El listón de Josep Maria Flotats

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Josep Maria Flotats en el Teatro Romea de Barcelona.

La promoción del Sin ficción del martes por la noche parecía que debiera centrarse en las interioridades del conflicto entre el actor Josep Maria Flotats y el gobierno de la Generalitat, a raíz de su destitución en 1997 como director del TNC. En cambio, Ensayando Flotats resultó ser, por suerte, mucho más que eso. El documental profundizaba en la relevancia de esta personalidad en el ámbito teatral, y lo presentaba como una figura única y de una excelencia profesional que cuesta encontrar hoy en día.

La entrevista al actor y los ensayos de la obra que le ha devuelto a Barcelona, Voltaire/Rousseau. La disputa servían de hilo conductor. Sus compañeros, discípulos y profesionales con los que compartió escenario y proyectos coincidían en hablar de la exigencia máxima, de la disciplina de trabajo, de la concentración obsesiva que lleva a experimentar el teatro como un acto sublime, tanto por parte de los actores como de los espectadores. En el documental existe una secuencia sorprendente e insólita que retrata el talante del protagonista. En un ensayo de la obra, Flotats accede a la presencia de las cámaras del documental para grabar el proceso de trabajo. Posteriormente, esta intrusión estorba la concentración de Flotats y, una vez terminada la función, estalla. Está indignado y abuchea a los documentalistas para hacerles ver cómo han importunado el trabajo. Dice que ha resistido por el compromiso adquirido. Vemos a Flotats en estado puro y espontáneo, pero, sobre todo, enojado consigo mismo: “Aún no he aprendido a decir que no”.

En el documental hay un subtexto permanente. El director habla de la importancia de la dicción, de la proyección de la voz, del sacrificio profesional como forma de respeto al oficio. Entre líneas, nos están diciendo que esto se ha perdido o escasea. Ensayando Flotats nos habla también de la degeneración de la cultura del esfuerzo y de cómo el listón de Josep Maria Flotats determinaba, en parte, el paisaje teatral y cultural del país.

El documental acertó en el contenido pero no tanto en el planteamiento narrativo. La voz en off, innecesaria, otorgaba al relato una artificialidad pasada de moda, un enfoque antiguo de publirreportaje. Tampoco ayudaba el guión. No se puede empezar la historia con un “Nacido en 1939, su vida ha sido un viaje constante...” Un relato cronológico de manual propio de un vídeo explicativo de un museo pasado de moda. No se pueden utilizar estos recursos caducos para retratar a un personaje que, precisamente, se ha caracterizado por tener una mirada que va más allá de lo previsible y convencional. También fue injusto para Joan Font, director de Comediants, dejarle solo como único testigo discrepante en el homenaje.

Más allá de estos detalles, sin embargo, Ensayando Flotats demuestra la grandeza del personaje cuando, a partir de su figura, se puede hacer reflexionar al espectador sobre la calidad del teatro, el estado del oficio, los vínculos envenenados de la gestión con la política y el panorama cultural del país .

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