La élite de los auriculares de botón inalámbricos

Comparamos los modelos con reducción de ruido más recientes de Apple, Samsung y Sony

Hasta hace un par de años, los auriculares de botón o intraurales –en contraposición a los de diadema o supraurales se usaban sobre todo fuera de casa: yendo al trabajo o haciendo deporte. Aun así, los confinamientos pandémicos han llevado a muchos consumidores a adoptarlos también dentro de casa para disponer de una cierta privacidad en el teletrabajo, el estudio a distancia y el consumo multimedia sin estorbar a las personas con las que se comparte techo. Así, las ventas de esta categoría se han disparado más de un 30% respecto al año anterior, según cifras de IDC, y los llamados hearables (escuchables) representan ahora más de la mitad del total de wearables o dispositivos electrónicos para llevar puestos, que también incluyen los relojes inteligentes y los brazaletes de ejercicio.

Para comprobar el estado de la tecnología de los auriculares de botón inalámbricos, he comparado los modelos emblemáticos actuales de las mismas tres marcas de referencia que contemplé en análisis anteriores: los AirPods Pro (279 euros) de Apple, los Galaxy Buds Pro (240 euros) de Samsung y los WH-1000XM4 (280 euros) de Sony. Como cualquier otro auricular inalámbrico, incluidos los de 10 euros que encontraréis en el supermercado, se conectan a la fuente de sonido mediante un enlace Bluetooth. De hecho, los tres se pueden vincular por esta vía con teléfonos móviles de cualquier marca. Pero solo combinándolos con su respectiva aplicación móvil –la de Apple forma parte de iOS; Galaxy Wear de Samsung funciona con Android, y Headphones Connect de Sony tiene versiones para las dos plataformas– se les puede sacar todo el rendimiento, empezando por la función principal: la cancelación del ruido ambiente. 

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Esta cancelación se obtiene sumando dos elementos. El primero es pasivo: el encaje de los auriculares haciendo de tapón del conducto auditivo. Este encaje depende de la morfología del oído de cada usuario y, por eso, los tres modelos incluyen tapones intercambiables de tres medidas diferentes –de la silicona blanda habitual los de Apple y Samsung y de espuma de poliuretano los de Sony, que son, de largo, los que proporcionan un mejor aislamiento–. El segundo elemento de cancelación de ruido es activo: los micrófonos incorporados –los mismos que sirven para hacer llamadas– captan el ruido del entorno y la electrónica interna lo sustrae continuamente de la señal sonora procedente del smartphone . El efecto conjunto de aislamiento que se obtiene en condiciones óptimas es considerablemente más efectivo que el de las generaciones anteriores de esta categoría de productos; atenúa sobre todo los ruidos graves y continuados como los de maquinaria y vehículos. 

Las tres marcas coinciden en prever que el aislamiento sonoro sea solo parcial. Mediante gestos –pellizcando el tubo de los Apple o dando un golpecito a los otros dos– o bien eligiéndolo en las aplicaciones móviles se pueden activar modalidades ambientales que dejan pasar los sonidos que nos rodean, con lo que podemos evitar que un vehículo nos dé un disgusto si atravesamos distraídos la calle. En este aspecto la aplicación de Sony es la más sofisticada: usa el GPS del teléfono para detectar si estamos quietos o nos desplazamos, y aplica el grado de cancelación óptimo en cada caso. Tanto los auriculares de Sony como los de Samsung son capaces de detectar que somos nosotros los que empezamos a hablar y silencian la música hasta que callamos, esperando 10 segundos en el caso de Samsung y un tiempo ajustable en el de Sony. Las dos marcas orientales ofrecen también funciones de sonido envolvente: Dolby Atmos la coreana y 360 Reality Audio la nipona. Aún así, es necesario que el audio original sea del formato adecuado, y por ahora los catálogos de música en 3D son muy limitados.

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Apple y Samsung hacen valer sus respectivos ecosistemas. Una vez vinculados los auriculares a nuestro perfil de usuario, reconocen cuando cambiamos de aparato –del móvil al ordenador– y nos siguen automáticamente. En los Apple, algo más de la cuenta: si escucho la música del iPhone con Spotify Connect en un altavoz externo y me pongo los AirPods para llamar o hacer una videollamada, la música pasa a sonar en los auriculares, a pesar de no ser lo que quería. En caso de perderlos, tanto los auriculares de Apple como los de Samsung se pueden localizar con los respectivos servicios de rastreo Buscar y Smart Things. Los tres auriculares disponen de cierto grado de resistencia a la humedad: se pueden mojar con la lluvia y no se estropean con el sudor del ejercicio intenso. Los tres se cargan guardándolos en el estuche, que se puede enchufar a un cargador o depositar sobre una base de carga inalámbricas. Los respectivos estuches triplican la autonomía propia de cada auricular, que con la cancelación de ruido activada ronda las cinco horas en los Apple y los Samsung y llega a las ocho horas en los Sony, gracias al hecho de ser los más grandes.

Calidad de sonido

A pesar de su precio, ninguno de los tres auriculares probados ofrece la misma experiencia sonora que un modelo de diadema del mismo precio, como los que encontraréis en los catálogos de las tres marcas. El procesado de señal extrema que requieren las funciones avanzadas afecta a la claridad del sonido, que los Samsung reproducen de manera más natural que los Sony y estos que los Apple. En los sonidos más graves se imponen las limitaciones de la medida. Justo es decir que los más estancos (Sony y Samsung por este orden) se defienden bastante bien en este aspecto, incluso con la música con bajo sintético sin mucho ataque (los Pet Shop Boys, por ejemplo), y son perfectamente competentes para escuchar rock o pop, series y cine o videojuegos, pero ninguno de los tres logra suficiente fidelidad en la audición de música más acústica como el jazz, o ya no digamos la clásica, con piezas corales como el Cantique de Jean Racine, de Fauré.

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Aún así, si la comodidad os lleva a optar por unos auriculares de botón de gama alta, tened muy presente la necesidad de asegurar el encaje a vuestro conducto auditivo. No solo para oír mejor la música y menos el ruido, sino también para arriesgaros menos a perderlos. Durante los meses de invierno los he usado los tres muy tranquilo porque cuando salía a hacer ejercicio de buena mañana quedaban sujetos por el gorrito de lana, pero, sin él, las gafas y las cintas de la mascarilla deforman lo bastante la oreja como para ir sufriendo todo el rato. Un consejo: si andáis o corréis con cualquiera de estos auriculares, limpiaos bien las orejas antes de ponéroslos. Por higiene y para evitar incidencias a 140 euros la pieza.