Matando derechos fundamentales con alegría
De las tres primeras películas de Star Wars se salvan pocas cosas (y todas se concentran en la tercera), pero una de las más conmovedoras es cuando el emperador Palpatine consigue el apoyo entusiasta del Senado y la pobre Padmé Amidala se lamenta: “Así es como muere la libertad, entre aplausos clamorosos”. En esta época de regresión de derechos individuales hay quien tiene las palmas en carne viva, de tanto aplaudir. El PP propone prohibir partidos, y los medios que le hacen la corte no es que no tengan el coraje de avisar de que se trata de una frontera extremadamente peligrosa de cruzar. Es que se abonan a ello con alegría, sin darse cuenta de que los periodistas son de los primeros que suelen caer una vez se abre la veda de la supresión y la anulación por decreto. El PP ya lo consiguió con la ley de partidos que ilegalizó a Herri Batasuna y Euskal Herritarrok, en el 2003. Entonces lo hizo con la cobertura de la violencia. Ahora, tan solo realizar una consulta para saber la opinión del pueblo te podrá llevar entre rejas, si triunfa el plan popular. El Mundo ha empezado a salivar ante la perspectiva. En portada, destaca un artículo de aquellos que ponen la venda antes de que haya herida: "Una iniciativa compatible y diferente a la ley de partidos". ¿Compatible con qué? No con la higiene democrática.
Evidentemente, los partidos independentistas están en el punto de mira. Feijóo anunció su plan sin dar nombres, pero a nadie se le escapa que es una ley ad hominem (o ad partite), y así se rabean en el titular que abre la primera página: “Feijóo pedirá disolver ERC y Junts si preparan otro 1-O”. Y en el caso de Junts no deja de ser irónico que la formación predecesora, CiU, fuera de las que avalaron la funesta ley de partidos aznariana. Ya lo cantan bien y con acierto los Zoo: vuelven las hostias como un bumerán.