El análisis de Antoni Bassas: 'Las caras y las cruces del diálogo'
Se han visto preparativos más emocionantes, pero como por parte española la táctica lo dirige todo y la parte catalana son, de hecho, dos partes, Esquerra y Junts, y las dos están escaldadas, o Sánchez anuncia que viene o la mesa se hundirá bajo el peso del escepticismo
Empieza una semana importante, la semana de la mesa de diálogo. Importante no por los frutos que pueda dar, al menos al final de la reunión (que sobre los frutos, el realismo es compartido en los dos lados de la mesa), sino por los equilibrios que tendrán que hacer las dos delegaciones, sobre todo la española, porque por un lado querrán dar importancia al encuentro y a la vez lo querrán revestir de tanta normalidad como sea posible. Y la parte catalana también querrá mantener una distancia para no quedar como unos pardillos, sobre todo después de la ruptura unilateral del acuerdo de ampliación de El Prat por parte del gobierno español. Y todo esto pasa cuando todavía estamos hablando de la manifestación de la Diada del sábado.
Es curioso constatar que a pesar de que fue mucha menos gente que otros años, fue un éxito. Y fue un éxito por razones obvias: llenar Pau Claris, Via Laietana y Passeig de Colom después de tanta desunión, de tanta represión, de la pandemia, con tantas emergencias a la vez, explica que el independentismo no se resigna a esperar. Eso sí, si la gente hubiera tenido la impresión de que una nueva demostración multitudinaria habría fortalecido la posición de la parte catalana de la mesa de diálogo, no habría bastado con el Passeig de Gràcia. Los manifestantes y los que otros años se habían manifestado y esta vez no bajaron a Barcelona no se sienten en vigilias de nada trascendente. El sábado se palpaba la evidencia de que Sánchez no se molesta ni en hacer ver que la mesa le interesa, y se expresaba el recelo por las agendas propias de los tres grandes partidos independentistas. ¿Pero qué quieres, si los partidos se presentaron a las elecciones pidiendo superar el 52% de los votos, y tardaron tres meses en cerrar un acuerdo de gobierno en tiempo de descuento? Y esto deja muy mal sabor de boca, sobre todo en Esquerra Republicana, que se ha llevado unos cuantos abucheos en las calles estos días, abucheos a Oriol Junqueras, que ayer a RAC1 la presidenta Carme Forcadell lamentó. Haber estado en la prisión no hace estar exento de críticas, pero haber estado en la prisión tendría que ayudar a pensar a los críticos sobre cómo se puede reclamar unidad y acometer a alguien que ha pagado y paga todavía un precio tan alto. Y con todo, la Diada le salió bien a Esquerra, en el sentido de que cuando se reúna la mesa, la delegación catalana podrá enseñar la foto que evidencia que el problema está bien vivo y hace salir la gente a la calle.
Y sobre la mesa de diálogo, fuentes conocedoras de los detalles dicen que la reunión tendrá lugar, previsiblemente, en el Palau de la Generalitat, en un día que estaba a punto de concretarse esta mañana. Y con la asistencia de Pedro Sánchez. En el Govern no entenderían que el presidente español no viniera, y dicen que no tienen ninguna información definitiva. Y el orden del día todavía no está concretado, están trabajando en ello los dos gobiernos. O sea que se han visto preparativos más emocionantes, pero como por parte española la táctica lo dirige todo y la parte catalana son, de hecho, dos partes, Esquerra y Junts, y las dos están escarmentadas, o Sánchez anuncia que viene a Barcelona o la mesa se hundirá bajo el peso del escepticismo, que ya es muy grande.
La Moncloa se hace la interesante con cuentagotas, dominando los tiempos del relato. Ayer el gobierno español explicó que en la delegación española estarán la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y el ministro de Universidades, Manuel Castells, por el lado de Podemos. Y por el lado socialista, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños; la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, y los ministros del PSC, el de Cultura, Miquel Iceta, y la de Transportes, Raquel Sánchez. Lo explicó el propio Bolaños en una entrevista a Eldiario.es en la que, a pesar de todo, no aclaró si vendrá Pedro Sánchez. Fíjense que el gobierno español ha querido que se note la presencia catalana, con catalanes en ambos lados de la mesa, para intentar hacer triunfar la idea de que la mesa es un diálogo que ayude al reencuentro entre catalanes, y que, de hecho, no hay un lado catalán y uno español.
Y así, en medio de todos estos equilibrios, empieza la semana.
Un recuerdo para los exiliados y para los represaliados. Y que tengamos un buen día.