La tragedia de los niños indígenas de Canadá gana el World Press Photo

La fotografía de Amber Bracken recuerda a los muertos del internado de Kamloops, una institución para la asimilación cultural

Laura Minguella
y Laura Minguella

Vestidos de color rojo colgando en el arcén de una carretera. Esta imagen alegórica con la que se rinde homenaje a los niños indígenas que murieron en la Escuela Residencial India Kamloops, en Canadá, ha sido considerada la fotografía del año por World Press Photo. La obra de la canadiense Amber Bracken, publicada por el New York Times, ilustra la tragedia de los miles de niños que pasaron por esta institución colonial creada para forzar la asimilación cultural de la población indígena del país y que cerró en 1978. La fotografía se publicó en junio del 2021 como parte de un reportaje que explicaba el descubrimiento de los restos de 215 cadáveres en una fosa común.

Se calcula que más de 4.000 niños murieron en estos tipos de centros, el último de los cuales cerró el 1996, y se considera que Canadá usó estas instituciones para cometer genocidio cultural. El jurado ha destacado que la fotografía simboliza el despertar del pasado colonial y vergonzoso de Canadá y que alienta que la sociedad se revise y se responsabilice de los actos que se cometieron. "Es un tipo de imagen que se te inserta en la memoria y produce una especie de reacción sensorial. Casi se puede escuchar el silencio en esta fotografía, un momento de silencio global que nos obliga a pasar cuentas con la historia de la colonización, no solo en Canadá, sino en todo el mundo", ha explicado Rena Effendi, presidenta del jurado.

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Más allá de elegir la fotografía del año, el World Press Photo ha concedido tres grandes premios más. El galardón al mejor reportaje fotográfico del año ha ido a parar a manos del australiano Matthew Abbott y su trabajo Salvar los bosques con el fuego, publicado por National Geographic y Panos Pictures. El reportaje explica cómo indígenas australianos queman estratégicamente sus tierras con la "crema fría", una práctica que hace que el fuego se mueva lentamente y que solo se queme el sotobosque. El pueblo australiano de los nawarddeken lleva miles de años usando esta técnica de manera controlada y los guardas forestales de la zona combinan estos conocimientos tradicionales con las tecnologías contemporáneas para prevenir los incendios forestales, de forma que cultura y medio ambiente resultan inseparables para las culturas indígenas. Rena Effendi, presidenta del jurado global, afirma que el reportaje está tan bien elaborado que no se puede pensar en las imágenes separadamente para que "funcionen como uno todo".

El premio para un proyecto de larga duración lo ha ganado el brasileño Lalo de Almeida con el trabajo Distopía amazónica, de Folha de São Paulo y Panos Pictures. Las fotografías de Lalo de Almeida sirven para mostrar cómo la explotación de la Amazonia brasileña se ha acelerado a raíz de las políticas medioambientales regresivas del presidente del país y cómo la explotación de esta región tiene efectos devastadores sobre el ecosistema amazónico, pero también sobre las comunidades indígenas de la zona, que viven la degeneración de su entorno y su forma de vida. El jurado ha destacado que cada una de las imágenes que conforman el proyecto es impactante y contribuye a crear una colección de testigo de los efectos de la destrucción de la naturaleza y los recursos naturales. Además, destacan que el trabajo mira más allá de la superficie y captura las experiencias de las comunidades indígenas con la violencia y el alcoholismo endémico a consecuencia de la destrucción de su hogar.

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La colombiana Isadora Romero ha sido la ganadora del premio para un formato abierto por el trabajo visual del vídeo La sangre es una semilla, que pone encima de la mesa la desaparición de las semillas, la migración forzada, la colonización y la subsecuente pérdida del conocimiento ancestral. El vídeo lo narran la fotógrafa y su padre, que articula la pieza a través de sus recuerdos, y cuenta con fotografías digitales y analógicas, algunas de las cuales en películas de 35 mm y sobre las cuales se ha dibujado. El jurado ha destacado la gran calidad del vídeo tanto por la combinación de métodos y capas sensoriales –sonido, diseño de código y dibujos colaborativos– escogidos por la fotógrafa como por la relevancia global de la historia.

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Además de los premios de ámbito global, el certamen también cuenta con ganadores regionales de las cuatro categorías, que fueron anunciados el 24 de marzo. La división se ha hecho en seis regiones, que corresponden a África, Asia, Europa, Norteamérica y América Central, Sudamérica y el Sudeste Asiático y Oceanía. Además, el jurado también ha otorgado una mención honorífica por formato a los trabajos que han considerado merecedores de un reconocimiento especial. Los trabajos de todos los ganadores formarán parte del catálogo y de la exposición anual que recorrerá el planeta empezando por Amsterdam, donde aterrizará el 15 de abril. La exposición llegará al Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona el 4 de noviembre y se podrá visitar hasta el 11 de diciembre.

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El World Press Photo es el certamen fotográfico más prestigioso del mundo y reconoce anualmente el mejor fotoperiodismo y la mejor fotografía documental. La fundación World Press Photo se fundó el 1955 en los Países Bajos para reivindicar el trabajo de los fotorreporteros y, desde entonces, han ido creciendo como organización y ensanchando su misión de acercar las historias que importan a millones de personas. En la edición del 2022 se presentaron más de 4.000 fotógrafos de 130 países.