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Elon Musk, en guerra abierta contra los medios

El dueño de X mantiene una campaña de desprestigio similar a la operada por Donald Trump

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El magnate Elon Musk junto al expresidente Donald Trump.

BarcelonaLa relación entre redes sociales y medios suele ser de amor-odio. Estas plataformas pueden ser una fuente de visitas importantes, sobre todo para las cabeceras que viven del tráfico al por mayor, pero al mismo tiempo se crean unas dependencias malsanas y, encima, estas empresas tecnológicas captan recursos publicitarios que, antes del era digital, solían ir a los medios tradicionales. Este precario equilibrio ha terminado perdiéndose en X, el antiguo Twitter, ya que su propietario, Elon Musk, ha emprendido una campaña de desprestigio contra las principales marcas informativas del planeta.

En los últimos tiempos, el emprendedor y hombre más rico del mundo ha intensificado sus ataques a la prensa. Quien se complace en definirse como “absolutista de la libertad de expresión” intenta trasladar la idea de que los medios tradicionales son una industria moribunda. Asimismo, defiende X como el mejor sitio donde informarse, pese a la reducción drástica de personal que ha operado desde que adquirió Twitter, que se ha dejado sentir especialmente en los departamentos de supervisión de contenidos. Esto se ha traducido en unas denuncias contra la red social por su permisividad con el lenguaje del odio –especialmente el antisemitismo– y un incremento de la circulación de contenidos sin base científica que critican, por ejemplo, las vacunas contra la cóvido. El propio Musk atiza esta confusión, y en los últimos días ha publicado mems de internet como uno que reflexiona: “Han pasado ya tres años. ¿Todos los que no se vacunaron no deberían estar muertos?”

Las diatribas de Musk siguen punto por punto el argumentario de Donald Trump, hasta el punto de que directamente se ha posicionado a favor de su candidatura a presidente de EEUU. Y no es sólo un soporte simbólico verbal: el Wall Street Journal asegura que le ha prometido al republicano 45 millones de dólares mensuales para actos de campaña en adelante hasta que lleguen las elecciones en noviembre. Musk, sin embargo, niega esa cantidad.

Sea como fuere, en su frenética actividad tuitaria, abundan los desprecios a Joe Biden y Kamala Harris. Una de las noticias que comentaba, por ejemplo, era la del debate televisado en el que al actual presidente se le vio desorientado. Según Musk, los grandes medios no habían visto ningún problema en él (algo discutible, ya que muchas cabeceras empezaron a publicar artículos de opinión en los que sugerían que lo mejor que podía hacer es retirarse, como ocurrió). Uno de los que le comentaban el mensaje era el célebre doctor antivacunas Simon Goddek, quien le decía que esto constituía “otra prueba de que los medios mainstream son el cáncer de la sociedad”. Y Musk remataba: "Sip".

En el perfil del empresario abundan los desprecios al periodismo. Por ejemplo: “Ya no leo los medios tradicionales. ¿Qué sentido tiene leer 1.000 palabras sobre algo que se subió a X hace ya varios días?”; “He intentado utilizar X y los medios tradicionales este fin de semana, pero los tradicionales iban tan tarde y se equivocaban tanto que no tenía ningún sentido”; "Con alguna rara excepción, casi toda la industria de los medios tradicionales es un escuadrón de agitadores de extrema izquierda"; “Cuando algo está mal en X se corrige muy rápido, pero, en cambio, en la prensa tradicional se mantiene días y días equivocadamente”.

La prensa responde

El Financial Times contestaba hace unos meses esa acusación de Musk en forma de artículo de opinión de la columnista Jemima Kelly. La autora preguntaba retóricamente: “¿Pero quién cree que sube las noticias que la gente obtiene de las redes sociales?” Peter Suciu, en Forbes, también hacía notar algunas de las fallas argumentales básicas del nuevo dueño de X: “Los comentarios de Musk fracasan a la hora de comprender que hacer periodismo va más allá de decir que algo ha pasado. Requiere contrastación de hechos, confirmación con fuentes y, lo más importante, que se presente la verdad. Las tres cosas pueden estar ausentes en X y las plataformas similares”.

Reuters es uno de los señalados por su ira. La veterana agencia ganó un premio Pulitzer cuyos reportajes explicaba cómo el imperio empresarial de Musk había causado “daños graves” a consumidores, trabajadores y animales de laboratorio, que han derivado en investigaciones de los reguladores europeos y americanos. Musk despreció a la veterana agencia: “El periodismo tradicional miente más que respira. Y los peores, en este momento, son Reuters”. Un número significativo de respuestas a su mensaje recordaban que el fundador de la agencia es judío, o alimentaban la noción de que los judíos controlan el relato mediático global con sus medios de comunicación.

En este sentido, el magnate sigue los pasos de Trump, que ha sido muy insistente a la hora de demonizar a los periodistas y medios, hasta el punto de considerarlos "enemigos del pueblo". Este posicionamiento de Musk puede ser visto como ideológico –lleva años siendo un militante muy proactivo contrario al movimiento llamado woke–, pero tiene también implicaciones empresariales: sus distintos negocios dependen de decisiones que se tomarán en el Capitolio y la Casa Blanca. Empezando por la noción de que las redes sociales deben empezar a tener una regulación más estricta que la que se deriva de la legislación actual.

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