Chema Vera: "¿Prohibir pantallas? Los chicos piden algo más"
Director de Unicef en España
BarcelonaUnicef ha elaborado una encuesta con 100.000 participantes de todo el Estado que permite tener una fotografía clara de las inquietudes de los jóvenes con respecto a las pantallas. Emerge una conclusión clara: ellos también están preocupados y piden hablar de ello. Lo explica en esta entrevista Chema Vera, director de Unicef en España.
¿Cómo se resuelve la tensión entre evitar una brecha digital y, al mismo tiempo, proteger a los niños de los peligros de las pantallas?
— Es la pregunta clave porque hace falta poner límites, pero sin caer en la tentación de la desconexión. Porque con ello se pierden todas las posibilidades que existen en el ámbito educativo, en el de la participación, con la conexión con los demás. Por eso creemos que la solución es una combinación de límites, regulación y diálogo entre todas las partes, incluidos los propios niños. Porque recordemos que ellos mismos están también preocupados, según nos revelan en la encuesta.
¿Llegará la solución fundamentalmente por la vía del dinero o de la regulación?
— Yo creo más en la regulación que en el dinero, aunque hace falta dinero. Es necesario invertir en la infancia, en bienes generales, en protección de la infancia, y también en el ámbito educativo, que está desbordado. No hay una liberación de horas para que los profesores se formen y aprendan cómo abordar el fenómeno. Si sólo habláramos de pobreza infantil, claramente pediría la pasta. Pero en ese terreno es más importante la regulación.
¿Y en qué sentido, regular?
— Los accesos de los menores, sobre todo. La autorregulación de las plataformas no está funcionando, o no funciona lo suficiente. Pero quisiera mencionar los niveles de mejora relativa que hemos detectado respecto al estudio de hace cinco años, aunque es difícil saber el porqué, puesto que concurren muchos factores. Pero el índice de chicos y chicas que aceptan a desconocidos en sus redes sociales ha caído de un 57% a un 38%. Y el de quienes quedan en la vida física con alguien que sólo han conocido en las redes con un perfil determinado pasa del 22 al 16%. Ahora bien, en acceso a pornografía apenas detectamos mejora, ni en edad de inicio de uso del móvil. En cualquier caso, las plataformas podrían activar una mayor protección del niño, pero colisiona con su negocio.
¿Alguna respuesta positiva a los planteamientos de Unicef?
— No tanto en plataformas como en operadoras. MasOrange ha sacado una línea segura que tiene ya incorporados todos los controles y filtros. Está capada por todos lados pensando en chicos de 12, 13, 14 años. ¿Es totalmente segura? No. ¿Es mucho más segura? Sí.
¿Tiene Unicef fijada una edad a la que recibir el primer móvil?
— No hay posición fijada, pero sí que los 10,8 años nos parece muy temprano. Y, si es una media, significa que a muchos les llega todavía antes. En cualquier caso, si utilizaran una línea segura, si las redes actuaran como deberían actuar, si los padres y madres tuvieran todas las conversaciones preventivas... todo esto sería mejor que sólo prohibir. Si sólo prohíbes, es una conversación pobre y los chicos y chicas piden algo más. Dicen: "Hablemos, miramos cómo podemos manejarlo todos juntos".
¿A mayor vulnerabilidad económica, mayor vulnerabilidad digital?
— Así como en salud mental sí existe una conexión directa, en este caso la correlación no se da tanto. Es un mal mucho más transversal, aunque es evidente que si los padres y madres pueden dedicarle más tiempo es mejor que si hay un solo progenitor en la familia trabajando doce horas diarias. Los padres también deben tener oxígeno vital para poder formarse. Pero malos usos los hay en todos los estratos.
¿Hay algún país que se salga adelante?
— No que yo recuerde. Justamente en la última reunión de los directores de Unicef en países de altos ingresos, que éramos 32, sí vimos claro que todos, de algún modo u otro, estamos zambullidos en este tema.
Y Cataluña y España, ¿cómo quedan en el panorama internacional?
— El próximo año tendremos datos descentralizados por comunidades. Pero sí somos conscientes de que Catalunya ha ido un paso adelante en esta reflexión y es pionera. Los datos desagregados nos permitirán ver si esto es estadísticamente relevante.
La desinformación forma parte de lo que llamamos guerra híbrida. ¿Afecta también a la infancia?
— Si nos ceñimos estrictamente a los niños y niñas, seguramente no, y lo más peligroso es el acceso a la pornografía. Pero con los adolescentes sí detectamos un efecto muy duro; porque si a los de sesenta las redes nos polarizan, a pesar de tener otras fuentes de información y un pensamiento crítico entrenado, imagina a los jóvenes que sólo tienen las redes.
¿Los políticos responden?
— Sí, responden mejor a este tema que a otros, porque existe una conciencia por parte de todos. Saben que es un asunto que crea daño y, por tanto, debe abordarse. Ahora bien, cuando se llega a las soluciones, entonces hay más prohibicionistas y menos. O se cae en la agenda política, y ya sabemos lo que cuesta aprobar algo en ese país.
Algunos partidos se benefician muy directamente de la polarización. Normal que no quieran cambiar el paradigma.
— Sí, en el ámbito de la polarización esto está claro. Pero hoy en día es difícil que un partido se ponga en contra de apoyar a las familias ya la comunidad educativa. Espero no pecar de ingenuo, pero creo que es más posible avanzar en este tema que en otros.