Pablo Motos y el precio de las personas

Una de las nuevas colaboradoras de El Hormiguero es Marta Jiménez, una experta en deportes de riesgo. Exhibe con cierta periodicidad situaciones de peligro extremo en las que pone al límite su vida. Ha hecho puenting sobre una piscina de plástico improvisada. Saltó al vacío esperando que una piedra en el otro extremo de la cuerda frenara el impacto contra el suelo. Y este miércoles, Marta Jiménez saltó desde una altura de doce metros sobre decenas de cajas de cartón vacías. En la culminación de la proeza se produjo un susto. No podían sacar a la chica de en medio del montón de cajas reventadas. Quedó clavada boca abajo, hundida bajo un montón de cartón aplastado. Los ayudantes le estiraban de las piernas, como si fuera un muñeco, mientras se oía la voz de la chica: "¡No puedo salir!". El experimento fue modificado tras anular otra prueba. Inicialmente la querían hacer saltar desde lo alto de una motocicleta. Pablo Motos explicó que en el ensayo previo ella se había clavado el manillar en el pecho y había perdido la respiración. También enseñaron en la audiencia algunas fotografías de los hematomas provocados por el accidente. Esto no es nuevo en El Hormiguero. Hace años, en los inicios del programa, era el propio Pablo Motos quien asumía el riesgo extremo, produciéndose algunos accidentes en directo. Alcanzada la fama y el éxito, él delega el peligro en nuevos empleados.

El riesgo, sobre todo el que atenta contra la integridad personal o incluso la vida, es uno de los factores más hipnóticos que existen en televisión. El espectador no puede apartar la mirada de la pantalla, en un acto morboso que le aproxima a contemplar el dolor o la muerte en directo. Que el programa haya escogido a una mujer por esta misión denota la voluntad de acentuar la sensación de peligro. En vez de la figura de un especialista masculino, que tradicionalmente simbolizaría la destreza, se elige a una mujer porque el estereotipo televisivo lleva al espectador a asociarla con la vulnerabilidad. Es una estrategia para potenciar la sensación de temeridad en el espectador.

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Este tipo de experimentos delatan los valores del programa. Personas al servicio del espectaculo. Ya ocurría cuando El Hormiguero utilizaba chicas chinas para humillarlas con juegos vinculados al lenguaje. Los colaboradores, sobre todo los anónimos, son títeres al servicio del espectáculo. Es necesario escoger aquellos que están dispuestos a hacer cualquier cosa para participar. Y aquí entra en juego la mentalidad del colaborador que arriesga su vida: ¿hasta qué punto la necesidad de trabajo, la repercusión mediática o la prisa del directo le permiten calibrar con acierto las medidas de seguridad? En Free Solo (Oscar al mejor documental en 2019) el escalador Alex Honnold hablaba de cómo la presencia de cámaras podía influir negativamente en la toma de decisiones mientras su vida colgaba de una gigantesca roca vertical.

El ególatra Pablo Motos, convertido en pequeño emperador mediático, ha llevado al extremo la instrumentalización del ser humano. Una forma de decirnos que la vida de los demás no vale nada si es en su beneficio.