El juez Peinado hace desmelenar la caverna
La instrucción del caso contra Begoña Gómez, la esposa de Pedro Sánchez, es un cúmulo de despropósitos porque ha logrado ocupar ya un montón de portadas antes de poner sobre la mesa suficientes indicios de ninguna conducta delictiva evidente. La sentencia que busca no es jurídica, sino mediática. Sólo así se explica también que Juan Carlos Peinado cite a Pedro Sánchez como testigo. Todo forma parte del show: el magistrado sabe sobradamente que la ley exime a un cónyuge de declarar contra su pareja.
Como si fuera una navaja suiza, el estéril movimiento de Peinado sirve para muchas cosas en los diarios hostiles en el PSOE. En el caso deAbc, por ejemplo, titulan “Moncloa se lanza contra el juez por criticar a Sánchez” que alimenta su retrato del presidente español como un autócrata perseguidor del estamento judicial. El verbo principal de La Razón es “interrogará”, lo que permite poner a Sánchez bajo la sombra de la sospecha. Algo habrá hecho. En el caso deEl Mundo, hay una cita anónima de una (supuesta) fuente del PSOE que dice "Esto se complica". De nuevo, se insinúa mucho queso –aquí hay teca– pero lo que tenemos, como mucho, es un mendrugo de pan negro. La política siempre ha tenido una parte acentuada performativa, que en los últimos tiempos se ha convertido en directamente insoportable. Pero mira, todo el mundo tenía claro que había dosis de teiatru. Pero que cada vez los jueces sean más protagonistas con sus desmelenadas actuaciones cara a la galería tiene implicaciones más profundas sobre la salud democrática. Actuaciones, por cierto, que suelen terminar en nada. Como cuando el propio Peinado imputó a doce periodistas, sin practicar ninguna diligencia, por desvelar parte del contenido del sumario contra los CDR. Acabó archivándolo, pero el magistrado pudo disfrutar un ratito de su política de sustos arbitraria e impune.