Del café para todos al uranio 235 para todos

Como pareumaquinista, los diarios del lunes son, de largo, mis favoritos. Es el día en que los medios de la superderecha suelen mostrarse más creativos, con temas menores que pueden dejar cerrados el fin de semana hinchados como una palomita y exactamente con las mismas calorías informativas, es decir, pocas. ElAbc abre portada con el tema "Sánchez promete a Junts y ERC una singularidad nuclear catalana". La cosa es que Cataluña tiene una dependencia nuclear alta en relación con el resto de comunidades autónomas y, por tanto, se está considerando alargar la vida útil de las centrales aquí decretando una excepción al proceso de desmantelamiento pensado para el conjunto. Si esto ocurriera en San Cenutrio de la Llaga, ningún diario dedicaría más de dos líneas al interior, perdidas en medio de una noticia sobre cómo ordenar el panorama energético habiendo visto la vulnerabilidad iluminada –cruel contraste– por el gran apagón. Pero, como es Catalunya, le va bien al diario para animar las ventas del lunes, siempre el día más difícil para la prensa, con unas cuantas gotitas de catalanofobia.

El rotativo dedica un editorial que, aunque sea con la boca pequeña, admite que la medida tiene todo el sentido desde el punto de vista de la organización energética por cómo está distribuida la red, pero ellos lo encuadran en su relato perenne de las reclamaciones catalanas. En los años sesenta reclamábamos obispos catalanes y ahora, aparentemente, queremos que nuestro uranio sea enriquecido con ratafía y sustituir las barras de zircaloy con barquillos Rifacli. Claro, elAbc se subleva contra esto y lo tilda de "nueva concesión a la España de las desigualdades". Lo tienen tan incrustado en el ADN que si cayera un meteorito devastador se apresurarían a escribir indignados de que la Catalunya insolidaria vuelve a acaparar roca.