Un '30 minutos' de película

El domingo por la noche, el 30 minutos bautizó la nueva hornada de mujeres cineastas que han irrumpido en el cine catalán con impacto internacional y reconocimiento en los principales festivales europeos. No sólo directoras como Mar Coll, Carla Simón o Elena Martín, sino también productoras, montadoras, directoras de arte y fotografía o guionistas. Todas se integran en lo que el reportaje llama La gran ola, inspirándose en el término que utilizaban las crónicas del Festival Cinemed de Montpellier, que las define como la nouvelle vague catalane. El 30 minutos aprovechaba el reconocimiento colectivo de esta generación y la buena acogida del público francés para subrayar la eclosión, talento y filosofía de estas profesionales. A menudo, es necesaria la mirada foránea, la aprobación extranjera, para consolidar un fenómeno. En todo caso, Cataluña era plenamente consciente de esta promoción emergente de mujeres, pero en ocasiones es necesario un evento concreto para poner el sello que las defina con la singularidad que merecen. El 30 minutos hacía esto: enmarcar el fenómeno. Definir esta gran ola, explicar sus orígenes, causas, rasgos comunes y la dinámica de trabajo que las aglutina. Xavi Serra, el crítico de cine de este mismo diario, lo explicaba muy bien en el programa: “Mar Coll les permite existir. Carla Simón les permite soñar” marcando los dos grandes referentes de esta hornada que crece en forma de red profesionales de diferentes ámbitos que se retroalimenta, inspira y ayuda.

La gran ola estaba muy bien cosido a partir de las declaraciones de las mujeres que forman parte de este movimiento que, en cierto modo, también origina una corriente cinematográfica definida por unas temáticas, unos procesos creativos y una sensibilidad narrativa. Los especialistas contribuían a explicar y definir mejor el fenó- meno. Además, ponía de relieve a través de la contribución de Mujeres visuales, la asociación para promover las mujeres en el ámbito audiovisual catalán, un hecho esencial: cómo las políticas de igualdad han repercutido de forma muy exitosa en el panorama cultural del país adquiriendo prestigio internacional.

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En el tramo final del reportaje, seguramente por influencia de la proximidad de los Oscar y la nominación de La sociedad de la nieve, el 30 minutos centraba la atención en Juan Antonio Bayona, su triunfo y el círculo de profesionales que le rodea. Era una forma de subrayar la eficacia de las escuelas de cine catalanas como generadoras de este fructífero ecosistema. Quizás también pensaron que hacía el reportaje televisivamente más goloso. Sin embargo, se alejaba del tema central, de la gran ola femenina. Se recurría a Bayona como ejemplo superlativo, el tsunami que supone la elevación máxima del listón del éxito, justo el día en que las mujeres del audiovisual son las protagonistas y la excepcionalidad digna de estudio. La prueba sutil de la dificultad que supone para estas cineastas salir de la sombra de una profesión claramente masculinizada.