La IA no sabe leer noticias: ahora reiremos
Un estudio realizado por la Unión Europea de Radiodifusión afirma que las cuatro principales inteligencias artificiales del mercado tergiversan el 45% de las noticias que leen. Esto significa que las explican a los usuarios introduciendo juicios de valor, con atribuciones falsas o rellenas de imprecisiones. Vamos, que no superarían las pruebas de competencias. Una tasa de error del 45% en cualquier servicio sería motivo de olvidarlo para siempre, pero algo nos dice que la IA puede respirar tranquila y que, incluso poniendo los pies en el cubo casi la mitad de los golpes, seguirá abriéndose paso en nuestra cotidianidad. Primero, porque mucha gente, directamente, no detectará el error y se irá contenta con su respuesta bajo el brazo, sobre todo si refuerza su concepción previa. Porque si algo sabe hacer bien la IA es hacernos la pelota y aplaudir todo lo que le decimos. Y segundo, porque la comodidad que aporta es tal que estamos bastante condenados a acabar asumiendo ese gran margen de error. Quizá sea el gusto por las distopías, pero resulta tentador imaginar una novela en la que la humanidad, después de haber perseguido la factualidad y la precisión durante siglos, finalmente desarrolla una herramienta tan absoluta que prefiere asumir un conocimiento aproximativo –pero que confirme nuestros sesgos–, antes que tener que volver a asumir el trabajo.
El (buen) periodismo debería poder responder a esta amenaza y, con todas sus imperfecciones, ponerse a defender su método para ofrecer al mundo una mirada racional y coherente. ¿Cómo? Por un lado, haciendo fuerza contra las grandes tecnológicas para que no vampirizen sus contenidos (¡con un 45% de error!). Por otro, siente lo suficientemente excelentes para que los lectores sientan orgullo de defender con su dinero un modelo alternativo al de las IA y al de las oligarcas que las controlan. Es una batalla que da miedo, pero también inspira.