Hasta las narices de Miguel Bosé

Esta semana hemos sufrido otra sobredosis mediática de Miguel Bosé, a quien las televisiones utilizan como un mono de feria. El cantante se ha convertido en un juguete roto: ese artista exitoso de vida privilegiada ha degenerado en un hombre inquietante y enfermo que cuenta episodios turbios de su familia y elabora conspiranoias en torno a la ciencia. La pandemia catapultó su versión más sórdida gracias a su negacionismo sobre la vacuna contra el covid.

Desde entonces, Miguel Bosé se ha convertido en un personaje aún más goloso de lo que era. Esta semana, Telecinco ha estrenado la adaptación de la serie Bosé, donde se recrea la vida del cantante. Es una versión más comercial de la emisión inicial que realizó Sky Showtime. El estreno en Telecinco contó con un preliminar: una entrevista de Joaquín Prat al cantante para celebrar La noche de Bosé como un especial temático de primer nivel. Una semana antes, también en la misma cadena, el artista ya había visitado a Ana Rosa Quintana en TardeAR.

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Por otra parte, Movistar+ también cuenta en su catálogo con la serie documental Bosé renacido, donde el propio cantante explica su pasado familiar, centrándose sobre todo en la figura de su padre, el célebre torero Luis Miguel Dominguín, un maltratador amigo de Franco. “El niño de Franco”, lo llamaban. Miguel Bosé también ha visitado recientemente El hormiguero en Antena 3 y ha hecho de jurado en el desastroso talent show de La 1 Cover night.

Miguel Bosé hasta la sopa.

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Pero lo más preocupante es el relato común en estas producciones biográficas. Primero, un interés por cómo era la vida de los Dominguín Bosé. Una narración en la que se cultiva una cierta aura de fascinación por el torero, que queda blanqueado por unas historias sobre su irresistible capacidad de seducción y sus amistades más glamurosas. Los malos tratos a su mujer, Lucia Bosé, quedan desdibujados por una pátina de romantización de una historia de pasión. Los vínculos con el mundo artístico, literario y cinematográfico más selecto son simultáneos en las relaciones con la alta sociedad de la dictadura española. Esta sintonía con Franco protegió a la familia.

La trayectoria profesional de Miguel Bosé no se ha caracterizado por su compromiso social sino más bien por la frivolidad banal. Y su vida sexual y sentimental la ha defendido desde la libertad individual más que desde el compromiso con ningún colectivo. El resto se ha mantenido bajo cierta opacidad: adicciones, vida en México, paternidad por gestación subrogada, actitud reaccionaria en las redes sociales y un último atraco en su casa narrado por sí mismo como si fuera una película de acción. De todo ello se ha hecho un héroe mediático que explica su vida en clave de drama y lamenta que ahora ya no hay libertad para decir ni hacer lo que se quiere. Como se ha hecho con otros personajes de la alta sociedad española más ultraconservadora, se reescribe la historia para convertir el pasado más mezquino, prepotente e impune en una especie de cuento de Cenicienta para entretener a la gente en televisión.