Crítica de series

'Heartstopper': la propuesta 'queer' de Netflix que os robará el corazón

La serie construye un universo tierno, luminoso y acogedor para la experiencia LGTBIQ+ juvenil

'Heartstopper'

Escrita per Alice Oseman y dirigida por Euros Lynn para Netflix. En emisión en Netflix

Euphoria, Generation, We are who we are, Cono amor, Victor e incluso Sex education... Todas estas series adolescentes comparten un elemento común: la perspectiva queer, principal rasgo que identifica a la juventud actual y lo singulariza respecto a las generaciones anteriores. Así lo constata la reciente encuesta de la Agencia de Salud Pública del Ayuntamiento de Barcelona, en que menos de la mitad de las chicas de entre 13 y 19 años se declaran "solo heterosexuales". Como hace buena parte de la juventud, estas series dan por superado el paradigma heteronormativo, dejan atrás el apriorismo binario según el cual se es por defecto chico o chica, homosexual o hetero, y entienden la sexualidad como un espectro amplio. Las series recogen estas nuevas formas de concebir las identidades, y transmiten los procesos que viven los protagonistas a la hora de asumirlas, expresarlas y experimentarlas. A la lista inicial se añade ahora la nueva propuesta adolescente de Netflix, Heartstopper, una adaptación de las novelas gráficas homónimas de Alice Oseman (editadas en castellano por Crossbooks) destinada a robar el corazón a la audiencia.

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En uno de los ocho episodios que configuran esta temporada, los dos protagonistas se definen con ironía a partir de los estereotipos con que los ve el resto del instituto. Charlie (Joe Locke) seria el gay nerd, tímido y sensible, de quien se burlan los jugadores del equipo de rugby. Es decir, los amigos de Nick (Kit Connor), el típico deportista que todo el mundo toma por hetero y que a priori nunca acabaría con alguien como Charlie. A pesar de que son de cursos diferentes, los dos comparten pupitre en una clase. Y, desde el primer día, entre ellos saltan las chispas. Literales. Charlie lo tiene clarísimo enseguida: Nick le gusta mucho. Pero para el joven deportista, este sentimiento hacia su compañero de clase es una experiencia nueva.

Heartstopper se centra en comprobar si la atracción entre los dos protagonistas acabará cristalizando, pero en general en la serie no hay ninguna relación heteronormativa. El mejor amigo de Charlie, Tao (William Gao), no lleva muy bien los cambios en la pandilla, y tampoco acaba de ser consciente de su posible amor por Elle (Yasmin Finney), la amiga trans que se acaba de trasladar a la escuela de chicas. Allí, Elle establece una complicidad con la pareja que forman Darcey (Kizzy Edgell) y Tara (Corinna Brown), acabada de salir del armario.

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Pocas series más luminosas e inocentes que Heartstopper. En este aspecto se diferencia tanto de la pulsión nihilista, la embriagadora belleza y la intensidad extrema de Euphoria como del exploit cínico del tema que hace Élite. En su forma de idear una ficción queer, Oseman, que también se ha encargado de la adaptación, y el director galés Euros Lyn, se distancian igualmente de series pioneras como la británica Queer as folk. A principios de siglo, la ficción queer se definía desde la transgresión y la reafirmación, como forma de resistencia en un entorno muy hostil. En Heartsopper, en cambio, se reivindica la adolescencia como el periodo de las dudas y los miedos. En lugar de asociarla a la transgresión, la actitud queer se asocia a la vulnerabilidad, la ternura y la voluntad de aproximarse al otro. La serie adopta una estética indie pop encantadora, que toma prestados del lenguaje del cómico original montajes propios del mundo de las viñetas y pequeños insertos de animación. Sin esconder la violencia homófoba, Heartstopper construye desde la ficción un universo cálido, optimista y luminoso para acoger la experiencia queer juvenil.