Suélteme el brazo, señor algoritmo

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¿Condenados por un algoritmo?

El estado de Nueva York ha planteado una propuesta de ley para que los menores no reciban contenido proporcionado por el algoritmo. Es decir, que los menores solo puedan ver post, fotos y vídeos de aquellas personas a las que siguen y no de lo que decida la red social de turno. ¿Por qué? Es muy sencillo, para que sea aburrido. El algoritmo escoge material que sabe que va a ser interesante para el usuario y se lo pone en la cara, para que no abandone la aplicación. Esta medida me parece fantástica, pero me parece que se queda corta. Me pregunto… ¿No podría ampliarse también a los adultos?

Está más que demostrado que la imposición de contenido dictaminado por un algoritmo produce la conocida cámara de eco. Un efecto según el cual, como el contenido que más consumes es de opiniones afines a ti, solo te muestra información con sesgo político o ideológico como el tuyo. Es decir, si piensas X, solo te va a mostrar a gente que piense X. Nunca a gente que piense Y. Esto está provocando dos problemas capitales en la sociedad: la polarización y el derecho a la duda. El primero es fácil de entender cómo se produce, pero el segundo es más sibilino.

Hay gente que afirma que el antónimo de humanidad es algoritmo. Entre sus ceros y unos no hay lugar para el caos humano. Como buena máquina, todo tiene una solución, una respuesta a la que llegar. Sin embargo, los grandes saltos de la humanidad nunca han venido de la certeza, sino de la duda. Cuando un grupo de personas se paraba y decía simplemente: no lo entiendo. En el algoritmo está prohibido no saber, si no fíjense en la inteligencia artificial, nunca dice: no lo sé. Si no lo sabe, se inventa una respuesta, porque no cabe la posibilidad de no dar una respuesta.

Necesitamos decir de vez en cuando: "No lo sé". No tener una opinión fija sobre algo. Porque gracias a ese pensamiento crítico seremos capaces de, por un momento, salir de nuestra cámara de eco y escuchar al otro.

Lo más irónico (y gracioso, si no fuera triste) es que las grandes empresas de redes sociales van a recurrir esta ley del estado de Nueva York porque "atenta contra la libertad de expresión recogida en la Primera Enmienda de la Constitución". Como si hubiera que defender antes al algoritmo que a los humanos. Quizá está empezando una guerra entre lo humano y lo algorítmico, pero no nos hemos enterado porque no ha entrado en nuestra cámara de eco.

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