La elección eurovisiva como metáfora de la democracia española

Año 1963. Festival de la Canción Mediterránea. Raimon y Salomé consiguen la victoria con el tema Se'n va anar, el único en catalán del certamen, gracias a la votación popular de los asistentes al Palacio de Deportes. RTVE retransmitía la gala en directo, como era habitual. Y el año siguiente ya se habían cambiado las normas de elección del ganador, no fuera caso que aquello de hacer sonar el catalán por la televisión se convirtiera en costumbre.

Año 1968. Serrat es escogido para representar España con la canción La, la, la ,compuesta por el Dúo Dinámico. Se tendrá que defender en el Royal Albert Hall de Londres. Cuando faltan solo once días para la gala, manda una carta abierta al director general de RTVE, Jesús Aparicio Bernal. "Solicito que me autorice a cantar en Londres en catalán o que, en caso de que no sea posible, acepte mi renuncia irrevocable", escribe. A sus 92 años, Bernal todavía se debe reír. Se le encarga a Massiel que prepare atropelladamente la canción y ya está.

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Año 2008. RTVE presenta una alianza con MySpace –gran visión de futuro– y promete un grandísimo proceso de participación popular. Pero Andreu Buenafuente y David Fernández se inventan Rodolfo Chikilicuatre y arrasan: obtienen casi el doble de puntos que el segundo clasificado. La canción, Baila el chiki-chiki, es una broma absoluta. Pero hablamos de Eurovisión, así que el factor sorpresa y el buen humor hacen que España consiga la posición número 16. Al año siguiente, se decide que el voto popular se ponderará con un 50% de voto del jurado. Porque dejar el poder al pueblo es peligroso. Se envía a Soraya a Eurovisión y queda penúltima.

Y, bien, año 2022. La conversación pública está dominada claramente por dos nombres: Rigoberta Bandini y Tanxugueiras. Los apoyos públicos que ha recibido la primera, y su reivindicación feminista de los pechos, hacen fácil ubicarla dentro del universo de valores de Podemos. Y las segundas pretendían cantar en gallego y colar encima un verso en catalán, uno en asturiano y uno en vasco. El voto del jurado ha sido determinante para enviar a Chanel, que, sin discutirle ningún mérito artístico en su género, no había conseguido generar un nivel de entusiasmo como el de sus rivales. Si el Benidorm Fest ha sido relevante y ha saturado Twitter este año es gracias a la presencia de Bandini y Tanxugueiras.

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Propongo que, para el año 2023 y si la salud se lo permite, RTVE envíe a Julio Iglesias al Festival de Eurovisión. Previa escenificación de un proceso de participación del público, claro. Y que, a guisa de recordatorio a los ingenuos, cante La vida sigue igual.