Libertad de expresión

Trump redobla con nuevas amenazas su cruzada contra los 'late shows'

El presidente americano también ha señalado en los últimos días a los presentadores Seth Meyers y Jimmy Fallon

BarcelonaLa partida de caza contra los presentadores de late nights no se detiene. Donald Trump celebró la cancelación del programa de Stephen Colbert (efectiva en junio) y la suspensión indefinida de Jimmy Kimmel, pero la restitución de este último presentador le hizo redoblar sus amenazas contra los cómics de la televisión nocturna. Además, el presidente americano ha dejado claro cuál considera que es la siguiente prenda que debería caer de la parrilla. Se trata de Seth Meyers, presentador del late late show de la NBC, es decir, el segundo espacio de ese formato que emite la cadena, justo después del de Jimmy Fallon (a quien también le ha deseado la muerte profesional).

"Grandes noticias para América. El show de Jimmy Kimmel, derrumbado por las audiencias, ha sido cancelado", escribía la semana pasada Trump en su red social Truth. "La enhorabuena al ABC por tener el coraje de hacer lo que hacía falta. Kimmel tiene cero talento y peores audiencias, incluso, que Colbert, si eso es posible. Esto deja solos a Jimmy y Seth, dos perdedores totales, en la cadena de Fake News NBC. Y sus audiencias son también terribles."

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Éste era el enésimo mensaje del presidente contra el presentador, que acabó resultando poco profético, ya que la cadena –propiedad de Disney– acabó levantando su suspensión al cabo de unos días. Los llamamientos al boicot se apuntan como motivo para la rectificación: el precio de la acción de Disney cayó un 2% en los días posteriores a la polémica. Y si la cadena australiana ABC reportó haber recibido cientos de correos de queja, a pesar de no tener relación alguna con ellos, es fácil dimensionar el volumen de presión que habrá recibido el canal americano.

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La decepción de Trump por el regreso de Kimmel era evidente, como dejó escrito en la Truth Social. "No puedo creer que le hayan devuelto el trabajo (...). En la Casa Blanca le dijeron que lo habían cancelado. Algo ha pasado desde entonces, porque su audiencia ha desaparecido y su talento nunca ha llegado a existir". Más allá de las valoraciones, el republicano lanzaba una nueva amenaza sobre la televisión: “Kimmel es otro brazo del Partido Demócrata y, hasta donde yo sé, esto podría considerarse como una contribución Importante a la campaña. Creo que someteremos el ABC a prueba al respecto. A ver cómo lo hacemos más. lucrativo". El mensaje referenciaba su pelea con ABC, que le pagó esa cantidad porque el presentador George Stephanopoulos afirmó que Trump era "responsable de violación", cuando en realidad se trataba de un caso de abuso sexual.

La derrota de Trump en esta batalla se ha operado en dos tiempos. En Estados Unidos, las cadenas televisivas no gestionan directamente a los diferentes repetidores locales de televisión sino que lo hacen otras empresas, que entonces se afilian a alguna de las cuatro grandes televisiones en abierto del país: NBC, CBS, ABC y Fox. Generalmente, reservan alguna franja para contenidos de proximidad de cada zona y conectan con los grandes programas producidos por las big four.

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La cancelación parcial de Kimmel obedeció a la presión de uno de estos socios de ABC, Nexstar, quien avisó de que ninguna de sus docenas de antenas conectaría esa hora con el programa (con el consecuente daño en términos de audiencia para el programa). Sinclair, otra empresa de antenas televisivas, hizo lo mismo. Y aunque Kimmel volvió sólo a los territorios donde ninguna de estas dos compañías tenían cobertura, finalmente ambas han aceptado volver a ofrecer el show a las regiones que controlan.

Trump tiene capacidad de represaliarlas, sobre todo a Nextstar, que busca crecer comprando una empresa rival, en una operación valorada en 6.200 millones de dólares. Para ello necesita el visto bueno de la Federal Communications Commission (FCC), el regulador audiovisual que actualmente preside uno de los aliados más ferreños de Trump, Brendan Carr. Esta capacidad de permitir o vetar operaciones mediáticas es lo que le da palanca de presión al presidente a la hora de intentar intervenir en los contenidos y quien los presenta.

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Próximo objetivo: Seth Meyers

A la espera de ver cómo se concreta la revancha por el hecho de que Disney le desafía devolviendo a Kimmel, Trump ha aprovechado estos últimos días para situar la diana sobre otros presentadores, especialmente Seth Meyers. Su odio no es sólo contra la persona, sino contra la cadena, a la que suele insultar rompiendo cualquier sentido del tono presidencial. Un ejemplo: "Qué malo es Seth Meyers en la NBC, una cadena operada por un grupo de gente malvada (recuerde que también gestionan MSNBC)", escribía el 14 de enero de este año, pocos días después de ser investido.

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Sus tuits suelen mezclar algún insulto –a Meyers le critica siempre la vocalización– con amenazas difusas. "Me quedé viendo a Meyers, que tiene graves dificultades para hablar, por primera vez en meses, y cada vez que veo ese imbécil me siento con la obligación de decir lo estúpido y falto de talento que es. Sólo es el relleno de una franja horaria de esa escoria que dirige a sus contribuciones a los muchos de ellos. Comcast debería pagar un precio grande por eso", remataba el mensaje.

De hecho, cuando en agosto se comentó que la NBC le había renovado el contrato a Meyers hasta el 2028, volvió a saltarle a la yugular. "No tiene talento, audiencias ni inteligencia y tiene la inteligencia de un niño inseguro. ¿Por qué la Fake News NBC le renueva el contrato a este inútil? No lo sé, pero lo averiguaré!!!".

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El aludido ha respondido a todo ello con su lenguaje natural, el del humor. En una de las ediciones recientes de su show, cuando el futuro de Kimmel era todavía incierto, soltó: "Quiero decir, antes de empezar, que yo siempre he admirado y respetado al señor Trump. Siempre he creído que era un visionario, un innovador, un gran presidente y, mejor aún, golfista. Y si me habéis visto nunca decir nada de niega."

Una cena para la historia

De dónde sale todo este huerto contra los humoristas de los late shows? Trump sabe que, efectivamente, estos programas no tienen ya la audiencia de hace unos años, cuando la televisión tradicional acaparaba el consumo audiovisual. Pero los clips de sus monólogos, donde a menudo le desnudan como emperador, son tremendamente virales y para el presidente americano ésta es una arena que domina mucho y en la que busca la hegemonía absoluta. Ahora bien, más allá de esta hipótesis racional, existe también un momento fundacional para esta enemistad de película que incorpora el inevitable factor humano.

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Retrocedemos en el año 2011, en la tradicional cena de corresponsales de la Casa Blanca. Obama está en su máximo esplendor y Seth Meyers es el cómic invitado a hacer el monólogo inicial. El rumor más jugoso en Washington en aquella época era que un magnate estridente y presentador de televisión estaba considerando presentarse a presidente de Estados Unidos. Era Donald Trump, que se sentaba entre el público invitado y vio cómo le caía encima una lluvia de burlas y le trataban de alguien con delirios de grandeza. Se dice que el resentimiento que incubó en esa cena amarga acabó siendo el empuje que le faltaba para decidirse a presentarse a la carrera electoral.

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A partir de ahí, Trump no ha dejado de manifestar su antipatía contra Meyers, que dejó el programa Saturday Night Live –donde fue jefe de guionistas y presentador del noticiario satírico Weekend Update– para pasar a conducir su propio show nocturno en el rango de medianoche. Desde allí, ha sido una de las voces críticas con el republicano, mucho más que su compañero de filas Jimmy Fallon, que opta por un humor más blanco y un planteamiento juguetón para su late show. De hecho, incluso le criticaron por haber humanizado a Trump (y favorecido su victoria) cuando le llevó al programa antes de alcanzar la presidencia por primera vez e hizo bromas ligeras sobre sus cabellos. Una imagen como la de entonces sería imposible ahora con este Trump 2.0.