Otra clave al rojo vivo para intentar igualar a Bildu en ETA

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Drama en La Razón porque en un cartel electoral de Bildu hay una E retorcida que recuerda al reptil del emblema de ETA. Es necesario tener muy buena voluntad para verlo. De hecho, el diario en la web no incluye la fotografía del cartel: lo fía todo a un acto de fe. Lo he encontrado y puede recordarlo, aunque animal y letra miran en dirección contraria. Pero ver una apología de ETA como intenta hacer el diario –y la entidad que hay detrás de la denuncia que ha originado el asunto– obedece a la vieja táctica de mantener la extinta banda viva en el imaginario colector colectivo y la herida abierta a perpetuidad, o como mínimo mientras aporte rédito político. Por cierto, el animalito del digamos logotipo, a juicio de algún dirigente, evocaba la vía política, caracterizada por el meandro y el zigzag, no la violencia. Mi artículo, por cierto, no contiene ninguna letra típica del plural en catalán: todavía dirán que reivindico el reptil etarra y algún juez tronado me enviará directo al trullo.

Cartel electoral de Pello Otxandiano

Y señora

Un titular (ya corregido) en el digital Principal: “Jair Domínguez, su novia y Marc Ribas, en el nuevo videoclip de Lildami”. Bien, ya me permitirá la pareja que abombe un detalle íntimo, pero la ocasión se lo merece. Resulta que su novia tiene nombre. Y más aún: tiene suficiente proyección pública –es una de las tres presentadoras del programa El bunker, de Catalunya Ràdio– como para que sea ofensivo enjuagarla como “la novia”, con todo lo que sugiere de apéndice más o menos prescindible. Probablemente no había mala fe, sino sólo un efecto habitual entre el ganado periodístico: tomarse a uno mismo como patrón oro de la fama. Si yo no lo conozco, nadie lo conoce y hay que identificarlo más allá del nombre. Pero por rendijas como éstas se cuela también el micromachismo.

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