Vuelve 'Cifras y letras', la mejor excusa para aparcar el móvil
En la nueva tendencia de los retornos mediáticos, La 2 de TVE ha recuperado uno de los programas históricos de la cadena: Cifras y letras. El formato es uno de los más antiguos de la televisión: en 1965 se estrenó quincenalmente en Francia, los domingos al mediodía, bajo el nombre de Le mot le plus long. A partir de 1972 ya adoptó el título que lo hizo famoso e integró Le mot le plus long como la primera prueba de ese concurso, que se convirtió en diario.
En España, Cifras y letras se estrenó en 1991 con Elisenda Roca de presentadora y se mantuvo cinco años en antena. En Catalunya también tuvo su versión en desconexión para el circuito catalán. Ahora, en esta nueva etapa, Aitor Albizua ha asumido el rol de presentador junto a dos expertos: Elena Herraiz como especialista en letras y David Calle en el dominio de las cifras.
El título no engaña en la dinámica y los antiguos espectadores seguro que la recuerdan. Son pruebas en las que los concursantes tienen que ingeniárselas para combinar letras con el objetivo de construir palabras u operar con los números hasta conseguir una cifra exacta.
Cifras y letras, que se emite cada día a las nueve y media de la noche, es un concurso divertido y adictivo. Además, estimula la nostalgia, porque a algunas generaciones nos conecta con otra época televisiva más analógica, en la que las cifras las cogía Elisenda Roca al azar de un atril y las pegaba en un mostrador. Luego, para comprobar los cálculos matemáticos, lo hacían con un rotulador en una pizarra. Y, en caso de clavar la cifra, se oía un “¡Guauuuuu!” muy sugerente. Con las letras, los concursantes pedían vocales o consonantes mientras la presentadora recogía las láminas de plástico que las escondían y, después, las encajaba en un mostrador con una sorprendente celeridad. Eran tiempos en los que los maestros expertos tenían el diccionario en la mesa. En alguna ocasión incluso parecía que compitieran por pasar las páginas y ver quién encontraba la palabra más rápidamente.
Los tiempos han cambiado. Con la tecnología, las letras y las operaciones matemáticas aparecen en pantalla y el sistema de contrastar soluciones y dar definiciones de palabras funciona al instante.
Lo mejor de Cifras y letras no es solo que juegues desde casa, sino que casi te obliga a coger papel y lápices para competir desde el sofá. Las pruebas se convierten en una gimnasia mental muy entretenida en la que el espectador puede experimentar un progreso con la práctica diaria. Quizás a la hora de comprobar palabras resultantes de la combinatoria de letras, la experta podría dar más opciones para ejemplificar las posibilidades del juego. La ronda final que da opción al bote del programa es muy difícil. Pero es una dinámica asequible que provoca fascinación cuando los concursantes tienen un especial don para resolver las pruebas. Quizás la televisión vintage es una buena idea para que hagamos todos un fugaz viaje al pasado: que todo el mundo deje el móvil un rato y vuelva a la pantalla compartida de toda la vida, la tele de casa. Es un buen reto familiar para después de cenar.