses de cárcel a Huw Edwards, el presentador estrella de los informativos de la BBC. Es un rostro extremadamente familiar para todos los británicos. Fue el encargado de anunciar la muerte de la reina Isabel II, asumió las retransmisiones de su funeral y ha conducido los especiales más importantes de la cadena. Durante todo el año pasado, la BBC tuvo que explicar las noticias que vinculaban a Edwards a la compra y producción de imágenes pornográficas, al acoso y al abuso sexual de menores. Todo ello, con la complejidad añadida de que el protagonista era un compañero suyo y alguien en quien la audiencia había confiado. Con la sentencia de este lunes los informativos resumieron toda la historia de Huw Edwards con detalle y pusieron en evidencia los errores de la propia dirección de la BBC a la hora de afrontar el caso.

El reportaje, de 18 minutos de duración, tenía un título contundente: Huw Edwards, caído en desgracia. Empezaba recordando hasta qué punto era un personaje querido y respetado, "pero todo se derrumbó ante las cámaras". El periodista Adam Boulton, compañero de la BBC, colaboraba en el reportaje firmando como “examigo” de Edwards y aclarando que la persona que ellos conocían era alguien muy diferente a la que había emergido en todo este proceso. Se repasaba la trayectoria profesional de Edwards desde 1984, año en el que se vinculó a la televisión pública hasta que, a partir de 2023, “fue el periodista el que se convirtió en protagonista”.

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El reportaje quería ser estricto con la cronología de los hechos. El relato era intencionadamente preciso para no dejar grietas. Hay que tener en cuenta que en un primer momento no se hizo público el nombre del presentador implicado y, automáticamente, todos los profesionales de la cadena quedaron injustamente bajo sospecha durante unos días.

Se dejaba claro que la cadena falló, incluyendo una entrevista muy incisiva a uno de los responsables de la gestión de la BBC para pedir explicaciones de las negligencias cometidas.

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La emisión no olvidaba la parte social y emocional de la historia para priorizar a las víctimas. Se definía a Huw Edwards como predador y abusador. Y recordaban cómo el periodista utilizó su poder y su prestigio profesional para persuadir y manipular a menores. Cerraban el reportaje recordando que detrás de cada fotografía, de cada imagen, hay un niño explotado sexualmente. Un rótulo, al final, invitaba a otras posibles víctimas a contactar con la BBC.

El reportaje no resuelve el grave conflicto que la televisión pública tiene entre manos, sobre todo en el ámbito económico. Siguió pagando a Edwards hasta 200.000 libras tras ser detenido. Es un golpe para el prestigio de la cadena. Y más teniendo en cuenta que no es el primer caso de pederastia de un presentador de la BBC. Pero, sin embargo, los compañeros de la cadena han intentado asumir, con toda la profesionalidad posible y con la máxima transparencia, el escándalo de grandes dimensiones que les ha estallado encima.