¿Alguien puede detener Netanyahu?

3 min
El primer ministro Benjamin Netanyahu, el domingo 17 de marzo en Jerusalén.

La respuesta a la pregunta del titular es obvia. No. Por ahora, nadie puede, o si puede no quiere, detener a Benjamin Netanyahu, el primer ministro israelí que será recordado por la cruenta venganza y el asesinato de miles de civiles que está haciendo en la franja de Gaza. Tiene otros motivos para pasar a la historia, ya que ha sido el primer ministro que más tiempo ha ocupado el poder en Israel si se suman los diferentes períodos en los que ha estado al frente del país, primero de 1996 a 1999 y después de 2009 en 2021. Por tanto, es el responsable último de la situación actual de los palestinos tanto en Gaza –la investigación sobre la falta de medidas de seguridad y la relajación del ejército que hicieron posible el ataque de Hamás del 7 de octubre ha quedado pospuesta como Cisjordania, donde ha favorecido el asentamiento de los colonos. También ha sido gracias a su trabajo que se han roto todas las conversaciones de paz intentadas en los últimos años. Y en el terreno interno está pendiente todavía de un juicio por corrupción y ha apaciguado con la actual guerra las protestas ciudadanas contra su ofensiva para dinamitar al Tribunal Supremo y controlar así la judicatura.

Netanyahu recibe críticas, cada vez más también desde Estados Unidos, pero eso no parece afectarle y, con tres años todavía de legislatura por delante, seguramente está a la espera de lo que ocurra en las elecciones estadounidenses, ya que sabe que si gana Donald Trump volverá a tener el viento a su favor. Ayer habló con el presidente estadounidense, Joe Biden, después de semanas en las que solo se habían cruzado mensajes a través de los medios. Por lo que ha trascendido, el resultado no aporta demasiadas novedades. Netanyahu ha insistido en sus planes de atacar también a Rafah, el último refugio de los más del millón de palestinos que ha obligado a huir de las zonas del norte, y ha insistido en que seguirá igual hasta la, improbable, destrucción de Hamás. Ayer, de hecho, atacó, por cuarta vez, al Hospital Al Shifa, en la ciudad de Gaza, que ya estaba bajo mínimos, con la excusa de que se escondían allí militantes de Hamás. De momento hay un número indeterminado de fallecidos, más de 80 detenidos, entre ellos periodistas que estaban cubriendo los hechos, y un nuevo desplazamiento de cientos de personas que se refugiaban en ellos. La Organización Mundial de la Salud alertó de nuevo de la situación sanitaria crítica en Gaza, donde de los 36 hospitales que había ahora solo funcionan 13, superpoblados y con condiciones de emergencia.

También ayer la ONU llamó a evitar la crisis de hambre que puede llegar a afectar a 1,1 millones de palestinos en mayo. La desnutrición es ya una realidad en parte de la población infantil, y la negativa de Israel a dejar pasar la ayuda humanitaria parece una estrategia de humillación y deshumanización de la población que parece difícil de creer que pueda ocurrir hoy en día. Los patéticos intentos de algunos países de hacer llegar ayuda por aire o por mar, aunque bienintencionados, son sólo una muestra más de impotencia ante esta masacre televisada. En este contexto, el acuerdo ayer de los ministros de Exteriores de la UE de poner sanciones a seis colonos ultraortodoxos que han perpetrado ataques violentos contra los palestinos de Cisjordania son una minúscula acción de presión en el gobierno de Netanyahu que no parece que le deban quitar mucho el sueño.

stats