La violencia de 'The Continental' no es la de 'John Wick'
Mel Gibson encarna al malvado de esta precuela de la saga protagonizada por Keanu Reeves
'The Continental'
- Desarrollada por Greg Coolidge, Kirk Ward y Shawn Simmons
- En emisión a Prime Video
Comparar los films de John Wick con su precuela televisiva, The Continental, permite profundizar en la distancia entre la concepción cinematográfica de una saga de acción y la producción más impersonal y estandarizada de contenidos televisivos. Las cuatro películas protagonizadas por Keanu Reeves se han convertido en piezas de culto porque sus responsables reivindican una forma específica de entender la acción violenta en la pantalla que entronca con un legado histórico. Exaltan el arte cinético y artesanal de un tipo de violencia vinculada al cuerpo, a la energía física y a la composición coreográfica. Asimismo, la construcción dramática del protagonista liga con la tradición de entender al asesino a sueldo desde una perspectiva casi religiosa o espiritual, como una especie de monje apartado del mundo que se entrega a perfeccionar su práctica y se rige por unos códigos de conducta insobornables.
Como adaptación en formato miniserie, The Continental se queda con el argumento y la idea básica del imaginario John Wick. Esta precuela explota el lugar común de contar la historia de origen de un personaje, Winston Scott (encarnado por Ian McShane en los filmes y por Colin Woodell en la serie), el futuro responsable del hotel del título, como un trauma trágico. A través de tres episodios, se sigue el proceso en el que Scott acaba tomando el poder en el Continental, hasta entonces en manos del sádico Cormac O'Connor, al que da vida Mel Gibson. Por tanto, tenemos el hotel como zona franca de asesinos a sueldo; no faltan los estallidos de violencia desmedida; también aparece la red subterránea de pequeños delincuentes que se convierten en cómplices necesarios en ciertas operaciones; y el protagonismo multicultural remite igualmente a las formas asiáticas y afroamericanas de autodefensa física. Pero The Continental renuncia a la esencia de John Wick: la concepción visual de esa idea de entender la violencia. Los creadores parecen querer dar la razón a quienes proclaman que las series privilegian la narración más básica por encima del cultivo de la puesta en escena audiovisual.
La estética ciberpunk de 'Blade Runner'
No nos encontramos ante una mala serie. The Continental busca el prestigio a partir de cuidar los valores de producción. Recrea la Nueva York de los años setenta desde un artificio autoconsciente, que acerca la imagen de la miniserie a la estética ciberpunk de Blade Runner y al retrofuturismo art déco. Las escenas hiperviolentas, a pesar de no acercarse ni de lejos a las set pieces magistrales de los filmes de John Wick, están editadas con cierta voluntad de estilo. Y el conjunto de intérpretes traslada una idea de elegancia ligada también a los setenta más contraculturales. Todo ello desprende un cierto regusto de pastiche de prestigio, de refrito de calidad de una serie de referencias evidentes.
En cuanto a la música, se apuesta de nuevo por sobrecargar la banda sonora de grandes temas de la época, ya sea por subrayar lo que ya vemos, como cuando los 999 proclaman lo de "I believe in homicide" en la secuencia en la que un veterano asesino a sueldo sigue ejerciendo su vocación por libre, bang, bang, bang, o ya sea, dentro de esa misma métrica, para otorgar un tono determinado a una escena a la manera de Quentin Tarantino, como cuando suena Bang bang (my baby shot me down) en electrificante versión de Terry Reid en el flashback en Vietnam que presenta el personaje femenino más tarantiniano de la serie. Eso sí, Mel Gibson lo da todo en sus momentos de arrebato asesino.