'La dama del lago': cuando la apuesta por la ficción de calidad no funciona

Esta semana, Bloomberg publicaba un reportaje sobre la situación económica de las principales plataformas de streaming y cómo Apple TV+ está redefiniendo su estrategia en el mercado de la producción de originales. Según la publicación, la empresa de la manzana se habría dado cuenta de que su apuesta por inversiones muy poderosas en películas y series de calidad no habría terminado de cuajar. El artículo se centra sobre todo en el cine, pero esta política aplicada a las series tampoco habría funcionado como reclamo para conseguir un número significativo de suscripciones a su plataforma, pese a la buena acogida crítica de títulos como Servant, Severance, Bad sisters, Slow horseso Ted Lasso.

La dama del lago es la (pen)última apuesta de Apple TV+ en esta línea, una miniserie de prestigio que cuenta con Natalie Portman, una actriz que hasta ahora había quedado apartada de las series, como protagonista y coproductora ejecutiva. La producción se basa en la novela homónima de Laura Lippman, escrita a partir de dos crímenes reales en el Baltimore de los años 60. El asesinato de una niña judía de once años, Esther Lebowitz, y la misteriosa muerte de una mujer afroamericana, Shirley Lee Parker, cuyo cuerpo apareció en el depósito de agua de una fuente pública. Lippman se dio cuenta de la reacción distinta que provocaron ambos casos. Mientras el homicidio de la menor generó una lógica ola de indignación en los medios y en la opinión pública, la extraña muerte de Parker apenas se consideró digno de cobertura. La escritora emplea la ficción para conectar ambos hechos a través de una periodista inventada que los investiga, en una trama de misterio que permite profundizar en el tejido social del Baltimore de entonces.

Antecedente de 'The wire'?

En la serie creada por Alma Har'el, Portman encarna a Maddie, un ama de casa judía que acaba convirtiéndose en una periodista comprometida con la resolución de ambos casos. Éste thriller de misterio aprovecha su amplio presupuesto para llevar a cabo una deslumbrante reconstrucción del Baltimore de los años 60, sobre todo del club y del barrio en el que tiene lugar buena parte de la trama afroamericana. En los mejores momentos, La dama del lago podría ser una especie de antecedente de época de The wire. De hecho, Lippman y David Simon coincidieron trabajando en The Baltimore Sun, e incluso fueron pareja. De ahí esta sintonía a la hora de retratar el paisaje sociológico de fondo de su ciudad.

Pero esta panorámica queda cada vez más desdibujada. En el primer episodio, la serie ofrece un montaje de la experiencia de Maddie intercalada con la de Cleo (Moses Ingram), la protagonista afroamericana, para poner en evidencia las represiones similares que sufren como mujeres en sus respectivos contextos. A partir de ahí, sus trayectorias serán distintas. Pero el personaje de Portman acapara cada vez mayor protagonismo, también como blanca con vocación de salvadora de las dos víctimas. Este desequilibrio no le compensa el episodio final, que quiere poner de manifiesto la gran diferencia de precio que pagan una blanca y una negra por sus respectivas libertades.

La dama del lago presenta una ambición estética siempre bienvenida en las series. Pero también queda saturada por el exceso de temas en una ficción de sólo siete episodios, por la sobrepresencia de Portman como "mujer que lucha a contracorriente por sus sueños" y por el hecho de que su elemento más singular, las fugas surrealistas entre Federico Fellini y Dennis Potter, no acaba de cuajar.